Hacer común frente al desastre

Jade Lindgaard e Isabelle Stengers

J.L: Usted es filósofa,acaba de publicar “Reactivar el sentido común”, que es de hecho la relectura y la reescritura de un libro que usted ya ha publicado hace un tiempo, en parte consagrado al filósofo y matemático Whitehead, del que evidentemente vamos a hablar, y que ha sido publicado en la colección “Les empêcheurs de penser en rond”, de ediciones La Découverte. Entonces, me gustaría comenzar por esta frase, si le parece: “La opción de aprender a vivir en las ruinas es la opción de aprender a pensar sin la seguridad de nuestras demostraciones”. Y, de hecho, en el libro usted agrega una frase: “La opción de consentir con un mundo devenido intrínsecamente problemático”. Entonces, ¿por qué el mundo ha devenido intrínsecamente problemático? ¿Qué es lo que designa esta formulación?

I.S: Muchas cosas a la vez, ya que nuestra época es una especie de “entre-shocks”, entre problemas, todos volviendo más problemático el “business as usual” de unos y otros. Bueno, en principio, efectivamente por un lado el recalentamiento global, sumado al colapso de la biodiversidad (vamos de primavera a primavera silenciosa sin dudas, en fin, cada vez más silenciosa…)

J.L: Es decir, sin pájaros.

I.S: Sí, pero también la profunda crisis política, Trump(ismo), etc… Como se dice: “los viejos demonios se despiertan…” Todo eso está ligado, pero no se puede hacer la más mínima generalización que haría que dirigirse a un problema sería pretender resolver el otro al mismo tiempo. Por lo tanto, ya nada es simple. Todo devino problemático, y cuando digo problemático no es simplemente: “¡oh, tenemos problemas!” No, es necesario aprender a plantearlo. Eso requiere el aprendizaje y la invención. Lo que llamamos “problematizar”, cómo escapar a las evidencias. Y entonces sí, yo creo que las ruinas son una imagen bastante bella para eso, no a causa de una imagen catastrófica, no son ruinas en llamas, en todo caso no son esas a las cuales yo hago alusión… Es que, efectivamente, en la definición de ruinas no podemos poner un pie delante del otro sin mirar dónde vamos y dónde ponemos los pies. Entonces, caminar, vivir en las ruinas, es no dar nada por sentado, autoevidente, y no sentirse con el derecho de esperar que mañana sea como hoy.

J.L: Eso es lo que usted dice: “Aprender a pensar sin la seguridad de nuestras demostraciones”. Uno piensa en la demostración matemática, y en la demostración lógica; pero aprender a pensar sin la seguridad de nuestras demostraciones, muy concretamente: ¿qué es lo que eso implica, en relación a la comprensión de ese mundo tan complejo y moviente que usted comienza a describir?

I.S: Eso quiere decir que nuestras demostraciones, desde que abandonamos la lógica o las matemáticas (justamente donde eso tiene un sentido que es el suyo y que no es tan problemático en sí mismo), pero desde que uno va hacia problemas que se oponían a nosotros, la seguridad de las demostraciones en la materia… hay que mirar siempre dos veces frente a esta seguridad, a menudo es un poco trucada cuando hay una gran argumentación que concluye ¿cómo decirlo? A la satisfacción de aquel que demuestra que ese “por lo tanto” es así. A partir de que se tiene un “por lo tanto” en alguna parte, haríamos bien en observar cómo ese “por lo tanto” se articula, etc. Entonces, ya con la idea de demostración en los tiempos actuales podemos prestar atención, ser prudentes con eso. Pero hoy es el momento en donde ningún “por lo tanto” va de suyo.

J.L: Entonces ¿no podemos hacer más lazos de causalidad? No sé, si tomamos el ejemplo del coronavirus, o si tomamos el ejemplo de la acidificación de los océanos; tomando preguntas mundiales que se plantean hoy a la humanidad... ¿no podemos aplicar más un razonamiento lógico a estos fenómenos?

I.S: La lógica es pobre. Evidentemente una de las maneras más fáciles de aplicar. Pero justamente usted verá, no hay “por lo tanto” que continúe… hay un responsable del coronavirus y es el virus... de la epidemia… el virus… Entonces es fácil, es bastante fácil encontrar responsabilidades, pero de la atribución de la responsabilidad no hay realmente un “por lo tanto” que continúe.

J.L: Entonces, ¿qué es lo que hay que hacer?

I.S: Ahí está efectivamente toda la complicación, la intrincación, las velocidades entrelazadas de este mundo.

J.L: Y este mundo vuelto más complicado ¿se ha vuelto más complicado por el hecho de la mundialización? ¿Por el hecho de la aceleración del tiempo? Hoy hay mucha gente que trabaja sobre el tiempo, Hartmut Rosa, la aceleración que nos pondría en el curso… ¿se debe, al fin, a la facilidad de separación entre naturaleza de un lado y del otro la cultura? ¿Cómo es que usted se remonta hacia los orígenes de esta complejidad contemporánea?

I.S: No lo creo, en fin… hay muchos orígenes. Y no estoy realmente a favor de los grandes panoramas, lo único que creo es que no son… hay instancias en el mundo que están muy interesadas a entrelazar, a que no podamos decir: “Bueno, hay que hacer esto, eso es lo responsable”, “¡Ah no, si usted toca eso mire lo que va a hacer!” Y todo gracias a eso que se llama la mundialización, que es a menudo una gran empresa de irresponsabilización. Nadie es responsable porque el responsable siempre está en otra parte. Entonces, yo creo que para que sea posible la idea de encontrar un mundo donde se pueda decir “eso no va”, sería necesario cambiar un mundo, o una voluntad que pueda cambiar. Eso implicaría una transformación, ¿cómo decirlo? Que es una fabricación: De ahora en más, ¡debemos poder exigir rendición de cuentas! Por lo tanto, cortes con todas esas conexiones que hacen que todo esté siempre en otra parte. Entonces creo que el hecho de que este mundo haya devenido hiper complicado, no digo que sea una gran teoría del complot, pero así mismo eso compete a mucha gente.

J.L: Entonces no está tampoco, y vamos a volver sobre eso luego, completamente despolitizado.

I.S: ¡Ah no!

J.L: Decir eso no quiere decir ignorar la existencia de las relaciones de fuerza, del interés de algunos en el encuentro con los intereses de otras personas.

I.S: ¡Ah no! Cuando alguien que tiene el poder quiere encontrar, ahí donde tiene poder, la posibilidad de exigir rendición de cuentas, bueno, organiza las cosas de otro modo. Eso no quiere decir, que estamos en la verdad, eso quiere decir que efectivamente, poder pasarse las papas calientes indefinidamente como es el caso hoy en día, bueno, eso quiere decir que uno no está intentando realmente cambiar las cosas.

J.L: Entonces, en este contexto, o más bien en esta situación actual de complejidad que usted describe, usted propone reactivar eso que llama el “sentido común”. Y esta expresión requiere una explicación de su parte porque no es evidente, ya que en realidad hemos perdido un poco de vista qué quiere decir el sentido común. ¿Podría explicarnos, de acuerdo a su perspectiva, qué quiere decir el sentido común?

I.S: Sí, sobre todo decidí, un poco siguiendo a Whitehead que me daba un soporte para esto y que me hacía pensar a partir de eso; inventar un sentido del sentido común que tenga sentido de ser reactivado… porque para muchos es casi como la sensatez, etc. Ahora bien, ahí yo heredé algo de Guattari, pero a mi manera. Felix Guattari proponía el triple desastre ecológico. Pensar la situación de hoy en día no como una especie de progreso que habría dado un mal giro, sino como la herencia de un desastre. Eso cambia muchas cosas, crea una perspectiva tal que “hay cosas que lamentablemente dieron un mal giro”… “¡pero no, eso estaba comprendido en eso que hemos destruido!”. Sin embargo, justamente lo que yo propongo aquí es partir no desde una definición positiva del sentido común (“he aquí de lo que se trata”), porque yo detesto las definiciones.

J.L: Eso, el ideal al que se debería llegar…

I.S: Sí, no es eso para nada, sino pensar a partir de lo que yo llamo “el fracaso del sentido común”. De una manera o de otra, desde el siglo XIX, particularmente en relación a las ciencias, la idea de que el sentido común siempre es erróneo (se lo llamará sentido común, opinión, pero eso querrá decir más o menos lo mismo); la idea de que la opinión o el sentido común siempre son erróneos, que están hechos para decepcionar… Sacudir el sentido común es ¿cómo decirlo? La verdadera característica, el verdadero signo de que no se es un incauto, devino el deporte favorito, y creo que es un desastre político.

J.L: ¿Por qué? ¿Por qué es un desastre político?

I.S: Porque intentar hacer una política de tipo democrática, digamos, a partir de una posición que vuelve siempre a glorificarse de humillar a la gente diciendo: “De todas maneras usted no sabe lo que dice”, “De todas maneras usted no tiene las razones correctas y se lo vamos a demostrar” (ahí está una vez más la demostración, ¿recuerda?), “Usted no sabe lo que pregunta”… Y bueno, de tanto humillar a la gente, éstas pueden enojarse, y mucho, y estar enojado puede ser muy respetable. Yo estuve verdaderamente interesada por los chalecos amarillos, donde había una buena dosis de humillación en juego, y eso también puede devenir abominable, como cuando una escucha a ciertos Trumpistas… pero entonces, de todas maneras, con la humillación han creado una situación de la cual luego dirán que se ha vuelto ingobernable…

J.L: Sí, “La sociedad se ha vuelto ingobernable”. “¡Demasiada democracia!”

I.S: Sí, sí, eso… y se cargará sobre la espalda de la democracia. Mientras que, justamente lo que yo diría es que si la palabra democracia tiene un sentido es el encontrar los dispositivos no que ponen de acuerdo a la gente, sino que les permiten hacer sentido en común; es decir, que ahí donde no están de acuerdo, ellos puedan articular sus desacuerdos. No aplanarlos, sino verlos juntos. Y eso cambia… el hecho de poder ver, como se decía: “En el buen clima habla el otro”. Es decir, lo que le importa es poder, ¿cómo podría decirlo? Comprendo que eso sí puede importar, eso crea un nuevo tipo de imaginación que justamente no desea tener razón contradiciendo al otro. Y una de las frases de Whitehead que yo empleo a menudo (es a la filosofía a la que él le da esa carga, esa tarea; pero yo diría que hoy es una tarea que llama a la política y que a veces es tomada a cargo por los activistas) es: forjar el sentido común y la imaginación.

J.L: Y entonces aquí arriba usted da particularmente. Pienso que eso está relacionado con esta articulación entre imaginación y sentido, pero usted me dirá si no me equivoco. En muchos momentos en el libro usted cita el ejemplo del movimiento contra los OGM, elogiándolos, diciendo que desde su punto de vista han logrado tejer una relación a lo real que a la vez daba sentido y abría espacios… ¿Podría usted describir, en fin, explicar por qué según su perspectiva estos militantes anti-ogm lograron un agenciamiento que otros no lograron?

I.S: Por cierto, yo hablo a menudo del acontecimiento OGM porque para mí es un acontecimiento político del cual las secuelas todavía están abiertas. Todo el interés que tiene para una agricultura no intensiva, etc.; nació ahí. Eso que pasó en esa época es que hay un montón de razones para desconfiar de las OGM o para rechazar la agricultura OGM ¿cómo podría decirlo? Lograron entre-articularse, lograron fabricar juntos una oposición… y una oposición que algunos tienen por razones de salud, otros por razones de patentes, de control capitalista, otros por los peligros ecológicos (está pasando por cierto, multiplicación de cepas resistentes), otros en relación al empleo de pesticidas masivos… entonces,hay muchas razones que hubiesen podido cada una intentar probar que era la correcta debilitando a las otras. Y en vez de eso, se volvieron inteligentes las unas a las otras. Y, gracias a todo eso, de pronto vimos a los expertos, para quienes los OGM eran la solución infraracional para alimentar a los 8 o 9 billones de individuos, empezar a tartamudear. Vimos de pronto no que la ciencia era culpable o que se equivocaba, sino que la imaginación que hacía hablar a sus representantes estaba completamente canalizada, completamente limitada, y que de pronto estaban frente a objeciones que jamás habían pensado seriamente.

J.L: ¿Es ahí donde les faltó imaginación? Porque en realidad ellos siguieron la lógica, si se cree en la idea de la lógica del comienzo, ellos siguieron su propia lógica: “Queremos poner en marcha las herramientas que refuercen la productividad de la agricultura”… y no reflexionaron, o en todo caso no pensaron suficientemente en los efectos de la contaminación, por ejemplo, de un campo a otro, en la no aceptación y sus culturas por los campesinos, los efectos económicos, el modelo jurídico, etc. Siguieron por el pasillo…

I.S: Siguieron sus pasillos o sus roderas, como dice Whitehead, que dice que uno de los mayores dramas desde el siglo XIX es que se inventó esta noción de “profesional”: Es decir que quienes toman a cargo lo nuevo en el mundo piensan dentro de roderas, y reenvían a lo insignificante, al “eso se acomodará”, “es incierto”, “no está probado”, todo lo que les molesta, todo lo que puede ralentizarlos. Y bien, digamos, en el laboratorio no sucede así, pero lo que ellos no se preguntan es por lo que pasa afuera del laboratorio… todo lo que el laboratorio ha conseguido apartar está ahí, espera, y va a crear consecuencias que no tenían ningún sentido en el laboratorio. Así que ellos no pensaron en esta operación de salida… pero el carácter político del acontecimiento, lo que lo hace un acontecimiento, es que justamente esta coalición no-científica, que ha hecho pensar a algunos, que ha fabricado el pensamiento, que ha fabricado un “hacer sentido en común”, que incluso le hizo cambiar la opinión a muchos científicos; le abrió la imaginación a muchos científicos (ellos dijeron: “Es verdad, tienen razón, es caricaturesca esta historia!”). Sí, pero la manera en que funcionan las ciencias está relativamente hecha para producir este tipo de caricaturas y contradecir al sentido común, del cual se va a decir que rechaza la innovación, que tiene miedo, que es conservador, etc. Entonces, hay toda una forma de rechazar las objeciones que en uno de los primeros sentidos es subrayar la diferencia de medio práctico y concreto entre un laboratorio plagado de científicos, de técnicos y colegas, publicaciones para hacer, etc.; y el medio donde estas innovaciones van a dar otros efectos totalmente no cultivados por los científicos.

J.L: Un tiempo que no está resuelto, mientras que justamente el punto es que no se puede encontrar una solución en tanto tal al problema. Pero si tomamos el ejemplo de los OGM encontramos hoy muchas personas que siendo científicos o creyentes en la ciencia a la manera en la que usted lo describe, es decir, quizás rutinarios diría Whitehead; consideran y están profundamente convencidos aún hoy que esta herramienta, que esta tecnología, es eficaz y necesaria. Lo que quiero decir es que sentido común no quiere decir consenso.

I.S: Sí, pero de hecho cada vez menos, y con muchos conflictos de intereses entre sus posiciones y el apoyo que reciben. Entonces no. Yo creo y estuve un poco mezclada en una situación de este tipo en Bélgica, de descontaminación, como decíamos recién… jamás recibí tantos testimonios de simpatía pero de parte de gente que no estaba comprometida... No, no, de golpe hubo un punto de inflexión. Ha habido un punto de inflexión y creo que eso es estable, y que todas estas historias de agro-ecología y esos sueños provienen de eso, están nutridas de eso… No, no, cuando ese tipo de acontecimiento se produce eso tiene continuaciones, aún si Monsanto está siempre de pie. Pero de todos modos estaba hablando de problematizar y no de resolver. Para mí es importante justamente que no nos detengamos en contradicciones construidas del tipo: “La ciencia y la racionalidad de un lado y el compromiso activista del otro”... esa clase de…

J.L: El saber/ las emociones; el pensamiento/ las opiniones.

I.S: Exactamente, las causas / lo inexplicable… en fin… todo eso es pereza de pensamiento. Y yo diría una pereza cuidadosamente conservada, porque eso permite simplificar la situación y desmembrarla de tal manera que quede del orden del “o uno, u otro”, ocultando todas las posibilidades de: “¡eh, frenemos un poco!, Aún así podríamos plantear los problemas de otro modo” ¿No? Y es ahí que la palabra problematizar toma su sentido positivo: ver un problema ahí donde teníamos una solución, o dos soluciones antagonistas, etc. Y decir no, las dos se caricaturizan entre sí. Y por eso, justamente, hacer sentido en común es uno de los sentidos que eso toma. Es decir, que cuando, como en el caso de los OGM, mucha gente de repente dice que sí, es verdad, ese “sí, es verdad” no es “tal tiene razón”… es “toda la situación me habla de otra manera”. Es verdaderamente hacer cambiar la percepción no del lado de la evidencia, sino más bien de la evidencia de que hasta aquí, ¿por qué dejamos de plantear el problema así?

J.L: Pero entonces, estamos aquí en el centro de la dificultad de pensar esta proposición. Me parece que la alusión es en parte por las razones que usted presentó justo antes, es decir, que el mundo no está compuesto de espíritus totalmente desinteresados, y que la discusión, sea sobre los OGM, sea sobre lo nuclear, sea sobre una acción tal a tomar contra el cambio climático, sea tal acción a tomar para luchar contra la pandemia del coronavirus; si tomamos así algunos grandes ejemplos que afectan hoy en día a gran cantidad de gente… los actores y las actrices de esta discusión, las personas, los sujetos concernidos por estas cuestiones precisamente, tienen intereses. Tienen intereses y hay relaciones de fuerzas que existen entre unos y otros. Lo que uno tiene interés en hacer avanzar como solución, no sé, pienso que podríamos imaginar, por ejemplo, que un habitante de la costa de Bangladesh tiene gran interés en el hecho de que los extractores de carbón polacos o las compañías de gas de los Estados Unidos dejen de extraer esos combustibles fósiles extremadamente rápido. Y, más allá de que es complicado poner a todas esas personas en la misma pieza, más allá de eso, es evidente que cada uno, en fin... evidentemente, en todo caso en la manera en la que eso pasa hoy en día, lo que se observa es que ellos defienden sus propios intereses y, por lo tanto, de repente ¿es que esta idea casi ideal de sentido común no se tropezará constantemente con esta realidad de diferentes intereses, de relaciones de fuerza, de desigualdad social o geopolítica, etc.?

I.S: En principio, para mí la noción de interés común quiere decir: “existencia de una relación”. Y no tomo la palabra interés como algo malo. Yo creo que… me pregunto cómo se construye la neutralidad, qué es lo que se niega para tener una posición de interés y decir: “los hechos están ahí, yo soy neutro” y “¿a qué hechos se refiere usted que entonces le permiten ser neutro?”. Entonces, es necesario primero no tomar los intereses como obstáculos. Por otro lado, si uno ¿cómo podría decirlo? Si se está en dispositivos (y me gusta mucho el término dispositivo, es decir, una manera de organizar la palabra y de organizar el sentido mismo de un encuentro…), si se está en dispositivos que van a trabajar sus intereses para volverlos tan contradictorios que haría necesario un árbitro venido de arriba, desinteresado, que querría el bien común, porque como se ve ellos no llegarían a entenderse; es necesario primero interrogar el dispositivo, es necesario problematizar esta imposibilidad. Entonces la contra-proposición que hago, principalmente a partir de Whitehead son dispositivos que llamo “generativos”, es decir, que pueden producir no conversiones (“olvido mis intereses”), sino inflexiones en la forma en que se formulan los intereses, dudas: “estoy interesado en eso, por lo tanto…” Entonces, dudas sobre esos “por lo tanto”, que hacen que cada uno deba argumentar a partir de sus intereses como si se tratara de vencer a los otros. Hay dispositivos de este tipo, hay los que llamo “La Palabre”…

J.L: Entonces, justamente ¿podría usted darnos algunos ejemplos de estos dispositivos generativos?

I.S: Uno que conocí un poco por el azar de la vida, porque no era en absoluto una búsqueda profesional, pero que me transformó, es haber participado en la forma en que en el ambiente africano discuten un problema que puede causar problemas… Era una reunión mixta con blancos y africanos, si puedo decirlo así, era un problema de índole privada pero que concernía a la comunidad… porque no hay un ámbito verdaderamente privado. En las tradiciones africanas, si una pareja se separa todo el orden del mundo debe reinventarse. Y bien, ahí yo pude ver que eso se asemeja a artificios. Está claro, pero es algo que los activistas, sobre todo en los Estados Unidos, han retomado también. Es decir, nunca atribuir al otro intenciones que permitirían debilitar su posición. “¡Sí, dices eso porque…!” Jamás insultar a los otros, siempre volver a la situación, pedirle a la situación que articule la posición, darle a la situación una característica cada vez más concreta. Hay otros dispositivos que también me han interesado mucho. Los Cuáqueros, por ejemplo, son algo curioso.

J.L: ¿Por qué?

I.S: Porque desde el siglo XVII estuvieron siempre un poco adelantados. Hoy en día son ecologistas radicales. Por otra parte, hay Cuáqueros brujos (en el sentido neo-pagano activista del concepto), pero han estado a favor de la igualdad de sexos, anticolonialistas, antiguerra, etc. Y al mismo tiempo siendo extremadamente realistas… y cuando vemos sus ritos, una de las primeras cosas que ellos dicen, el silencio es conocido, hacer silencio, luego algunas palabras: “Hermanos, no olviden que pueden estar equivocados”. Se lo dicen para todos.

J.L: Al comienzo de una discusión.

I.S: Al comienzo, cualquiera puede estar equivocado. Entonces, eso quiere decir que la cuestión de “Yo no me equivoco, tengo razón” es inmediatamente debilitada. Eso no quiere decir que no podamos tener sinrazón. Pero tener sinrazón y decir “tengo razón” puede costar carísimo. Entonces son todos esos intersticios ahí que deben trabajar: ¡es una forma de cultura política!

J.L: Sí, es interesante en efecto que usted cite el ejemplo de los Cuáqueros, ya que el antropólogo David Graeber, que trabajó mucho sobre los movimientos anarquistas, que también es él mismo un militante anarquista, trazó esta genealogía entre los modos de las reuniones de los Cuáqueros y las reuniones horizontales y las prácticas de compartir la palabra horizontal de los grupos de afinidad o anarquistas anti-estado; que hemos encontrado en los movimientos anti-globalización y que han continuado…

I.S: Mientras que hablamos a menudo ¿cómo decirlo? de los modos de reunión, pre-modernos como se les dice, como La Palabre u otros y hay muchos... pero también están los Cuáqueros.

J.L: Y el otro ejemplo que usted cita y del cual me gustaría que nos diga algunas palabras es la ZAD de Notre-Dame des Landes. Usted les cita principalmente por su contribución… bueno, no tanto al sentido común en tanto que tal sino a Lo Común, como un lugar de fabricación de lo común. ¿Podría explicar por qué ve la Zad de Notre-Dame des Landes así?

I.S: Bueno, en principio, lo común. Quiero decir que para mí la Zad, además de otras cosas, es decir de la lucha contra el mundo de Macron, de todo eso; la Zad es parte también de eso que yo tiendo a llamar “una resurgencia de los comunes”. Y eso una vez más en la perspectiva de Guattari, es decir, del desastre que para él era a la vez ecológico en el sentido usual, pero también de ecología social y de ecología subjetiva, personal, individual. Triple desastre ecológico correlacionado. Y bien, la destrucción de los comunes, eso que se ha llamado “encerramiento” (enclousure), es parte del desastre. Es como lo ha demostrado alguien que… Silvia Federici en “Calibán y la Bruja”… la destrucción de los comunes acompaña el colonialismo interior en los países coloniales, y el colonialismo exterior por todos lados. Han destruido los comunes para instalar una especie de individualización, de propiedad privada y de explotación. Entonces la destrucción, la devastación globalizante del mundo y de los mundos, y la destrucción de los comunes están vinculados. El resurgimiento de los comunes es, en última instancia: ¿qué nos pasó? Y para mí es algo que me planteo. Cuando digo problematizar, no es rascarse la cabeza con mucha perplejidad, es fabricar eso que podemos llamar “incógnitas de la pregunta”. Y una de las incógnitas es (recién hablabas de todos esos intereses que se entrechocan), sí, nosotros no sabemos de lo que son capaces los humanos. Porque eso que nosotros conocemos y que ha sido introducido ,es eso sobre lo cual fundamos nuestra demostración de imposibilidad, son humanos mutilados. Y mutilados justamente por esta cultura de lo común. Esas culturas de cómo vivir juntos, y no solamente entre humanos… eso puede ser también con no-humanos, con vivientes, y con lugares sobre todo. Con lo que estamos tratando es con seres que han sido mutilados. Todos nosotros estamos mutilados. Y eso, creo, es algo muy importante: Todos lo estamos. Es algo que dice Starhawk, la bruja neo-pagana. Todos tenemos que reapropiarnos, pero en el sentido en donde reapropiarse es “re devenir en forma para”, eso de lo cual todos hemos sido separados. Todos estamos enfermos. Este mundo nos vuelve enfermos. Y fundar visiones del mundo y visiones de imposibilidad independientemente de esos movimientos de reapropiación y de “rehacer en común”, de “rehacer común”, es para mí ciertamente partir de un problema mal planteado. Ahora evidentemente no vamos en tres movimientos de varita mágica a decir: “Esto va a resolver el problema del calentamiento climático”. No, es simplemente para mí el tipo de proceso, y que vemos un poco en todos lados, que se desarrolla un poco en todos lados… bueno, Notre-Dame des Landes es uno de los ejemplos pero hay otros mucho menos visibles, evidentemente. Tener un nuevo tejido de gente que están, que ligan, pensar lo que hacen, hacer cosas en conjunto, es hacer política. Es decir, reencontrar la fuerza de plantear sus propios problemas.

J.L: Llegamos al fin de la entrevista y hay una última pregunta que me gustaría hacerle en ese sentido. Hay muchas discusiones en los últimos años alrededor de la noción de “colapso”. El mundo estaría en vías de… nuestra civilización estaría en vías de vivir un colapso… eso crea mucha ansiedad, muchas inquietudes, y reacciones de diverso orden. Pero ¿es que, para usted, la conciencia de la gravedad de lo que está sucediendo en términos de ataque a los ecosistemas, al medio de vida, etc; es propicio al desarrollo de eso que usted acaba de describir en términos de común? ¿Y entonces, quizás, propicio para reactivar el sentido común? ¿O quizás eso amenaza ese proceso?

I.S: A mi parecer yo no diría que es la amenaza principal. La amenaza principal, como lo muestra Notre-Dame des Landes son los garrotes. Y las bombas de fumigación, y todo eso, en fin… es ese mundo que defiende la propiedad privada y la autoridad del estado. Entonces, yo no diría que son el primer enemigo. Sin embargo, es algo que se puede explicar pero respecto de la cual creo es necesario aprender a resistir. Es un pensamiento triste, y es un pensamiento como todos los pensamientos tristes: abstracto. Es decir, que lo que es olvidado es que eso no va a funcionar cinco minutos antes ¿cómo podría decirlo? de la gran explosión termonuclear, que destruye todo… porque ahí, efectivamente, de un solo golpe y muy literalmente hay millones de muertos. Pero aquí no es así como eso sucederá. La imagen de “cae el telón” no es correcta. No, el telón no caerá. Incluso en 2050 si todavía estamos en una mierda negra similar a esta, bueno, nuestros descendientes y los descendientes de nuestros descendientes y todo eso ¡aún van a vivir durante siglos! Entonces para mí, decir “todo se va a derrumbar” es legarles un veneno, además de todos los problemas que van a tener que afrontar. Es legarles pensamientos tristes e impotentes. Lo que pienso que es mi tarea en tanto que filósofa, lo que no es gran cosa, es participar en la fabricación, podríamos decir, de modos de pensamiento, de modos de hacer, y de modos de actuar en conjunto, de pensar que desde ya pueden en conjunto hacer sentido común que pueda servirles, no que sea un modelo para ellos, pero que así mismo pueda ser una pequeña ofrenda que habremos podido recrear en un mundo en debacle y respecto a la cual ellos podrían trabajar. Entonces es verdaderamente una perspectiva de que podamos transmitirles otra cosa más que la desesperanza para mí es lo que se hace en Notre-Dame des Landes. Y yo creo que los jóvenes no se equivocan, porque hay muchos para los que tiene enormemente sentido ir a Notre-Dame des Landes y quedarse ahí. Quiero decir, que no nos damos cuenta hasta qué punto la juventud es una incógnita. Lo vimos con Greta.

J.L: Greta Thunberg.

I.S: Greta Thunberg, pero un poco en todas partes puede haber sorpresas. Justamente no podemos decir, “no son nuestras luces, pero no son nuestras víctimas”. Ellos tienen algo para hacer y podemos tenderles una mano. Y darles eso que nosotros hemos podido hacer, con mucha humildad.

J.L: Bueno, muchas gracias a Isabelle Stengers especialmente por esta discusión. Un caluroso agradecimiento verdaderamente sobre toda esta reflexión sobre el sentido común y estos dispositivos generativos que usted propone.




Los derechos les pertenecen a lxs autores, el pasaje de lengua tiene licencia copyleft, haga lo que quiera, cite la fuente y use la misma licencia CC BY-SA 4.0