Envolver, es poderacercarse

Presentación del packing en Argentina y Chile

Por Juliette Planckaert1, noviembre de 2022

¿Por qué envolver?

Para presentarles los envoltorios terapéuticos, o packs, comenzaré por leerles algunos extractos del texto que Yvette escribió luego de haber vivido más de quince packs mensuales.

La cura comenzó cuando Yvette tenía cuarenta años, a solicitud de ella. Yvette, que nunca estuvo internada, tomaba antidepresivos prescritos por su psiquiatra, Antoine Fontaine, y yo la recibía en mi consultorio desde hacía seis años, luego de haberla acompañado haptonómicamente durante el embarazo de su tercera hija.

Les leeré el texto que nos envió al final de su cura de packs porque su vivencia expone los fundamentos de lo que queremos transmitirles.

Testimonio de Yvette sobre su cura de packing:

He aquí lo que puedo escribir hoy:

Escucho diferentes maneras de nombrar mi experiencia:

pack, packing, envoltorio…

Personalmente, prefiero nombrarlo como envoltorio. Esta palabra caracteriza de la mejor manera lo que siento en los packs, porque se trata de un envoltorio físico constituido por las sábanas, pero también y sobre todo, del envoltorio afectivo. Para mí este envoltorio afectivo es esencial para el éxito de los packs.

Por envoltorio afectivo entiendo el hecho de que las personas presentes alrededor mío están realmente conmigo, están presentes enteramente. Juliette, Luciana, Luis o Eliane.

Lo que me sostiene y contiene en cada pack es esa presencia afectiva que siento, la benevolencia. Siento a las personas que están conmigo, siento no sólo que no me desean nada malo, sino que sobre todo me desean el bien. Y eso me impone la exigencia de dejarles un lugar en mi yo interior... y poco a poco algo se suelta… poco a poco aprendo a tenerles confianza.

Personalmente necesito tres presencias: una de cada lado y una a nivel de mis pies para sentir el sostén, para no caer en mi agujero afectivo.

Estas tres personas son muy importantes. Cada vez me ofrecen un equilibrio afectivo. Si no son tres, siento sobre todo el lado donde no hay nadie, que permanece frío y me produce como un vacío. Cuando no es posible que sean tres, intentamos colocar almohadones o un oso de peluche para suplantar la ausencia, buscar un calor.

Un día dije que ‘los packs son un verdadero encuentro pero que hace falta tiempo para darse cuenta’. Esta frase me surgió de manera completamente espontánea y resonó enseguida en las personas que me envolvían. Sí, hace falta tiempo, a veces mucho... depende de la dureza y del espesor del caparazón construido durante nuestra vida de antes, de la desconfianza que tenemos hacia los otros. Como ya dije, me hizo falta mucho tiempo para dejarles un lugar en mi yo interior, un lugar a las personas que me acogen y que me rodean. Una vez que me sentí capaz de dejar venir a mí a esas personas, entendí que estaban ahí para sostenerme en caso de caída, sostenerme y contenerme. Ahí empecé este largo camino hacia el encuentro de la verdadera Yvette. Podría incluso hablar de dos tipos de encuentro durante los envoltorios: Primero, el encuentro con el equipo (sostén, benevolencia, aprendizaje o, más bien, entregarme a la confianza).

En segundo lugar el encuentro conmigo misma, pasando por las etapas que antes describí. Tengo el sentimiento de encontrar a la verdadera Yvette o de tener un verdadero encuentro conmigo misma… son todas estas etapas en las que hay que tomarse el tiempo, porque es realmente un largo camino para mí. Esto fue por momentos desconcertante e incluso desesperante, pero la confianza que tengo hacia el equipo y la confianza que comienza a construirse hacia mí misma me ayudan a sostener las ganas de ir hasta el final del proceso. ¡Por otra parte, todo este camino no es lineal... a veces creí que estaba salvada! Y no, volvía a caer. Durante los más de quince envoltorios que tuve he pasado por diferentes fases. A veces tuve la impresión de que la sesión no sirvió para nada, la impresión de no dejarme ir era tan grande... estaba en mi cabeza. Eso hacía imposible entrar en calor dentro de las sábanas. A menudo puedo dejarme ir hacia el final de la sesión, lo cual es muy frustrante porque es el momento de separarse. Como si hubiese estado al borde de algo dudando en saltar, y que el final inminente de la sesión me hiciese lograrlo. Tengo incluso la impresión de que cuando me dejo ir de manera tardía, hacia el final de la sesión, mis dibujos luego son más “estructurados”, muestran claramente que estoy en mi cabeza y no en mi base. Yo creo que mi yo interior se sitúa a nivel de mi base. Es la base de mi territorio de vida, de mi territorio de supervivencia. A veces son los cimientos del edificio lo que debo consolidar y sostener. Quisiera terminar diciendo algo sobre el último envoltorio que fue muy diferente de los otros. Me dejé rápidamente llevar por las personas que estaban alrededor mío a pesar de que eran sólo dos y sentí muy rápidamente la sensación de calor, de calma, de tranquilidad en mí. Sentí que era una conmigo misma y que mi entorno próximo, Juliette y Luciana, las sábanas húmedas, el pequeño colchón que nos acogía a las tres, y fue realmente una sensación muy agradable. Me sentí a la vez ligera y sostenida, contenida. Pude atravesar algunas emociones desagradables vinculadas con mi historia de manera más tranquila, más suave, a pesar de sentir en mi boca, en mi garganta y en mi vientre, al mismo tiempo, una contracción cuando hablaba, casi una pequeña agitación, casi una sofocación. Como si mis historias o más bien el efecto que ellas tienen sobre mí se quedara trabado antes de la salida. Tal vez soy yo que tengo miedo de que salgan, miedo de mi reacción excesiva, derrumbe o enojo.

Aprovecho la ocasión de este testimonio para agradecerles a ustedes cuatro de verdad. Les agradezco el sostén, la presencia, la paciencia... les agradezco hacer el trabajo que hacen”.

Este bello texto de Yvette ilustra lo que proponen los envoltorios psicoterapéuticos: permitir a la persona ir hacia lo más profundo de ella, porque envuelta en sábanas húmedas está rodeada de la presencia y el contacto del equipo que la envuelve. Brazos-sábanas.

Yvette pudo finalmente deshacerse de sus defensas dolorosas para dejar de racionalizar, de rumiar, para poder finalmente sentir lo que percibía en lugar de formularlo con pensamientos defensivos.

El camino fue el mismo para cada une de nosotres cuando éramos bebés: primero sentir, luego representarse y mucho después tener las palabras para formularlo: palabras verdaderas, palabras plenas, palabras vivas.

Porque muy a menudo esas palabras tan maravillosas pueden ser solo barreras…

Entre las definiciones posibles les propongo esta: “El packing es una disposición particular del trabajo psicoterapéutico en la que les profesionales envuelven a la persona en sábanas húmedas y permanecen en contacto psicotáctil con ella”2.

La calidad de la presencia en este abordaje respetuoso es fundamental. Porque en el packing estamos en una posición de apertura al otre, que está a la espera de nuestros cuidados. Lo esencial será la posibilidad y el anhelo de un encuentro allí donde la persona se encuentra. En particular si se ha refugiado fuera del contacto con el mundo y con les humanes, o si se halla en un repliegue o en un delirio. Como si tuviésemos antenas, estaremos muy atentes y sensibles a los significantes expresados en el aquí y ahora por la persona, ya sean verbales o corporales. También acogeremos los silencios.

Como lo escribe Yvette: “estar allí con atención y paciencia”. Habrán constatado que Yvette habla poco del frío de las sábanas mojadas en las que estaba envuelta. Porque pasado el primer momento de shock la entrada en calor es muy rápida... y ese frío breve permite un cambio de conciencia: hace posible bajar de la cabeza y tener acceso a lo íntimo. No es un dispositivo para hacer hablar, sino para existir juntes en el aquí y ahora de la sesión.

Estamos en la geografía de la persona: “¿donde está, que vive?”. No nos adentramos en su historia, en la anamnesis ni en la curiosidad. Se trata de una confianza compartida entre la persona envuelta, con su preciosa singularidad, y las personas atentas que la envuelven.

Descubrimos que en este envoltorio doble, humano y textil, cada persona que sufre puede sentir finalmente existir. Dejar de derrumbarse, de agredir, de delirar, y sentir lo bueno de su vivir. Este envoltorio de seguridad forma una crisálida que vuelve posible el encuentro con las personas que se sienten amenazadas por todo, a veces incluso por un abordaje haptonómico. Envuelta, la persona se vuelve accesible: más acá de su delirio, de sus sentimientos de persecución, de su repliegue autístico, de su terror, de su agresividad, de sus ideas de indignidad. Accesible a sí misma.

Respecto del frío, veamos qué nos cuenta Dominique, un joven psicótico:

El pack es una relación, es calor, son personas, allí empecé a sentir que existía”.

Con él descubrimos que el envoltorio permite ir al encuentro de la persona que sufre cuando los otros abordajes terapéuticos no son posibles o no alcanzan. No se trata de una alternativa al masaje, importante también para él, pero en el que el o la terapeuta aporta un toque codificado y espera una mejoría. No podemos prever lo que sucederá. Esta situación de un envoltorio nuevo, constituido de sábanas y de personas atentas y respetuosas permitirá ir más allá de las protecciones patológicas habituales, o más acá de lo que ya conocemos, de lo que creemos conocer: “como el traje del buzo, el pack permite vivencias y descubrimientos inesperados”, nos escribe un colega psiquiatra luego del pack que recibió en el marco de su formación.

De esta manera el pack permitirá:

-A quienes están en carne viva, constituirse poco a poco en envoltorios psíquicos y pacificar su relación con el mundo.

-A aquelles que están encerrades en sus envoltorios/ barreras, discernir cómo se constituyeron de manera impermeable. Protegidos por otro tipo de envoltorio, el de los packs, poder avanzar de otro modo. Al menos durante el tiempo que dura la sesión.

Recordemos las palabras de Yvette: “hay que tomarse el tiempo, es un largo camino”.

Para prepararse para esta disposición de acogida inusual incluso para la mayoría de los psicoterapeutas y analistas, la formación vivencial con Luis, para quienes la experimentaron, les abrió a una mejor presencia: privilegiar y desarrollar la calidad de nuestra presencia-contacto-acogida-escucha a todas las expresiones: respiración, gestos, movimiento, sonidos voluntarios e involuntarios… porque quienes envuelven deberán saber a la vez quedarse en un silencio-presencia y solicitar discretamente a la persona para que, si lo desea, exprese verbalmente lo que siente en el aquí y ahora.

Entre les muches psiquiatras, psicoanalistas e investigadores e investigadoras que podemos consultar como referencias para nuestra práctica de packing me gustaría citar a Donald Winnicott, Wilfred Bion, Gaetano Benedetti, Roger Gentis, Franz Veldman (creador de la haptonomía), a Pierre Delion, Françoise Dolto, Didier Anzieu y Freud, por supuesto.

El elemento fundamental del packing (y de la haptonomía), lo que diferencia a ambas de las terapias verbales, es que se apoyan sobre la afirmación y la toma en cuenta del hecho de que el cuerpo y el psiquismo son indisociables. Sin cuerpo, ¿donde se alojaría el psiquismo? Y sin psiquismo, el cuerpo sería… un cadáver. Luego de la última respiración, una persona pasa a ser nombrada como “el cuerpo”. La filosofía de la subjetividad ha evolucionado desde Platón. El “cogito ergo sum” de Descartes, cuando afirmaba “pienso, luego existo”, fue un pasaje esencial. Descartes autonomiza al sujeto/a que ya no está en manos de Dios.

Con Spinoza luego se abre el campo a la vivencia corporal, a las emociones, y nos hizo avanzar hasta poder afirmar “siento, luego existo”. Con los avances del pensamiento de Kant, luego con el trabajo de los fenomenólogos Merleau-Ponty y Binswanger, luego con Henri Maldiney y Martin Buber pudimos llegar a la apertura afectiva de Franz Veldman, fundador de la haptonomía.

Winnicott precisa aún más la indisociabilidad del cuerpo y el psiquismo con la noción de psiquesoma que podemos encontrar también nombrado como cuerpo-psique: todo lo que nos sucede psíquicamente es vivido por nuestra corporalidad, así como toda vivencia física tiene un impacto psíquico: una emoción acelera nuestro ritmo cardíaco, un miedo bloquea la respiración, una angustia anuda el vientre o lo desborda. Cuando queremos expresar nuestra estupefacción, decimos que algo nos dejó sin aliento, o que nos cortó la respiración.

Nuestro aliento, nuestra respiración particularmente, está en fase con nuestras vivencias a lo largo de toda nuestra vida. Cuando los neumonólogos realizan pruebas de aliento pueden constatar una variación, incluso una interrupción de los movimientos respiratorios, asociada con lo que sucede para la persona. Es por eso que no damos consejos de respiración durante un pack, pero lo nombramos cuando ésta se bloquea o, al contrario, se expande. Entonces, incluso si todo el cuerpo está envuelto, el packing no es un tratamiento exclusivamente corporal, es una terapia del psiquesoma. El término se lo debemos a Winnicott. Lo cito:

La psiquis es nuestra realidad interna, es decir el aspecto vivo del cuerpo, nuestro self... progresivamente, los aspectos psíquicos y somáticos de la persona que se desarrolla se implican en un proceso de interrelaciones mutuas. Esta interrelación de la psiquis y el soma constituye una fase precoz del desarrollo individual. En un estadio posterior, el cuerpo con sus límites, su adentro y su afuera se sienten como formando el núcleo del self... la continuidad de su existencia no debe ser perturbada: para que la unidad psique-soma se desarrolle de manera sana se necesitaría un entorno perfecto, ya que al inicio de la vida la necesidad es absoluta3”.

Cuando leemos este texto de Winnicott aparece claramente una de las razones por las cuales proponemos los packs: intentar ofrecer un entorno lo más perfectamente ajustado a la necesidad, que contiene y sostiene. A medida de su desarrollo, el espíritu del niñe se enriquece, su inteligencia le permite paliar a través del pensamiento las imperfecciones del entorno. Para muchas personas, este espíritu sobre el cual Winnicott escribe que “no es más que un adornito, un “rulito” sobre la cresta del psique-soma, devendrá una cosa en sí e impedirá el contacto con el self, lo íntimo de la persona”4. (Es lo que le sucedió a Yvette).

El crecimiento hipertrofiado de la función mental, como reacción a unos primeros cuidados desorganizados, puede propiciar una oposición entre el espíritu y el psique-soma… la psiquis es seducida por el espíritu, se funde con él y rompe su relación íntima primitiva con el soma. De esto resulta una asociación psique-espíritu que es patológica”5.

Para este tipo de personas el packing está particularmente indicado, porque cuando reencuentran el contacto psique-soma, se les hace posible “bajar de la cabeza” y habitar la integralidad de su propia persona. En particular la base. La base es una zona rica emocionalmente y en sensaciones, constituida por la cadera y su contenido abdominal y pélvico. Esto es lo que descubrió Yvette. Por eso durante el pack contactamos la zona abdominal... porque esta zona es nuestra esfera afectiva.

Tanto en francés como en español existen muchas expresiones populares para designar esta interacción psicosomática de la base. Por ejemplo “me revolvió las tripas” para expresar un asco profundo o una desorganización psíquica.

Recuerden que Yvette al final de su escrito agrega que su yo interior se sitúa a nivel de su base. También nos recuerda que “...tengo la misma impresión que, cuando me dejo ir hacia el final de la sesión, mis dibujos luego son más estructurados me muestran bien que estoy en mi cabeza y no en mi base”.

Lo que Winnicott nombra como psique-soma es lo que Veldman nombra como corporalidad, es decir la manera personal que cada uno tiene de vivir, de habitar su soma, para Françoise Dolto será la imagen inconsciente del cuerpo y para Didier Anzieu el yo-piel.

Cuando envolvemos a la persona en su integralidad, se trata del conjunto del psique-soma afectivo y del espíritu que va a poder ser acogido por los profesionales respetuosos y atentos, y permitir crear este “entorno perfecto” que evoca Winnicott. Luego de la sensación muy breve de frío, la entrada en calor rápida aporta una sensación de existencia que facilita el intercambio. Permite vivir lo bueno que representamos, pero también vivenciar lo que ha impedido eso bueno de vivenciar. Una transformación se desarrolla entonces con el transcurrir de las sesiones.

Les presento a continuación la definición de Pierre Delion4, que aporta otros elementos:

El packing permite la puesta en escena sin discursos metafóricos y pseudo púdicos de la problemática del cuerpo (el psique-soma, su imagen y su simbolización). A la vez el cuerpo con su verticalidad y el cuerpo en aparición, a la vez el cuerpo historizado y el cuerpo disociado, y el cuerpo contenido. En este encuentro particular entre el paciente y el equipo, se trata de reconstruir la erogeneidad de la persona (sin importar su edad), erogeneidad en la cual la pulsión vuelve a encontrar su fuente, un objeto y un objetivo, cuando antes no era más que empuje no ligado a una representación”5.

Algunas personas, sobre todo aquellas cuyo sensorium no fue alimentado en el contacto afectivo de la madre y del padre, así como aquellas que sufren de autismo, están ausentes a sus propias sensaciones. Las diferencias de temperatura, la calidad del toque, les son indiferentes. Es por eso que algunas se mutilan, o no se abrigan en función del tiempo. Entrarán indiferentes al frío del pack, con el avanzar de las sesiones se volverán más sensibles. Una erogeneidad se desarrolla. Erogeneidad que permite vivir el psique-soma que somos y no el cuerpo que tenemos. Nos volvemos presentes a nosotres mismes.

Así, Dominique constata: “En ese momento comencé a sentirme existir”. El pack permite entonces una acogida psicoterapéutica de las personas que no pueden comprometerse con una terapia clásica, o para quienes ésta no alcanza para poder tratar sus intimidades devastadas.

Los dos tipos de terapia pueden coexistir: la terapia individual sostiene la parte sana, si el terapeuta lo favorece y permite elaborarlo, mientras que los envoltorios abrirán entonces un acceso a lo no sabido en sí mismo. La persona, adulta o niña, una vez envuelta, por las sábanas y por nuestra presencia contacto, va a poder acceder a su mundo interno, a su intimidad, a lo desconocido. Es por eso que una intensa calidad de presencia a lo que se manifiesta es esencial. El silencio, las palabras, los movimientos, las frases, las modificaciones del aliento serán acogidos con la mayor de las atenciones. Con respeto y afecto, es decir en una disposición de apertura afectiva.

Un “espacio-tiempo” en común se crea: es por eso que las vivencias del equipo participan de la sesión. Con el transcurrir de las sesiones, la disponibilidad del equipo se va a desarrollar y va a interiorizarse cada vez más y volverse cada vez más importante. Por supuesto, los afectos transferenciales y contratransferenciales deben ser tenidos en cuenta. Es por esto que es indispensable que el equipo de packing esté a su vez envuelto por su participación a la reunión de intercambio con un tercero, reunión que nombramos de manera torpe como supervisión. Porque no se trata de que ese tercero o tercera sobrevuele para ver, sino que acoja, intercambie, eventualmente permita revivir el momento de una sesión: es una intervisión. Una cura de packing es una gran aventura de exploración, y nos preparamos para ella participando de una formación que implica nuestro psique-soma afectivo y no solamente nuestro cerebro. Es lo que algunes de entre ustedes entrevieron en la formación con Luis.

No existe un pack estándar, y no se espera nada más que poder estar juntes. El equipo -dos o tres personas- se abre a lo que advendrá: se trate de encuentro, de vivencias imprevistas, de reminiscencias, o de puro silencio. Todo ello con el anhelo de acercarse a personas tan alejadas del mundo que muchas sesiones serán necesarias. Así sucedió para Thierry, quien generaba mucho miedo por su actitud y necesitaba fugarse regularmente. Luego de cien packs se transformó. Su terapia individual en otra ciudad, la paciencia obstinada del psiquiatra y del equipo, y un día, ¡qué sorpresa! me lo encontré ocupándose del jardín con un monitor y respondiéndome con una sonrisa. Ahora vive en la ciudad. Dominique también necesitó muchísimas sesiones. Tanto uno como el otro, sin sus packs, si hubiesen quedado internados de por vida… Un pack puede hacerse para tratar una situación de urgencia, o ser cotidiano. Es por ello que todo el colectivo está implicado. Pero la mayoría de las curas son más cortas y menos intensivas.

Una vez la persona envuelta en los brazos-sábanas, ¿qué sucederá? A menudo, primero un largo silencio y una sorpresa, la sorpresa de este viaje hacia adentro. Momento grave para todos: la persona y el equipo, en una gran proximidad con esto que va a suceder y que es imprevisible. Todes abandonaron el mundo exterior a tal punto que ni perciben los ruidos del ambiente exterior. Todes sienten que “están dentro” del pack. Entonces todo es posible: un flujo continuo de palabras, o frases intermitentes, porque la persona siente que aquello que adviene es acogido, calmo o ardiente, grave o ligero.

Se podría tratar de:

La posibilidad de finalmente sentir una vivencia de “bueno-de-ser”, el descubrimiento de una calma encontrada o reencontrada, una sensación desconocida de estar presente, envuelta, protegida, contactada, sin tener que producir en retorno ni siquiera gratitud. Tal vez más tarde esto se podrá expresar.

La sorpresa de sentirse entera, de ser en el psiquesoma, que la cabeza y el cuerpo forman al fin una unidad…

Un flujo de experiencias traumáticas que van a poder ser revisitadas, o al fin vividas. No habían sido vividas, porque la persona no estaba todavía allí para poder sentirlas. En este estado secreto y nuevo que permite el pack, en la proximidad del equipo, lo que fue escamoteado va a poder ser vivido. - La atenuación de vivencias de persecución, o del delicioso sentimiento de sentirse valioso, valiosa para los demás.

Para quienes están todavía en una identidad adhesiva y en una vivencia bidimensional, este envoltorio humano va a permitir descubrir la tercera dimensión (personas que sufren de autismo).

El envoltorio permite en todos los casos el encuentro y reencuentro de un aliento de vida.

Pequeña reseña histórica personal:

Mi encuentro con el packing fue hace más de treinta años, y fue para mí una sorpresa en mi práctica en psiquiatría: fue el descubrimiento de que aquello de lo que yo les hablo hoy y que en aquel entonces no se enseñaba: que para acceder a un encuentro psíquico, es posible establecer un vínculo sensitivo, emocional, contactando y envolviendo a la persona que sufre. Lo psicosomático nos era evidente desde hacía mucho tiempo. Pero descubrí entonces que podíamos tratar el psiquismo acercándonos a las personas por el contacto táctil, y estando a la vez atentes a las expresiones somáticas y psíquicas manifestadas. Yo sabía, sin embargo, que se calma un bebé tomándolo en brazos, ¡dándole sostén y seguridad afectiva, psíquica y física! Pero todavía no se usaba, en nuestro medio lacaniano, poder pensar que hay que contactar al bebé frágil que habita dentro de la persona enferma, y sostener aquello que Winnicott denomina handling/holding. Las actividades de la vida institucional nos colocaban ya en una proximidad corporal con las personas enfermas6, pero no estábamos lo suficientemente atentes a la microsemiología de lo que se manifiesta en la corporalidad, que refleja a su vez lo que sucede en el mundo interno.

La haptonomía me permitió desarrollar esta atención. El psiquiatra norteamericano Woodburry, entonces responsable de un sector psiquiátrico sin internación en París, introdujo esta manera de trabajar en Francia. Al tratarse de un sector sin internación, los packs se hacían en la casa de les pacientes. Esta práctica se desarrolló en colectivos comprometidos con el movimiento de psicoterapia institucional. Es una pena que algunas de estas instituciones y colectivos no sigan implicados en esta manera de acoger el sufrimiento…

Esta terapia permite a cada miembro del equipo, independientemente de su estatuto, comprometerse con una acogida psicoterapéutica, bajo su propia responsabilidad, no de aplicar un tratamiento prescripto, y poder hacerlo teniendo conciencia de la dinámica transferencial/contratransferencial.

El sufrimiento extremo de una persona melancólica permite los primeros packs en el hospital de Fleury-les-Aubrais:

En 1975 fue internada, en el sector dirigido por Roger Gentis7, una señora que llamaré Germaine. Su sufrimiento intenso melancólico se acompaña de la pérdida de la vivencia de existir en su soma. Padecía un síndrome de Cotard. A pesar de su obesidad, estaba convencida de haber perdido su vientre, con la sensación espantosa de vacío inmenso en el lugar de ese vientre perdido8. Los antidepresivos no tenían ningún efecto sobre ella. La angustia era intensa y ella estaba acostada, inerte.

He aquí la secuencia de la evolución de la situación:

Germaine se encuentra en un estado dramático, ninguna evolución: se prevé una cura de electroshocks.

Frente a la dificultad de entrar en contacto con ella, más allá de escuchar su queja repetitiva y penosa de escuchar porque nos reenviaba a nuestra impotencia, tomé el riesgo de contactar sus pies. Un contacto-presencia con los pies, no hacer nada más que estar allí en contacto. A mi gran sorpresa se mostró un poco aliviada, se abrió al fin al instante presente, ella y yo juntas. Una respuesta psíquica a nuestro acercamiento mediatizada por el contacto de nuestras manos, contacto de su cuerpo con nuestras manos.

A partir de la constatación de esta sensibilidad al contacto, imaginamos un primer pack con la colega enfermera que me había acompañado, y con el acuerdo del equipo. Comenzamos al día siguiente.

Frente a la urgencia y gravedad de la situación, los packs tuvieron lugar tres veces por semana.

La evolución positiva es muy rápida. Primero pudo “recuperar” su vientre, pero con la certeza delirante de que acoge un cáncer. Luego, ya sintiéndose saludable, habla en forma fluida y agradable...

Realizamos los primeros packs con agua caliente, no nos animamos a utilizar agua fría.

Las sesiones prosiguen en ambulatorio, viene en bus cada semana.

Cometimos el error de una finalización brutal cuando nos pide una sesión de pedicuría, porque su panza le impedía hacerlo sola. En ese momento aparece el miedo a sentirnos desbordadas, y a que nos manipule.

Se produjo aquí un abandono en esta interrupción brusca del holding. Nuestro espíritu prevaleció, impidiendo la continuidad de la apertura íntima. No pudimos acoger la “pedicuría” como una demanda transferencial de restaurar su corporalidad lastimada psíquicamente. Demasiado investidas en nuestro compromiso, no teníamos interlocutor o interlocutora para ayudarnos a notar que fue justamente al tomar contacto con sus pies que la habíamos contactado allí donde estaba, en el fondo de su agujero afectivo, y que estábamos negándonos a “cuidar” sus pies…

No teníamos una reunión que nos envolviera a nosotras con una supervisión. El equipo nos tenía confianza, pero en los hechos estábamos solas.

Qué aprendizajes nos aportó esta primera experiencia, y luego los años de práctica:

  1. La importancia del contacto con los pies. El sostén de los pies permite a la persona sentir su verticalidad. Si somos sólo dos durante una sesión, une se ubica a los pies y otre a un lado. No hay que ceder a la tentación de ubicarse detrás de la cabeza antes de que parezca necesario, lo cual no es frecuente. Esto responde a que nuestro anhelo es permitir a la persona estar más presente con su base, con su psique-soma que con su espíritu.

  1. El envoltorio húmedo permite la máxima cercanía, sin embargo, estar envuelto es lo más importante y que éste sea húmedo puede no ser necesario. Por ejemplo, durante un corto periodo de la cura de Yvette preferimos no mojar las sábanas, ya que estaba en regresión a un estado de necesidad de “bueno”, que ella nombró como agujero afectivo. El calor del envoltorio vino a llenar el agujero. El shock del frío, que había permitido la regresión, no era necesario en ese momento.

  2. El descubrimiento de un aquí y ahora vivido juntes, profesionales y pacientes.

  3. La certeza de que podíamos y debíamos proponer a otres pacientes este dispositivo nuevo que nos había permitido estar-con aquelles que no habíamos podido abordar hasta entonces.

  4. El agua de la canilla alcanza: el agregado de hielo o congelar las sábanas es inútil. Se trata de un mito que perjudicó mucho a este tratamiento tan útil con niñes y adultes autistas.

  5. Si es posible, gracias a este acercamiento tan íntimo, atravesar la convicción delirante, también tiene que ser posible proponerlo a quienes necesitan atravesar las otras barreras de protección: rumiaciones obsesivas, estados disociativos, bloqueos traumáticos: duelos rupturas, interpelaciones psicóticas desorganizadas, psiquismos congelados (Bion habla de “afectos congelados”), derrumbe narcisista (tal como lo describe Zélie), falso self9.

El pack como un momento de pausa será un tiempo insólito de intercambio posible.

Evoquemos aquí lo que dice Zélie a propósito de sus packs: “mi sensibilidad haptonómica desarrollada con Juliette me permitió acoger la idea de los packs, poder estar dentro y sentir”. Hasta entonces, no había podido más que sufrir y rumiar.

Al final de su primera sesión, escribe: “soy una cosa, a veces incluso una máquina, muy útil. Mi existencia no tiene lugar más que en los packs. No sé si conseguiré hacerla vivir por fuera de ellos”. Para hacerla vivir afuera, cuando ya no necesitó packs, Zélie tuvo sesiones de pedagogía perceptiva. Pudo volver a trabajar en algo que le gusta y construir algunos proyectos vitales.

Lo que todavía no habíamos entendido:

  1. Que se trata de un tratamiento psicoterapéutico que funciona dentro de la corriente psicoanalítica, de lo cual se desprende la atención a acordar a la dinámica transferencial/contratransferencial. Si estamos en esta posición, el tratamiento está instalado en un buen lugar, es decir en la estrategia más amplia de la psicoterapia de los estados psíquicos en los que la psicoterapia verbal no es operante o no alcanza. De este modo va a ser posible remontar el punto de origen del falso self12. Este es una defensa contra lo impensable, mientras que el packing es un “vendaje” que permite pensar. Nuestra disposición de rêverie (ensueño) materna va a permitir, va a poner en juego, la función alfa de Bion, que transforma los objetos bizarros y destructores. Les profesionales desarrollan una atención particular entre elles, de esta manera su presencia fabrica un envoltorio continente que envuelve a su vez el de las sábanas. Esta proximidad, esta simpatía entre elles va a reforzar su disponibilidad. Así serán capaces de soportar y de acoger en su espacio interno los objetos beta y los objetos bizarros. Como si fueran absorbidos por el envoltorio de los brazos-sábanas. La persona envuelta podrá dejar de esforzarse para mantener estos objetos a distancia y podrá comenzar a transformarlos. Esto es lo que explica una enfermera en formación luego de su primer envoltorio:

Al principio esas sábanas me rodearon, luego a medida que iba entrando en calor, me iba como diluyendo, sentía que todo lo que me rodeaba, ustedes tres, estaban al unísono. No había ninguna imagen, sólo oscuridad, pero nada era angustiante”.

La co-presencia del equipo y del envoltorio textil disolvieron el caparazón y permitieron una proximidad/intimidad entre “envolventes” y “envuelta” que permitió a ésta acceder a lo arcaico anterior a las representaciones: oscuridad no angustiante, un aislamiento tranquilo. Si nuestra dinámica contratransferencial, es decir, nuestra posición subjetiva no es interrogada, este dispositivo no será más que un artificio que vendrá a reforzar el falso self de la persona envuelta10, o reavivará la angustia psicótica o el delirio.

  1. La importancia del sensorium se nos hizo evidente: - con el contacto psicotáctil haptonómico. - con la lectura de los psicoanalistas ingleses Winnicott, Bion, Meltzer, Bick.

- con el trabajo con bebés y sus madres.

  1. Lo que dice Jean Oury: la díada “envolvente/envuelte” cuestiona la díada “profesional terapeuta/ paciente” (en francés, “soignant/soigné”) y es eso lo que provoca tantas resistencias a esta práctica. Nuestras posiciones habituales analista/analizante se vuelven obsoletas. Esto lo descubrimos practicando, sin olvidar la importancia de la solidaridad cómplice de todo el colectivo institucional, cuyos miembros están en connivencia, sin importar su profesión inicial. Se trata de un “equipo de envolventes” y no de personas de profesiones diferentes.

  1. Aquello que otros equipos que habían hecho su propio camino publicaron en el mismo sentido pero privilegiando un aspecto diferente (Nicole de Coulon, Pierre Delion y otres).

Lo que descubrimos a medida que fuimos practicando y que produjo una evolución del setting:

Luego de los comienzos con agua caliente (!), comprendimos la necesidad del golpe de frío seguido de una entrada en calor rápida. Del mismo modo, luego de haber dejado de envolver la cabeza apareció la necesidad de un envoltorio completo. Porque algunes se enfrentaron a angustias muy profundas: el riesgo de perder la cabeza o de sentir que ésta se transformó en satélite. Envolver a la persona entera permite acogerla integralmente en su corporalidad. Sobre todo permite no dirigirse solamente a su psique-espíritu, permite escuchar más allá de sus palabras y evitar de responder con intervenciones que hacen referencia a la vida cotidiana. Es por esto que una de las personas que envuelven sostiene los pies, mientras la otra o las otras están de cada lado, a nivel de la base, muy pocas veces cercanas a la cabeza14.

¿Hay que mirarse? Según el tipo de dificultades o patologías vamos a dejar la mirada descubierta o cubrir los ojos. A menudo la persona insiste para que sus ojos queden más cubiertos.

Cuando usábamos agua caliente frotábamos todo el soma para ayudar a la entrada en calor. Ciertamente estábamos atentes al cuerpo de la persona envuelta, pero nos agitábamos. Ahora que sabemos que la entrada en calor será rápida, permanecemos presentes, nuestras manos colocadas con y no sobre la persona para estar con ella y en contacto. Esta manera de proceder se apoya a la vez en las nociones de handling de Winnicott y de contacto psicotáctil de la haptonomía.

Como todavía no sabíamos explicar la regresión a la dependencia, que no era más que una intuición, respondíamos empíricamente a las diversas demandas de la persona envuelta con elementos de confort. Al preguntarnos por qué respondíamos de esta manera a las necesidades, comenzamos a tener el presentimiento de que se trataba de la regresión a la dependencia de la que habla Winnicott. Nos era muy difícil y poco claro transmitir a les colegas en formación11 las razones de la respuesta de las necesidades, que parecía tan poco psicoanalítica. El concepto de regresión a la dependencia es abordado por Winnicott16 cuando habla del trabajo con pacientes en regresión. El enuncia recomendaciones técnicas sobre el trabajo con aquellos que, no pudiendo utilizar el dispositivo psicoanalítico, necesitan en su lugar que las sesiones estén organizadas de una manera que literalmente les “sostenga”.

La regresión es el signo de un retorno a una antigua etapa del desarrollo. La regresión del o la paciente a la dependencia en la situación psicoterapéutica está asociado a la re-vivencia de experiencias precoces y no verbales (lo que vivió Zélie) vinculadas a veces a mecanismos psicóticos. Esta reviviscencia sobreviene en el contexto de la relación transferencial, una vez que un entorno que contiene (holding) está instalado, y que el paciente está en confianza. De esta manera la regresión a un estado de dependencia puede tener lugar en el marco de nuestro trabajo como un medio para revivir un trauma del que la persona todavía no hizo la experiencia y que correspondió a una falla del entorno.

En el caso de Germaine, ¿qué fue en nuestra propuesta lo que produjo efectos tan inmediatos y manifiestos, imposibles en un dispositivo más conocido y habitual?

Volvamos una vez más a Winnicott en “Psicosis y cuidados maternos” y a la noción fundamental de “individuo/entorno”: En este artículo de 1952 desarrolla su concepción central: “en el inicio, el individuo no constituye una unidad. La unidad es la estructura individua/entorno tal como la percibimos desde el exterior”. El entorno es la madre, indisociable del lugar que ocupa el padre. Cuando leí este texto, hace mucho tiempo, escribí “packing” a un lado, porque los envoltorios constituyen un entorno que podrá acoger los afectos no elaborados, los elementos desmantelados, el derrumbe.

Si todo va bien, el individuo crea poco a poco un entorno personal y pasa del estado de dependencia al de independencia.

En un artículo de 1954 Winnicott precisa, en lo que concierne a las personas psicóticas, borderline, y esquizofrénicas lo siguiente: “a veces durante largos períodos el trabajo analítico debe suspenderse, y un setting específico del análisis ocupa su lugar”. Esto permite las condiciones de seguridad para que aflore el verdadero self.

Si el desarrollo se produce correctamente, el individuo va a poder crear poco a poco un entorno personal y pasar del estado de dependencia a la independencia. Ahora sabemos hasta qué punto este período es un desafío. Winnicott concluye: “el estudio íntimo de un individuo esquizoide, niño o adulto, se transforma en el estudio íntimo del primerísimo desarrollo de ese individuo, del estadio de la estructura individuo en torno a la salida de ese estadio”. Para explicar el mecanismo del desarrollo primitivo del psique-soma, integrando los retrasos y las patologías, va a explicar cómo a través de una adaptación activa a las necesidades del niño, el entorno le permite vivir en un aislamiento tranquilo. El pequeño bebé no sabe a qué se debe ese aislamiento tranquilo, pero puede hacer movimientos espontáneos que permiten el descubrimiento del entorno sin que el sentido del self se pierda.

En cambio, una adaptación defectuosa del niñe puede desembocar en una intrusión por parte del entorno, y el niñe se ve obligado a reaccionar a esta invasión. En esta situación el sentido del self se pierde y no se puede reencontrar más que a través de un retorno al aislamiento. El estado de aislamiento se vuelve cada vez “menos puro” a medida que el niñe avanza en el tiempo: una organización cada vez más defensiva entra en juego para rechazar la invasión del entorno. Frente a un trastorno de este tipo, una adaptación activa debe necesariamente ser propuesta por el/la analista”.

En el caso de Germaine, la cura de packs permitió este retorno al aislamiento tranquilo, y luego el descubrimiento del entorno, sin sentirse invadida. Winnicott describe el retorno a un estadio tranquilo gracias a la actitud adaptada de la madre. Los trabajos de Bion agregan otra dimensión cuando menciona la capacidad de revêrie (ensueño) materna. De la misma manera, nosotres prestamos nuestro espacio psíquico a la persona envuelta, lo que permite a los elementos destructores disociados modificarse, filtrados por nuestro preconsciente. Es por eso que muchas veces estamos muy cansades luego de un pack, porque para permitir a la función alfa operar, abrimos un espacio psíquico muy íntimo que ponemos a disposición de la persona envuelta. Esto demanda una calidad de presencia muy valiosa y poco frecuente.

Voy a citar algunos pasajes de Winnicott que tienen íntima relación con lo que proponemos para el packing:

hay que incluir en nuestra teoría del desarrollo del ser humano la idea de que es normal y sano por parte del individuo tener la capacidad de defender el self contra una falla específica del entorno congelando la situación fallada. Persiste una esperanza inconsciente de que una ocasión de volver a experimentar la falla se presente y poder descongelarla: una nueva experiencia que permita a la persona entrar regresión con una adaptación del entorno finalmente adecuada. La teoría ubica aquí la regresión como formando parte de un proceso de cura”.

Una adaptación suficientemente buena del entorno a las necesidades del paciente es indispensable para el sentimiento de existir. De esta manera el paciente encuentra una compensación y se cura volviendo hacia atrás, y encontrando en el marco analítico lo que no fue dado o no era accesible en la infancia: un entorno favorable y contenedor. Winnicott se refiere aquí al paciente que en el marco psicoterapéutico no es todavía capaz de simbolizar y no puede comunicar más que a través de pasajes al acto.

Identifica tres grupos de pacientes desde el punto de vista de los estadios de dependencia:

El primero alcanzó la madurez y puede distinguir el yo del no-yo. Alcanzó el estadio que lo lleva hacia la independencia y es accesible al análisis clásico.

El segundo grupo alcanzó o superó el estadio de la dependencia relativa. El acento estará aquí puesto en la supervivencia del analista.

El tercer grupo está compuesto por individuos que sufrieron de consecuencias de una falla de la adaptación del entorno cuando eran completamente dependientes. Son quienes habitualmente son diagnosticados como borderline, esquizoides, esquizofrénicos o normópatas12. En elles el espíritu tomó el relevo del entorno fallado, un vínculo psique-espíritu reemplazó el vínculo psique-soma. Para estas personas el análisis puede empantanarse en una seducción intelectual recíproca.

Winnicott escribe:

En el tercer grupo, ubico todas las pacientes para quienes el análisis debe tomar en cuenta los primeros estadios de su desarrollo emocional, antes y hasta el establecimiento de su personalidad como entidad separada. Antes de que el estatuto del espacio y el tiempo sea establecido, la estructura de su personalidad no está todavía establecida en forma segura. Para ellos, el acento debe estar mucho más en la manera de dirigir el análisis con punto durante largos períodos con estos pacientes, el trabajo analítico habitual debe ser suspendido. El manejo del análisis toma el relevo”18.

Con “manejo” Winnicott hace aquí referencia a todo lo que constituye el sostén (holding), que en un entorno suficientemente bueno está adquirido: el packing puede constituir ese entorno suficientemente bueno, a condición de ser sostenido a su vez por el holding institucional.

Protección respecto del derrumbe13

El self de Germaine estaba derrumbado cuando yacía sin recursos en su cama de hospital.

Winnicott sugiere que lo que faltó muy tempranamente en la vida de la persona, en términos de carencia del entorno, debe advenir en la relación terapéutica, donde tenemos la esperanza de hacer la experiencia por primera vez20. Este texto propone la posibilidad de que el derrumbe ya haya tenido lugar, muy poco después del inicio de la vida. El paciente necesita recordarlo pero no es posible recordar algo que no ocurrió, esta cosa del pasado no ocurrió porque el paciente no estaba allí para que suceda. En este caso la única manera para que recuerde lo que sucedió es hacer la experiencia de esta cosa pasada en transferencia. Esta cosa pasada y futura se vuelve entonces un asunto que se sitúa aquí y ahora, y el/la paciente realiza por primera vez la experiencia. Se trata de un equivalente de la rememoración: esta solución es equivalente al levantamiento de la represión.

Indispensable implicación de los profesionales:

Por qué envolver, rodear, contener, mojar: no se trata de jugar a las muñecas, de jugar al bebé, ni de tener poder sobre el cuerpo del otre y permitirse actitudes inapropiadas del hecho de la intimidad del lugar.

¿Qué sucede para les “envolventes”? Sucede que intentamos hacer un lugar en nuestro espacio psíquico a la persona envuelta, estar presentes con nuestro psique-soma, con nuestra afectividad y nuestra intuición, y con nuestro espíritu en pausa.

Vivimos un momento de acogida-encuentro juntes. Les envolventes deben aceptar ser atravesades y transformades por la experiencia. Cito aquí este principio de Jean Oury: “no podemos nombrarnos terapeutas si no aceptamos en retorno ser curados, en el sentido de transformados en el vínculo con el paciente”.

Es aquí donde se vuelve posible en el packing el “estar-con” de manera de que el trabajo psíquico se haga en aquelles que son tan difícilmente “aproximables”, porque están en la ausencia del sentimiento de existencia de sí o encerrados en sus alucinaciones. Alcanzar a la persona envuelta allí donde está, a veces muy lejos. Durante el pack habrá intercambios entre nosotres a través de las miradas, y de expresiones diversas: protocomunicaciones, testigos de este encuentro profundo pero a veces doloroso. Formamos un aparato psíquico colectivo que va a poder pensar lo no pensado. Esta presencia juntes va a introducir una proximidad psíquica no habitual. Nos animamos a decir determinadas cosas que no nos animaríamos a decir si estuviésemos soles, nos autorizamos a nuestra propia sorpresa. De esta manera un colectivo institucional protector sostendrá el atrevernos a acercarnos para acoger lo íntimo que la persona misma todavía no conoce.

Noé y sus colegas llegan a la reunión de “supervisión” justo después de un pack a Bernardette. Están entusiasmades porque ella descubre, se sorprende, se maravilla de poder finalmente, al fin, sentirse viva. Incluso en el agua de la piscina no se siente viva. Reflexionando acerca de que fue en la actitud del equipo lo que permitió esto, Noe dirá: “solamente el estar-con, eso alcanza, fue Bernardette la que nos permitió eso: entender la diferencia entre estar-con y ofrecer cuidados (care)”. Por supuesto ofrecemos cuidados en el pack, pero es indisociable del estar-con. Noé pueda ahora formularse que no se trata de actuar o de hacer. El hacer del envoltorio es diferente del objetivo, que es ir al encuentro. Sin el encuentro el envoltorio no tendría sentido. Luego de años de práctica, Noé pide un pack. Era algo habitual en la dinámica del equipo envolverse entre elles. Se sorprendió de la intensidad de la vivencia, de lo “bueno-de-ser”, del calor humano de esta atención extraordinaria, de una sensualidad deliciosa más allá de la genitalidad, y de la realidad de este envoltorio que no imaginaba poder sentir (dado que no “necesitaba” ese pack).

Packing y demanda:

La demanda de tratamiento no es evidente para las personas que sufren mucho, las más difíciles de tratar. Su actitud y su presentación son llamados evidentes para nosotres, pero no son explicitados. Cuando el recién nacido está en la necesidad, exige. Luego el bebé demanda cuando adquirió el gesto de mostrar con el dedo para designar lo que llama su atención. Llamamos a estas acciones “protodeclarativas”: un pasaje hacia la comunicación con otres. Muchas personas autistas, psicóticas, borderline o replegadas en su mundo interior, que viven una cáscara vacía, o algunas personas mayores no son capaces de pedir. Si esperamos la demanda de estas personas no sucede nada. Tenemos que ponernos en situación para que la persona pueda depositar lo que quiere expresar, incluso sin palabras: por eso los packs.

La demanda es función del entorno del colectivo y de la vida institucional. Esto se expresa en la “función asintótica” de la demanda de la persona que nos alerta con su sufrimiento, mientras que declara no “querer” nada.

En la función asintótica, Y es la demanda, X es la institución: Y=1/X.

Si Y disminuye, X debe aumentar al infinito.

De esta manera, cuanto más una persona está en dificultad de pedir, la institución debe mostrarse más presente y, entre otras cosas, multiplicar los talleres. Un adolescente no pedirá, romperá vidrios, se automutilará, provocará.

El pack va a permitir la demanda: simplemente porque autorizamos la regresión a ella. El pack es un tratamiento que los pacientes piden porque es algo que “hacemos juntes”, y que los vamos a buscar allí donde están, o al menos elles sienten que lo intentamos.

Sylvie se encuentra en un estado de sufrimiento puerperal agudo tal, que derivó un intento de suicidio por apuñalamiento. Una vez que comenzaron los packs, pudo salir de la internación y venir en su propio auto al hospital de día para continuar la cura. Cuando llega para su quinto pack formula lo siguiente: “avanzamos juntes, en cada sesión con ustedes descubro algo nuevo. La doctora l (su psiquiatra) es muy amable y atenta, pero casi que soy yo la que me ocupo de ella explicándole lo que me sucede”.

Una situación distinta: Isabel cuando llega para su primer pack, hace referencia a su médico que se los “prescribió” y consiguió que ella aceptara. Fue la primera vez que lograba hacer una alianza terapéutica con un médico y podía comprometerse en un tratamiento gracias a él. Esto sucedió después de varias hospitalizaciones, a demanda de un tercero. Isabel forma parte de aquellos que no sienten el sufrimiento, no puede manifestarlo más que a través de pasajes al acto delirantes, encerrándose sin comer y tirando ropa y documentos por la ventana. Esto sucedió muchas veces, luego ella retomaba el trabajo y volvía a su búnker y rechazaba todo tratamiento.

En los packs, a los que entraba como quien entra en un baño caliente, durante más de diez sesiones dijo “este asunto de ustedes no me provoca nada ni frío ni calor” (en español diríamos “no me va ni me viene”). Sin embargo venía a cada sesión. Su primer dibujo fue sólo un punto. Pero el siguiente fue una línea y el tercero un cuadrado. Isabel comenzaba a sentir su corporalidad. Luego pudo disfrutar del hacer juntes a través de squiggles.

Lo que logra decir Guy es muy evocador: él, que vivió múltiples episodios muy graves de melancolía delirante, expresa lo siguiente: “es un tratamiento que compartimos con el otro alrededor, estar con el otre. Es un envoltorio globalizante y seguro que produce la propia seguridad… el pack es algo desnudo, no solamente algo del cuerpo, no puede haber personas alrededor que sean sólo espectadoras. Ustedes me ayudaron a ponerme al desnudo. Fue bueno. Cuando decía que era como leche dentro de una taza blanca, quería decir que se trata de algo íntimo, de la intimidad conmigo mismo. Una gran intimidad más allá de la palabra. Una gran proximidad. Se puede sentir todo sin razonar. En el pack el exterior eran las sábanas. Habitualmente, el exterior son mis ideas que me torturan”.

Con el descubrimiento de un bueno-de-ser en el envoltorio de seguridad del pack, Guy pudo comprometerse con una psicoterapia, continuando con packs ambulatorios y participando también en sesiones de terapia grupal. Habrán notado que cuando él dice: “es algo desnudo” habla de una desnudez que va mucho más allá del hecho de sacarse la ropa.

El pack comparte con los talleres terapéuticos una triple función: fórica, semafórica y metafórica.

He aquí la definición de una enfermera luego de una sesión de formación: “Un pack es envolver con cuidado y presencia a una persona desnuda en sábanas mojadas frías y acoger lo que sucede”.

Es un tratamiento psicoterapéutico: la función fórica le va a permitir sentir y sentirse rodeado. La función semafórica permitirá manifestar signos: mostrar lo que duele, decir palabras. La función metafórica emergerá durante la reunión de reflexión, con un psicoanalista exterior al equipo.

Evoquemos ahora algunas vivencias respecto del pack y de sus entornos: en primer lugar he aquí las expresiones que utilizan los envolventes para situar el packing (algunes recibieron un pack, otres no):

-envoltorio

-calor

-presencia

-entorno juntes

-envolver al otre de una presencia juntes

-un envoltorio de sábanas, de calor, de manos y de palabras

-envoltorio húmedo y caliente que permite un

encuentro con el paciente, la paciente

-contener, sostener el interior, acercarse -crear, construir juntes

Annick, que envuelve a niñes con discapacidades múltiples y niñes autistas, dice: “se trata de un envoltorio de seguridad, envoltorio que desarrolla intensamente la vivencia de seguridad”. Todas las personas de su equipo subrayan la importancia de las sábanas mojadas.

Josiane envuelve a Pierre, un joven muy delirante. Al final del primer pack nos dice lo siguiente: “el pack logró frenar algo que molestaba al paciente y a los demás: el delirio. Al contrario, en lo que a mí me concierne, pudo revelar algo que no molestaba a nadie más que a mí misma: esa máscara de simulación, esa apariencia”. Y precisa: “para mí se trató de autorizarme a estar en mi sufrimiento, para Pierre fue autorizarse a sufrir menos”.

Eliane: “no quiero hablar de la técnica, que se ajusta, que es diferente en función de cada persona: pero puedo hablar de lo que me sucede a mí, cuando estoy en posición terapéutica en el pacto antes de la formación, aunque había leído mucho, me alcanzaba con estar sentada al lado del paciente y escribir lo que decía o notar sus reacciones. Ahora me siento enriquecida, no solamente gracias a un saber teórico, sino más bien de una nueva manera de ser terapeuta en el pack. Aprendí a mejorar mi saber hacer para afinar un saber ser. Intento estar presente, acoger, acompañar. Estoy allí, con él, con ella, receptiva a sus reacciones, a través del tacto. Toco sin apoyar. Me siento en una relación continente sin ser intrusiva. Me concentro sin invadirle. Soy receptiva sin estar en fusión. Caliento sin quemar. Es mi manera de acoger un ser en sufrimiento allí donde está, en su integridad, y permitirle reconocer que existe”.

Eliane integraba el equipo que envolvió a Yvette. Es impresionante constatar que lo que ella escribe desde su propio lugar resuena completamente con lo que recibió y explicitó Yvette.

Louis, educador en un Instituto médico-educativo: “Podemos entrar en pausa un momento para reencontrarnos, con el envoltorio y las personas alrededor, para luego volver a empezar, descubrir otra cosa”. Abrir y compartir: la persona envuelta nos comparte algo que no podía comunicar. Lo que puede salir es “lo malo”, como en el caso de Olivier, que no habla, y por eso escupe.

En el pack no escupe. Acogemos a Olivier con todo lo que expresa, no entendemos todo, pero soportamos no entender.

Carmen, enfermera: “amor, completa presencia, respeto... es un tiempo privilegiado en el que cada persona implicada está en una presencia total para que la persona envuelta pueda entrar en contacto con su intimidad profunda”.

Cuando Carmen recibió su primer pack la maravilló la intensa atención que sintió por parte de les envolventes, nunca había experimentado eso de la parte de sus numeroses analistas.

Céline, psicomotricista: “crisálida de seguridad, entorno sereno, atento, momento único por la serenidad de las personas alrededor mío. Todo allí a la escucha del otros, a la vez diferente y tan cercane. Medio de entrar en contacto con el otro detrás de sus repliegues patológicos. Esto me evoca la cura de Sabine: niña autista, todo el equipo estaba muy inquieto por esta niña que estaba completamente ausente al mundo exterior: estuve muy sensible al apoyo de los pies de Sabine durante su pack: si yo me retiraba, ella apoyaba. Logró acercarse cuando le dije que yo estaba descubriendo con ella ese tipo de contacto. Al día siguiente pude saludarla de otra manera”. Luego: “esa humedad permite la regresión, en el sentido de volver a lo originario, al verdadero self en nosotres y a lo fundamental escondido detrás de nuestra fachada, y descubrir detrás de nuestro sufrimiento de adulto ese sufrimiento de la niñez”.

Laurence escribe: “esa humedad permite regresar, en el sentido de volver a lo originario, al verdadero self en nosotros y a lo fundamental escondido detrás de bambalinas, y descubrir detrás de nuestro sufrimiento de adulto ese sufrimiento infantil debido a fallas en el desarrollo”.

Los packs de Clarisse:

Esta situación me permitirá presentarles la utilidad de los packs húmedos con personas no psicóticas cuyo trabajo analítico los mantiene en su espíritu. Con este abordaje van a poder bajar de su cabeza como lo hizo Yvette. Estos packs transcurren en la asociación Parentèle14 donde Clarisse venía con su bebé. Además de este espacio, la mamá tenía un espacio de psicoterapia individual y otro, con otra analista, con su bebé. A pesar de la alianza terapéutica no había ningún avance. La bebé no dormía y la mamá estaba en dificultad. Clarisse pesaba un kilo seiscientos cuando nació. Estuvo en incubadora tres meses sin ningún contacto con su mamá. La incubadora estaba tan lejos del lugar donde le permitían verla que la mamá llevaba unos gemelos para poder verla mejor…

Primera serie:

Ocho packs con dos psicoanalistas formadas en haptonomía: su terapeuta y la de su hija. Durante los primeros seis packs no pudo sentir calor a pesar de nuestra presencia y del calor del ambiente. Durante el sexto pack (el último previsto a causa de este frío imposible de atravesar) surge un empuje imposible de reprimir. Escribirá en su casa luego de la sesión: “al fin logré hacerme nacer”. Este pack permitió que pueda comenzar a asociar y a trabajar de otro modo en su psicoterapia, y sobre todo poder abordar otros temas que sus hijes. Ahora podía estar en el mundo por sí misma, sin pedírselo a su bebé.

Segunda serie:

Ahora es directora de una guardería, y sigue siendo “devorada” por sus hijes, por les niñes de la guardería, sus colegas y su marido. Durante la primera sesión siente el placer de un nacimiento tranquilo. Dirá: “ahora estoy en el mundo de un modo diferente”. Ya no es “comestible” para les otres. Se establece, se ubica; puede “tomar volumen” en los dos sentidos de la palabra: sus pechos recuperaron el volumen de antes de tener hijos, y puede ahora asumir sus responsabilidades profesionales.

Continúa su psicoterapia. Durante sus dos curas de pack Clarisse pudo acceder a su intimidad, en lugar de aguantar siendo objeto de deseo de todes. Pudo dejar que aparezca la mujer, mientras que hasta entonces había sido la bebé aislada, helada y sufriente en su incubadora.

Con todo lo dicho hasta aquí intentaré ahora un recapitulativo de lo que puede suceder en una cura de packs:

En primer lugar el acceso a lo íntimo, de aquello que está contenido en lo más profundo de cada uno. Cuando eso interior está en vínculo con les otres, se trata de intimidad compartida. Mi postulado de base es que el packing conduce a lo más íntimo de la persona envuelta y de aquelles que la envuelven. Una intimidad a la vez contenida en cada une y que va a compartirse entre la persona envuelta y las que envuelven, pero también entre las que envuelven, porque son interdependientes.

Retomo la frase de Jean Oury: “la díada envuelte/envolvente cuestiona la díada terapeuta/ paciente... esto explica las múltiples resistencias a este tipo de tratamiento”.

Ser capaz de no cuestionar, para aprehender las ocasiones fugitivas que permiten a la persona envuelta no contar, sino expresar lo que había en el aquí y ahora. Estar presente en particular durante el silencio. Luego al momento de salir de las sábanas, para ayudar a la persona a volver a verticalizarse en el mundo exterior, todavía envuelta en la sábana seca y caliente, le proponemos un modo de expresión diferente a través de una representación de lo vivido: el dibujo o squiggle. Pasamos así de lo sensorial a la representación.

En otro lugar de palabra será posible pasar a la simbolización.

Preciso aquí que no se trata solamente de lograr que la persona se vuelva accesible detrás de la barrera de contacto, cambiando el entorno o el clima, a través del envoltorio y del golpe de frío. Porque, por supuesto, ese golpe de frío, seguido de una entrada en calor rápida, permite deshacerse de las protecciones patológicas o ineficaces. Se trata de estar juntes, de ir al encuentro.

Descubrimos una intimidad de otro espesor. El sumergirse en sí misme está sostenido por la relación particular transferencia-contratransferencia. Como ya lo escribí antes: en el pack la persona en su totalidad es tomada en cuenta simultáneamente: su cuerpo, su psyche, su afectividad y su espíritu. ¿Cómo lo logramos? Envolviendo a la persona en sábanas mojadas, o a veces secas. Pero también envolviéndola de atención y con respeto. Envuelta en brazos-sábanas.

Ya dije hasta qué punto la obra de Winnicott nos es valiosa para sostener este trabajo. El describe con mucha delicadeza las primeras relaciones del bebé con su entorno. El proceso de personalización se realiza cuando la psique logra habitar el cuerpo: es el resultado de los contactos manuales, el “handling” de los cuidados primarios del bebé cuando necesita ser bien sostenido (holding). Es el tiempo de la dependencia absoluta, cuando la madre (no deprimida o no psicótica) está en un estado de preocupación materna primaria. Es esta dependencia absoluta que proponemos en el pack, lo cual tiene como consecuencia una exigencia de fiabilidad absoluta de la parte de los psicoterapeutas que envuelven. Esto permite una regresión a la dependencia y de esta manera responder a las necesidades expresadas, en el pack y solamente durante éste.

La haptonomía enriqueció considerablemente nuestra práctica del packing, desarrollando la capacidad de presencia al otre. Estar presente al otre en su integridad, de los pies a la cabeza, sin olvidar su tridimensionalidad, permitirá contactar la persona, en lugar de aplicar las manos sobre un cuerpo. Primordial, esta calidad de presencia conduce al equipo a afinar su sensibilidad a lo que se vive.

Es lo que Noé ubica con mucho placer tras una larga práctica de packing: “solamente estar-con alcanza”. “Estar-con”, es decir abrir todas las escotillas, y sobre todo no conversar. He aquí el comentario de otra colega: “desde que nos instalamos en lo que sentimos, no soportamos más el blabla”. Porque hay una tentación de conversar para pasar el tiempo y asegurarnos de haber hecho algo… Es difícil quedarse en silencio juntes, solamente atentes a quedarsecon, y poder identificar lo que siente la persona envuelta, y lo que sentimos nosotros, envolventes, en toda nuestra persona: corporalidad-afectividadpensamientos. El camino hacia lo sentido en la intimidad se traza en el encuentro creativo de las presencias. Es importante estar con el psique-soma, detrás de la barrera del espíritu. Por eso durante las sesiones el equipo tendrá mucho cuidado de no ser curioso, y saber quedarse en silencio si es necesario. Para encontrar las palabras justas, las que provienen de la intimidad de unes y otres hay que estar lo suficientemente cerca. Se constituye entonces otro envoltorio: el envoltorio sonoro de la expresión en sonidos, palabras, a veces en canciones. No se trata de “exprimir” las preguntas para que nuestras orejas caníbales saboreen lo íntimo de la persona envuelta, como si apretáramos un tubo de leche concentrada, ni de darle consejos de cómo pensar bien o cómo comportarse.

El sujeto transicional

Lo que permite quedarse en la calidad de presencia requerida para realmente estar allí en una situación muy difícil es que estamos en un estado de identificación parcial con la persona envuelta. El psiquiatra y psicoanalista italiano Gaetano Benedetti nombra como sujeto transicional lo que sucede entre el paciente y el terapeuta para que sea posible encontrarse. Veamos cómo lo presenta: la identificación parcial del terapeuta con el/la paciente es percibida inmediatamente por ambos y conduce una identificación simétrica del/ de la paciente con la imagen que el terapeuta, al identificarse, se representa de él. De manera manifiesta, estos fenómenos sobrevienen en un espacio que podríamos llamar “inconsciente terapéutico común”, y que sólo la intuición del terapeuta puede entreabrir. Este inconsciente terapéutico común es el encuadre en el cual se esboza el sujeto transicional. Por supuesto, para que esto sea posible hay que estar envuelte y reconocide.

El packing, psicoterapia individual practicada por un equipo institucional

Vuelvo aquí sobre la posibilidad de pluridisciplinariedad del equipo: que todos quienes lo deseen puedan entrar en el equipo de pack, con la única condición participar regularmente de la supervisión. Estas “capas”, estos diferentes lugares en el colectivo, siendo cada una indispensable, pueden imaginarse como una estructura de capas de cebolla: la capa exterior es la vida colectiva institucional.

El equipo y el colectivo

El packing es una psicoterapia individual, practicada por un equipo institucional. Vuelvo aquí sobre la posibilidad de pluridisciplinariedad del equipo: que quienes lo deseen puedan entrar en el equipo de packs, con las únicas condiciones de haber sido formade, de haber recibido un pack durante su formación y de participar regularmente a la supervisión. Todes no lo desean y hay otras maneras de participar: favoreciendo la disponibilidad de los colegas o simplemente en una disposición que no dificulta la disponibilidad de quienes sí lo desean. Esta distribución de diferentes lugares en el colectivo, siendo cada una indispensable, se puede imaginar como las capas de una cebolla. La capa exterior es la vida colectiva institucional, con la vida cotidiana, el club y sus reuniones, esta vida colectiva indispensable para contener todo el resto, con todas las transferencias del/la paciente sobre una u otra estructura. Luego, por encima, los pequeños grupos terapéuticos con o sin mediaciones. Luego las entrevistas individuales. Aquí llegamos a la capa de la relación psicoterapéutica dual. Sin embargo, allí donde se encuentra el germen de la cebolla, lo más íntimo desde mi punto de vista, es aquello hacia lo cual el packing nos lleva: hemos pasado de toda la institución con los distintos lugares de investidura posibles, al packing, el más pequeño espacio de sesión, porque está en la dimensión de la corporalidad de la persona. El encuadre, es el conjunto brazos-sábanas que propone el equipo envolvente. Lo íntimo está en el aliento reencontrado o cortado, la temperatura, los más ínfimos movimientos de las distintas partes del cuerpo, los sonidos, las miradas, los temblores, las palabras inesperadas, y particularmente el silencio. El descubrimiento del silencio juntes con alguien que delira, o que respira tranquilamente, nos lleva lejos de la sensación de que “no pasó nada” durante el pack: ya no nos aburrimos. Terminaré sobre esta cuestión tan importante y que nos ocupa y preocupa mucho en los diversos equipos: ¿cómo pasar de una posición terapéutica a otra, de la que asegura y participa de la vida cotidiana a la que se compromete a envolver?

Algunos terapeutas no sólo se acercan a sus pacientes, sino que se ponen también en su lugar para acoger y superar sus conflictos y angustias”

Gaetano Benedetti, La psychothérapie des psychoses comme défi existentiel,

Toulouse, Eres, 2003

Traducción: Luciana Volco

Corrección: Gloria Silva y Luis Tomé




1 Juliette Planckaert es psicóloga, psicoanalista y haptoterapeuta, supervisora del equipo de pack de Saumery, practica los packs desde hace 30 años en consulta e instituciones.

2 Algunas pocas personas no están preparadas para este tipo de contacto.

3 D.W. Winnicott: *L’esprit et ses relations avec le psyché-soma*, p.139, Ed. Payot.

4 Op. cit.

5 Pierre Delion, psiquiatra infantil, Profesor de la Facultad de medicina de Lille, desarrolló en su servicio el packing a niñes autistas. Su bibliografía es apasionante.

6 Comidas en común, piscina, danza, camping compartiendo carpa...

7 Roger Gentis: *Écrire un pack*, en *L’homme sans qualité*, editorial Eres.

8 Luego de varios packs, cuando “recuperó” su vientre, se revelará que esa angustia somática era consecutiva a una cancerofobia que cesará con los packs.

9 “...en el estadio más primitivo, el verdadero ‘self’ es la posición de la cual provienen el gesto espontáneo y la idea personal. Solamente el verdadero self puede ser creador y puede sentirse como real. Por el contrario, la existencia de un falso self engendra un sentimiento de irrealidad. El verdadero self proviene de la vida de los tejidos corporales y del libre juego de las funciones del cuerpo, corazón y respiración incluidos. Está estrechamente vinculado con la idea de un proceso primario”, Winnicott, *Processus de maturation*, Ed. Payot.

10 Razón por la cual si un miembro del equipo pone en juego inconscientemente mecanismos de identificación proyectiva, la persona puede entrar en un estado de marasmo.

11 Frente a esta forma de acogida insólita, los debutantes se ven tentados a observar con su espíritu. En “Aspectos...”, ya citado.

12 Expresión de J. Oury que designa las dificultades psíquicas comunes a todes. En “Los aspectos...”, op. cit.

13 En referencia a un artículo de Winnicott publicado tras su muerte: *Miedo al derrumbe*.

14 Parentèle es un lugar de encuentro madres/padres/niñes desde la concepción hasta los dos años del niñe, acogides en presencia haptonómica y con una referencia psicoanalítica.




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