Claudia: Bueno, ¿vamos empezando?
Bueno, yo creo que todos, más o menos, al menos los que hemos andado en el circuito del grupo de estudios, la hemos conocido a Marie. Vino en el verano, estuvo compartiéndonos un rato de pensar en torno al tema que estábamos trabajando con el libro de la Elsa Dorlin, Defenderse. Bueno, ahí tuvimos un primer contacto presencial, como grupo. Después hemos estado charlando, chateando, soñando cosas.
Todo empezó diciendo que no iba a participar virtualmente en el grupo de estudios porque el Zoom la hacía llorar, entonces dijimos no hace falta, te esperamos. Y cuando viniste, Marie, ya estaba... A la semana siguiente salió.
Marie: Estaba saliendo ahí. Sí, me acuerdo que hablábamos en el patio que estaba ahí, donde se hacía la presentación. Eso fue, ¿qué?, ¿fin de noviembre?
Claudia: Claro. Fin de noviembre.
Marie: Algo así. Y salió en diciembre.
Claudia: Bien. Bueno, y justo coincidió que venía la Marie ahora a Córdoba, al casamiento de unas amigas, así que apenas me enteré, nos contó, dijimos hagamos algo, hagamos una presentación. Y después yo fui diciendo que sea una conversación.
En estos nueve, ocho días la idea fue empezar a leerla. Y lo que me salió es hacer una pequeña bitácora de estos días de lectura del libro. Después pasamos a conversar un poco con la Marie y ver qué resonancias, conversar entre todos.
Es cortito lo que escribí, y les leo:
Día uno: Marie escribe y dice voy a Córdoba. Es un mensaje con consecuencias. Antes incluso de poder contestar este mensaje, alguien en la consulta esa misma tarde relaciona sus trabajos de registro con algo de lo que ella dice en un seminario, en algún lado. Antes incluso que le cuente a él que Marie viene, personas están ese mismo día pidiéndole sus libros. ¿Qué se agita allí? ¿Qué tocamientos son esos? ¿Qué contactos sin tacto?
¿Lo presentamos? Lo presentamos.
Día 3: Estoy leyendo, subrayando. Estoy muy demorada, me digo, me colgué ya con la historia de la correspondencia entre Elizabeth de Bohemia y Descartes. Marie hace de esa primera hendidura que le presenta Elizabeth a Rene a través de la cuestión del tacto, un lugar por donde el edificio del dualismo empieza a derramar. Y siento cómo, de esa operación de meter mano en esa hendidura empiezan a salir cosas, intuiciones corporales, pensamientos que pesan y cuerpos que no se avienen a ser una res extensa, que derraman también más allá de la piel, igual que derrama la oposición individuo-colectivo, cuerpo-psique.
También me demoro en los cruces entre psicoanálisis y marxismo, cuando dice: no se trata aquí de pensar los lazos, los acuerdos y desacuerdos entre lo individual y lo grupal, entre sujeto y sociedad, entre psiquismo individual y psiquismo social, entre trabajo clínico individual y trabajo o acciones políticas colectivas; ni de hacer puentes, ni de hacer converger acuerdos/desacuerdos. Se trata de la co-extensión radical, de base, entre uno y otro, no tanto cómo se alían, sino cómo emergen conjuntamente.
Listo. Toda nuestra maquinaria colapsada, nuestras pequeñas excusas, nuestros modos de resolver: un poco y un poco, ni tanto ni tanto, el dulce equilibro, el ansiado punto medio. No, no se trata de eso. No se trata de revalorizar el cuerpo, no hay un anuncio de una salida del dualismo o soluciones holísticas totalizantes. No se trata de una nueva y buena teoría del cuerpo.
Rajarse del marco binario, y de todos sus nombres, activo-pasivo, femenino-masculino, winner-loser no vienen por el lado de las prescripciones. Me muero, me dice Marie al segundo o tercer trago de Penicillin (whisky escocés, almíbar de jengibre, jugo de limón, perfumes de islay) si llegan a decretar el uso obligatorio del lenguaje inclusivo. Yo, que mezclé con Negroni la sigo leyendo. Rajarse de los marcos binarios es otra cosa: abrir, hender. Huir no es renunciar a la acción. Rajarse es asumir también las huellas, las cicatrices que dejan esas fugas.
Pienso con nostalgia: ¿qué haremos, querida Marie, con todos estos siglos de poesía del alma, con el cuerpo tallado por el dualismo, con todas las veces que nos disculpamos diciendo: no sos vos, es tu cartesianismo? ¿Qué quedará de nosotros sin él? Una Marie borgiana supongo que contestaría: hay tantas otras cosas en el mundo.
Sigo demorada. Me reto, esto es una presentación y no el divague de un grupo de estudios, señora, diga algo del libro, algo que sea claro y distinto y que pueda la gente que nos escucha diferenciar y oponer y jerarquizar.
Entiendo cómo están chocando mis operaciones de lectura, colapsando mis habilidades presentariles. Marie me explica: los efectos del pensamiento cartesiano sobre las prácticas de relación entre saberes/poderes funda, en la diferencia cuerpo-mente, un método de conocimiento racional, vertical, a distancia, claro y distinto, legítimo. Esta lógica racional regula e higieniza la relación con toda sensorialidad, reparte las voces y los gestos autorizados, las prácticas y discursos sobre los cuerpos.
La señora que hay en mí se tranquiliza un poco. Marie no está criticando al dualismo y al binarismo ni se está quejando ni defenestrando nada. Su operación de escritura es más una mostración de cómo ese culo que está entre dos sillas, entre dos lenguas, ese sapo de muchos pozos salta del campo de las prácticas somáticas, de la danza, a las clases y los talleres, a las camas y las casas y las luchas feministas. No porque todo sea lo mismo. Insiste y se obsesiona en mostrar esa correspondencia, esa continuidad. Y llego yo agotada de seguirla y de haberme hecho por un rato, por unos días, en esa misma co-extensión. (Nota mental: el binarismo nos oxida las articulaciones, los movimientos. Es como tener tres atmósferas encima, bancatela, ¿qué esperabas?)
Día 5. Hay un tufillo de fracaso en todo esto.
Día 6. Al tiempo que estoy soñando que fracasa esta presentación (un sueño, sueño, de esos que uno hace dormida) llega un mensaje de Carola que dice que no se puede hacer la presentación en el lugar que estaba planeada.
Día 7: Marie sueña en correspondencia, otro sueño de fracaso de la presentación. Sí, nos contamos los sueños. Y los sueños también cuentan. Piensan. Son operaciones de pesaje.
Bueno, digamos cuál es el fracaso: no van a encontrar en este libro un púlpito al que subirse y despotricar contra el dualismo. Ni asomo de esas pequeñas satisfacciones de la queja, ni la virulencia de una defenestración. Es algo más sutil: muestra, mete mano en esas fisuras, sigue la fibra, expande. Cuando puede también hace otras cosas: asesta golpes/preguntas. Es un libro plagado de acciones. Parece que nos dijera que no se trata tanto de entender o de bien explicar, sino de pequeños ensayos, comprobaciones.
Como cuando nos dice: sopesar el cuerpo de otro, dejarse sopesar por otro, dejarse sopesar por el piso, sopesar algo del piso a través del contacto, dejar que mis pies sopesen mi cabeza como modo de caminar, que mi cadera sopese mi tronco, pero también mis piernas a través de la articulación de la cadera, mi brazo sopesando mi antebrazo, así infinitamente, un modo de ahuecar preguntas sin respuesta, de implicarse con la situación gravitatoria, global y fragmentaria, situada y móvil.
Día 7: Abandono toda esperanza de tener una perspectiva, un punto de vista, una visión global, alguna idea a modo de vuelo de pájaro para transmitir sobre el libro. No se puede. Porque hay allí, aquí, pequeñas historias. Y hay que seguirlas. Demorarse y hacer morada. Este libro lleva 10 años escribiéndose. Y reclama para sí la paciencia de un encuentro. Retomarlo o remontarlo como se remonta un río, en sus pequeñas estaciones, parajes. Seguirla en el trabajo de detallar, de meter mano, siguiendo la fibra, la hendidura, expandirla, meter preguntas allí. No es un trámite. Es asumir un uppercut al dualismo, menos como una guerra que nos obnubila, que como una cocina de elaboración de unas armas tiernas. Hay una decisión política, diría, de no tener que dejar fuera el lado B para poder decir algo del lado A.
No sé si El Señor la habrá elegido como su mejor guerrera para darle estas batallas, pero de todos modos queremos que nos cuente, y queremos saber por resonancia, por contacto, y no por representación.
Si yo fuera una presentadora televisiva quizá empezaría esta conversación diciéndole: ¿Marie, vos cuándo te diste cuenta que algo de todo esto no iba muy bien?
Marie: Anoche soñando que no se iba a poder hacer porque no te iba a poder escuchar. La conmoción que tengo está redoblada por el hecho de que había anticipado que no llegaba para escucharla a Claudia.
Claudia: Eso era parte del sueño...
Marie: Entonces el hecho de haber llegado a escucharla ya es como triplemente más feliz.
Claudia: Está siendo un éxito.
Marie: Dentro de tanto fracaso. En cualquier momento volcamos un vaso.
Claudia: Bueno. Son muchas vías, son muchas cosas y por ahí lo que se te vaya ocurriendo y también, al escucharte, lo que se me vaya ocurriendo preguntarte.
Marie: Sí, igual me gusta el juego, soy obediente.
Pero antes quiero decir gracias. Porque creo que esa imposibilidad de punto de vista sobre el libro, incluso es lo que me pasa. Antes de venir acá, al ver que me estaba poniendo nerviosa, agarré el libro, empecé a leer de vuelta 17:37 Estás leyendo tu propio libro, o sea, tenés que preparar. Digo, la verdad que no sé, pero estoy intentando repasar algo.
¿Cuándo me di cuenta que algo de todo esto no iba bien? Ay, esto era una ficción, pero podría decir cuando una vez saliendo del vestuario de un lugar de ensayo, después de una impro, alguien dijo: no, es que salió así porque fue el cuerpo lo que habló y dejé la cabeza en el vestuario. ¡Ah! Y ahí dije algo para dar cuenta de lo que efectivamente había pasado que era un momento muy consistente de composición. Creo que ese fue uno de los momentos donde puedo decir que algo se hizo como una gotita de inquietud, que es parte del trabajo de estos diez años. Es cómo damos cuenta, cómo deshacemos algunas de las primeras herramientas que tenemos, que vienen ya formateadas en el supermercado para dar cuenta de lo que pasa en experiencias somáticas 19:02. Y tal vez también lo que pasó, porque no fue la primera 19:14. Como más en este formato, y eso es más reciente, de qué manera esa inquietud se cruza con otra inquietud. O que me permitió revisitar otra inquietud. Fue cuando en algún momento de mi vida me dijeron que ya no podía andar en cuero. Y que mis hermanos sí. Y que algo ahí, que la dejé pasar más o menos en ese momento, creo que algo que acompaña la escritura del libro es el ensayo, o sea la prueba escritural de poder pasar de una escena a la otra. O de poder revisitar esa. Poder pensar conjuntamente estas dos gotitas, o cicatrices. Tal vez el libro podría haber sido eso: cuarenta páginas y esas dos cosas. Pero por qué, o cómo, más bien, podemos dar cuenta... O qué es todo lo que tenemos que deshacer para poder transitar conjuntamente esas dos primeras veces, que no hay una que anteceda a la otra, sino que es... No sé, incluso en el momento de tomar una clase de Feldenkrais y decir: che, hay algo que está pasando acá que es una herramienta que tiene que vérselas con las discusiones más filosóficas. Y que para vérselas no es tanto hacerse las mismas armas para poder ir a ese ring de boxeo y poder discutir con estos filésofos, sino encontrar en qué direccién pueden elaborarse esas armas. Esas armas propias de algunas précticas que son las que me permiten sobrevivir, més o menos. Por eso fueron diez años.
Sí, creo que sería eso. Y después, cuando te escuchaba, una de las otras cosas que se me convirtieron en obsesión, gracias a la penicilina, pero que fue la pregunta por la lengua que me hiciste ayer. Esto antes de ser un libro fue una bitácora que primero se presentó en Francia, y decidí que tuviera una suerte de estado larvario antes de la escritura que tiene su linealidad. O sea, la escritura es una palabra después de otra palabra después de otra palabra y una página después de la otra. La podés empezar por el principio o por el final pero... Y la bitácora son cuatro hojas de papel calco que están superpuestas. Y cuando la estaba por presentar se acercó una muy amiga, colega, aliada, todo lo que quieran, de esa gente que me acompaña a mí. Y lo ve y me dice pero está en español, no sirve para nada. Y fue como ttkkkk. Fue una decisión también con la editorial, de que este libro, a diferencia del primero, se publique primero en español. A diferencia de Pensar con-mover que fue totalmente escrito en francés, y traducido por Pablo. Este fue, cuando logré ablandar a Pablo y decirle: mirá, te voy a mandar algunas cosas en francés y algunas cosas en castellano y bancatelá. Pero porque ese otro idioma se convirtió en un espacio posible para mí, para despulir esas armas. Y, de hecho, había cosas que en la presentación en francés no podía decir en francés. Y ahí fue como... Entonces hay algo de Perder la cara que es esa transición mía. De cambio de lengua.
Eso por las preguntas que me dejaste de ayer. Que por ahí tienen más importancia de lo que... Yo me suelo hacer la boluda con esto. Con esta cuestión del idioma.
Claudia: Claro, vos sabés que a mí me pasaba... Podemos contar un poco de dónde viene el título, Perder la cara. Ya lo contás vos. Porque en ciertos momentos me parecía que yo lo leía como: bueno, estas son experimentaciones que tienen que ver con gente que hace cosas con el cuerpo, como la danza. Y no.
Marie: Sí, ahí es difícil. Porque sí es el lugar desde el que yo puedo pensar. Pero a la vez no es solamente el lugar de enunciación. Hay un pequeño trayecto. Tal vez Pensar con-mover era más... Incluso un amigo me dijo: mi novio no me ayuda en la mudanza porque estaba haciendo los ejercicios de pensar con-mover. Y le digo: si no hay ejercicios. Te engañó. No te quería ayudar a mudar, punto. Y después tuve la charla con el novio y le digo: che, ayudalo en la mudanza. Y me mostró todos los ejercicios que había encontrado en Pensar con-mover y dije: bueno, casi me convence. Tal vez este tiene otro lugar de interlocución. Y por eso digo, es difícil porque tampoco tiene una presunción de universalizar una experiencia corporal o una experiencia somática, sino más bien de particularizar o de singularizar esas experiencias, en cuanto experiencias de pensamiento, en cuanto experiencias conceptuales que valen o que tienen la consistencia para esa pequeña piedrita. Y puntualmente Perder la cara, que muchas veces me dicen: ah, pero ¿por qué no es Perder el “rostro”? Y ahí incluso pasando por el francés: O sea, no son las lecturas de la rostridad y estas cosas. No pasa por ahí, sino por justamente face, que en francés es cara al mismo tiempo que frente. Entonces perder la cara es perder la frontalidad del ejercicio del genérico de una mirada oculo céntrica, que esa fue nuestra conversación en el patio con pileta, cuando era verano. Y eso que para mí aparecía mucho en algunas prácticas mías o prácticas que estaba acompañando de que simplemente se instaura otra relación con la espacialidad y con entrar o salir del espacio que la relación frontal. Tiene mucho más que ver con una frontalidad que con la cuestión de la cara como identidad, rostro, bla bla bla. No va por ahí. Entonces sé que hay algo que puede ser un engaño del título. Que puede ser una equivocación. Pero que no es específicamente para mí, o es específico en mi experiencia, en mi espacio de pensamiento, pero no es exclusivo de ejercicios corporales, para decirlo de alguna manera. Sino que, un poco lo que me interesaba era decir: bueno, esa manera frontal, focal, central de ejercitar la mirada induce, co-construye lo que son los pensamientos legítimos de expresar, que son los claros y distintos. Y las voces autorizadas a circular, que son cuando lo tenés bien claro. Solamente cuando lo tenés claro. Eso se convirtió como una suerte de esos lentes de realidad virtual, esto es gracias a la enseñanza infantil, o a un traje en la piel que me volvió muy alerta a eso. Durante diez años era como “ching”: ¿cuántas veces, en cuántas situaciones, en cuántos momentos se volvía a apelar? O sea se hacía una gran declaración: Consideramos conjuntamente, integrando mente y cuerpo, no somos igulistas. Grandes anuncios de estar en prácticas no dualistas, pero volvía, por ejemplo, ese pedir disculpas diciendo perdón, no lo tengo muy claro. Entonces se convirtió en una especie de acidez, o agudeza de los poros. Como decir “shing-shing”.
Y después, ¿cómo dijiste? Que podés hacer de la escritura del registro de un agite. Eso fue el trabajo más de jugar a cambiar los modos de escribir. No sé si jugar, pero sí. O de forzarte a ver hacia dónde tenés que cambiar la manera de escribir para llegar hasta ahí, sabiendo que siempre estás al borde de no poder decir nada. O sea, no como una gran celebración de poner en palabras. Creo que eso es la otra expresión que... “Nos tenemos que poner en palabras”, como si fueran recipientes y que tenemos que poner experiencia adentro de un recipiente que serían las palabras. Ustedes saben más que nadie que se comportan de otra manera estas fucking palabras. No son recipientes. O sea, tenemos que encontrar el buen recipiente, bien adecuado, y muchas veces las dificultades, desde las experiencias de danza o la experiencia somática dice no, pero esto no se puede poner en palabras. Yo digo, no, tal vez se puede convivir con palabras. Se está conviviendo entre palabras. Que es distinto de poner en palabras. El tema es que cuando se empieza, no desde el fracaso porque a ese llegamos, pero desde esa imposibilidad declarada, se alimenta un ideal de absoluta traductibilidad o un gran misterio secreto: la experiencia intransmisible. Y para mí las dos nos joden la vida. Esos dos polos. Eso también, hace mucho que me apareció como dos escollos en los que iba chocando. Uno, otro. Y cualquier conversación colectiva, cualquier intento de escribir a partir de mi experiencia de danza nos dábamos contra “no, no, eso no se puede decir” y el otro “tenemos que encontrar la palabra para poner bien en palabras”, como si no estuviera ya lleno todo el tiempo de palabras y como si no hubiera otra articulación posible.
Claudia: Era impresionante porque, realmente, me parece que yo no tenía realmente consciente hasta qué punto la operación de lectura mía para presentar un libro tenía que ver con encontrar justamente lo claro, distinto, jerarquizable. Y realmente era imposible abordarlo desde ahí. Y que tampoco era ponerme a contar una por una las historias. Entonces me parecía que algo en esa operación de la escritura del libro estaba muy... Me sale decir muy inconsciente, no sé porqué, pero estaba muy presente que eso no se podía. Que había que hablar y escribir como, me sale decir, como era.
Marie: Sí, de hecho, es lo que te decía ayer. Hasta ahora nadie escribió o presentó el libro y me di cuenta de a poquito que era un libro impresentable. Creo que es un libro impresentable y yo lo voy entendiendo. Yo no sé qué escribo. O sea, una se da cuenta, como seguramente todo lo que ustedes hacen: lo hacen y después en algún momento les caerá alguna ficha de lo que más o menos estaban haciendo. Pensando también los modos de producción y de organización de lo que hacemos, permite muchos sentidos que sea así, acá, de esta manera. Es entender el modo de existencia de ese libro, totalmente. Va más lento y trae menos plata.
Claudia: Sí, que ahí, yo pensaba, porque vos hacés un juego con “demorar” y “morada”, ¿no? Y mi sensación todo el tiempo era de me estoy demorando. Después decía: bueno, sí, es que de eso se trata. Lo estaba agarrando como si fuéramos a hacer un grupo de estudios con eso, capaz que vamos a hacerlo.
Público: Aparte, como si fuéramos tan ordenadas.
Claudia: Como si fuéramos... No, no, claro, pero viste como el modo de... En general, cuando vas a presentar algo.
Marie: Sí, querés poder decir más o menos se trata de esto.
Claudia: Claro.
Marie: Por eso me parece que lo del idioma es tan importante. Porque ... en francés es exactamente... O sea, en castellano instauré esa diferencia, pero en francés es la misma palabra. ..., incluso en los papeles administrativos, la ... es el lugar de residencia, pero ... también quiere decir “alterada”, “chiflada” o “loca”. Es la misma palabra para morar y estar un poco “atrasada”, con ese imaginario. Y yo en castellano lo tenía demorado, de hecho tardé diez años. Se espera mayor producción. Ahí es donde se abre una suerte de opacidad entre los dos idiomas en los que yo estoy pensando... Por eso me obsesionó desde ayer la pregunta, porque sin haberlo decidido exactamente o es preciso, que a veces la precisión que es (...) la toma de consciencia de poder, de a poquito, habilitar esa turbieza... Nunca entiendo bien el idioma que estoy hablando. Que eso es matar un unicornio, pero es la oportunidad de algo.
Público: Perdón, iba a decir que creo que sí dijiste de qué se trata. Para mí dijiste de qué se trata, que también tiene que ver con cuestiones relacionales, afectivas, corporales. Pensaba en una serie de cosas. Pensaba en los gestos, que es el primer libro que yo intenté leer, porque la palabra “gesto” me gusta mucho y fui al encuentro del libro de una manera y no pude leer nada. Bueno, quedó ahí el libro. Y después cuando nos vimos en la casa de Felipe, en ese verano, dije claro, ahora entiendo todo. Pero entiendo todo porque había que verla a Marie ahí, en el espacio, los gestos, el tono, los movimientos. El cuerpo hablando hizo que ingresara un montón de info que yo no podía. Yo no entiendo nada.
Marie: Si llega a venir a tomar un vino, nos juntamos, pero...
Público: Pero ahora me siento muy tonta porque para mí lo que dijo Marta, alias Claudia Huergo, es un mapa, un modo de ingreso. Y hablar de esto de pulir y la grieta que queda entre las dos lenguas... Es todo lo que me interesa. Y yo lo tenía acá y no lo podía ver, entonces decía bueno, siempre hay alguien que te permite, que es ocasión de poder ver eso que tenías al frente y no podías ver.
Marie: Che, esto es un éxito. Después de tanto soñar fracasos.
Público: Tienen que ir las tres a presentar el libro.
Público: Sí, a mí, cuando dijeron que venía... Yo tengo el libro. Lo estoy leyendo y me pongo al día en unas cosas. Y cuando Claudia dijo que te iba a hacer una entrevista, que la ayudaran, dije: bueno, le voy a decir a la Claudia que me voy a sentar con ella a conversar. Pero me reconozco muy vaga, muy vaga en el sentarme y tener una obligación, ya a esta altura, así que dije: no, voy a leer y después voy a charlar con Marie. Cuando lo iba leyendo, a mí me gusta mucho el tema de la modernidad del binarismo, cómo nos imita, entonces me llevó a... Soy profesora de geografía, en la espacialidad se trabaja mucho esa cuestión de romper con el binarismo porque siempre hay otra cosa que trabaja la dialéctica, fundamentalmente en ... Entonces me llevó a la dialéctica, ese movimiento continuo donde no puedo cerrar, no puedo hacer una síntesis, porque siempre hay algo más, entonces me parece que cuando hablamos del (...), de jugarse, de romper, estamos hablando de encontrar eso que está un poco más allá de lo que vemos, o de lo que percibimos. Entonces, al libro lo tengo en el auto, pero había hecho preguntas y eran…
Algo que se ve en muchos jóvenes, es que cuando se fuga, o se rompe, cómo salir de eso sin romperse uno. Una de las preguntas que me vengo haciendo y que me parece que el libro ayuda también a ver eso. Cómo si uno tira del mantel deja una huella, pero cómo quedo yo frente a eso y cómo me voy plegando a lo nuevo que voy construyendo. Eso era lo que se me venía a la cabeza cuando leía el libro.
Marie: Es que probablemente, toque lo que nos toque acompañar... Esa pregunta es una re pregunta. Y eso de que la línea de fuga no es salir corriendo, es agarrar el mantel, tirar del mantel. A mí esa es una imagen que me obsesionó desde hace mucho tiempo que eso parece que transmite la misma... 41:43 Pero incluso detenerse ahí, en lo que marca en el piso los vidrios que caen, y el vino que cae y la comida que cae. En lo que se tensa en el mantel y los hilos del mantel. Por eso hay algo de demorar o de perder el tiempo, de alguna manera. Porque hay un tiempo incomprensible, en todos los sentidos. Incomprimible e incomprensible si de alguna manera se quiere registrar esas texturas que se van desilachando. Y por otro lado lo que pasó fue, de alguna manera, poder revisitar esa pregunta. Esa pregunta que evidentemente está compartida desde distintos lados, desde la posibilidad de la orientación y desorientación. Porque una de las cosas que me permitió en la escritura del libro es tomarme el tiempo de volver a la cuestión de la gravedad que evidentemente es una suerte de obsesión. Y también visitar desde una hipótesis bastante, casi clara. Hay algo en las prácticas somáticas y en las prácticas de danza que yo frecuento que es una apuesta a la propiocepción por sobre, o en combinación con la visión. No contra la visión, sino en otra alianza con la mirada. Entonces el oído interno, el tacto, las articulaciones, que son las tres fuentes de la propiocepción. Esas prácticas tienen una suerte de apuesta, lo que las caracteriza, lo que las atraviesa es una apuesta a que algo se puede hacer en el mundo apostando a la propiocepción, y ensayando algo de moverse, relacionarse, emitir la palabra, desde la propiocepción. Eso tiene que decir algo. Algo está diciendo esa apuesta a esos laberintos con piedritas y líquido en el oído interno. Yahí es donde me permitió hacer otra relato de la orientación, del modo de orientarse, desorientándose de las referencias visuales, mareándose, de alguna manera, porque cuando se deshacen las referencias coordenadas entre mirada y oído interno vomitamos, nos mareamos. Y al mismo tiempo se elabora, se pasa por otros caminos para pensar qué es erguirse. La verticalidad. Que el relato de cómo nos erguimos me empezó a llamar la atención. Ese relato de la manera de pararse es fundante de los relatos de la subjetividad. Entonces, cómo podía prestar atención a eso al mismo tiempo que hacer otro relato de las orientaciones/desorientaciones sin que sea una gran apología de la desorientación. Sin que sea una gran: “nos drogamos y nos desorientamos”. Sino todo el tiempo pudiendo rastrear, o teniendo el hilo del mantes, sosteniendo el hilo del mantel, que eso era otra traza de una orientación, que no era un puro “me desoriento”, sino se cambia la tela de fondo con la que se da cuenta de esas experiencias, a medida que se va rastreando esas experiencias en las que sabemos que tal vez no estamos bien paradas pero nos estamos orientando, desorientando algo de las referencias a partir de las cuales nos orientamos. Toma mucho tiempo decir eso. Por eso digo, es más tiempo y menos plata. Porque se requiere decir todo esto para decir algo que tal vez si hacemos una nueva teoría del cuerpo, encontrar la nueva palabra que nos va a solucionar... No. A mí se me armó con la desorientación. Des-orientarse, que es deshacer algo de los modos de orientarnos, pero que no quiere decir la gran “apología de la desorientación”. Sino en qué momento, de qué manera, con qué alianzas, en qué situaciones podemos decir: esto que está ocurriendo redistribuye los modos de dar cuenta de lo que es estar orientada y estar desorientada. Y para eso al nivel de la escritura, del idioma, de esas palabras celebro vivir en castellano porque tiene un gerundio. Entonces no es estar orientado o estar desorientada, sino estar des-orientándose. Y que ahí el gerundio es una manera de ese “y-otra-cosa, y-otra-cosa, y-otra-cosa”. ¿Cómo eso no deja indemne las categorías que tenemos a mano para dar cuenta de eso. Por eso solo se puede hacer lo que hizo Claudia. Día uno, día tres.
Público: Pensaba recién lo que decías en la apología del gerundio, que yo siempre digo que la escritura académica es letra muerta. Una cosa que hace la escritura académica es que están prohibidos los gerundios. Porque es la escritura que mayor pretensión tiene de claridad, orden, organización. Y está totalmente prohibido el gerundio. Nada puede estar sucediendo. O sucedió o va a suceder o sucede.
Marie: Sí, para mí es el... Tal vez me equivoque, obviamente, pero me parece que con la universidad o con la academia es el mismo problema que con cualquier institución. Es en qué momento, con el modo de elaborar algo, estamos tirando del hilo de si se puede o no escribir así. Para mí lo que ralentiza el camino es que no es necesariamente un “estar adentro” o “estar afuera”. Porque no es que estamos mucho mejor por fuera de la academia. Perdón, pero hay algo así como... Que probablemente la geografía algo de eso…
Público: Es que es otra mente-cuerpo.
Marie: Fantaseo por pura imaginación de que algo que debe estar muy en juego es la categoría de “adentro” y “afuera” para dar cuenta de una situación, de un medio ambiente... Entonces dentro o fuera de la universidad, en mi caso, por ejemplo, es el culo entre dos sillas.
Público: El interjuego. Más que el adentro y el afuera, el interjuego del adentro y el afuera.
Marie: Claro, claro. Sí.
Claudia: A mi ya me había ayudado mucho, no me acuerdo en qué... Porque como te stalkeamos vamos encontrando distintas cosas y escuchamos, qué se yo y no me acuerdo. Pero en una de esas, me parece que era una de esas conferencias que hacías sobre universidad. A mí me ayudó mucho esto que vos planteabas ahí como la cuestión del culo entre dos sillas pensando sobre todo en este gesto, o en esta expectativa de que finalmente habría un lugar cómodo donde entre todo. Que siempre está por llegar. Y en ese punto, Marie, me parece que en el libro hay varias estaciones que son alertas meteorológicas. Como decir por dónde. Y me surge, lo que hablábamos de estos discursos “el cuerpo sabe”, “vos hacé lo que te pida el cuerpo”, “escuchá a tu cuerpo”. Toda una cuestión de revalorización del cuerpo y de puesta en un lugar. Y había varias alertas más que las tendría que buscar, porque las tenía anotadas en algún lado. Si a vos se te va ocurriendo...
Marie: Entre paréntesis, sobre el culo entre dos sillas, que siempre dije que era una expresión de mi mamá, que lo usaba como una expresión de ella, que básicamente un mi mamá funciona como una excusa para no decir nada nunca, porque bueno, es una situación de incomodidad que no te permite comprometerte. Hace pocos días me mandó un amigo una captura de pantalla de un libro en PDF de Nietzche, de unos inéditos de Nietzche que usa en alemán la expresión de “culo entre dos sillas”. Y me dice vos fijate si citás a Nietzche o a tu vieja. Y obviamente queda la duda, si en algún momento yo leí eso y me quedó marcado y entonces cuando después cito a mi vieja es una manera... Bueno, ese paréntesis de que no sabemos si es de mi vieja o si es de Nietzche.
Público: O de la mamá de Nietzche.
Marie: Entonces según las ocasiones podés elegir. Según cuál es la voz de autoridad. Tu mamá o Nietzche. Hacés referencia a una cosa o la otra.
Claudia: Bueno, pero en eso sí me parece que en libro hay, y en otras cosa que te he escuchado, justamente todo un trabajo de no jerarquizar el tema de las citas. Como decir: solamente vamos a buscar y ver si lo dijo Nietzche, porque no voy a decir que lo dijo mi mamá. Y realmente en el libro entran, ingresan, un montón de voces. Un alumno que escribió tal cosa...
Marie: Ahí sí, eso sí fue muy consciente. Eso sí forma parte de los trabajos muy conscientes. También relacionados con el hecho de estar... Puedo escribir este libro porque tengo ese lugar en la universidad que me da un sueldo. Y que me da un espacio de experimentación. Las dos cosas hace la universidad. Para mí fue muy con los estudiantes, en algún momento de empezar a integrar en las bibliografías, los textos que escribía en el año anterior. Y es una decisión muy consciente empezar a jugar a eso. Decir: a ver si podemos ejercitar el músculo en el que podemos empezar a citarnos, y trabajar los textos no solamente... Y también fue una cuestión entre lenguas. En ese marco de en algún momento buscar la etimología de cita. Que es más del orden de poner en movimiento y convocar o invocar, que de la referencia. Que eso es la traducción al inglés de to quote. Y obviamente que el sistema de evaluación y de financiamiento de la investigación transforma la cita en la referencia. Transforma “citar”, que es invocar, convocar, “poner en movimiento”, en “to quote” que es “poner una cuota”, es decir una referencia. Digamos, la geopolítica de la investigación, la geopolítica del mundo básicamente hizo que esa versión inglesa, anglosajona se superpuso a la cita. Y después porque hay una estudiante que se llama Martina Pritsupa, que cito en el libro, que escribió un texto para un seminario, el primer seminario del posgrado, que se llama “Las citas eróticas”, que trabaja cómo nos calentamos con lo que citamos, en la excitación y en el enojo y cómo citamos en danza, cómo mucho del trabajo de la danza es citar a otras danzas a través de nuestras danzas y pudiendo pensar una política de la cita a través de la danza. Pero eso fue en algún momento decir: bueno, eso es un programa. Hay veces que sí es programa, hay veces que sí hay decisiones conscientes. Eso es un programa, hay que ejercitar el músculo de citar como invocar. Y citarnos entre estudiantes y en el programa del año siguiente poner el... Que de alguna manera, no me preguntes por qué, pero para mí eso es una política feminista. O es vivir feministamente. Es el único lugar donde puedo decir, si hay algo que se puede hacer feministamente en la Universidad yo creo que es eso. Es, de alguna manera, poder... Y en este libro fue también un ejercicio decir “Vanina Giraudo de Mendoza, que escribió después del taller, me mandó un texto”. Esto sí es el ... de un capítulo. Y tiene el mismo plano que Preciado, o que Wittig, digamos. Obviamente que para sostener eso tiene que haber unas relaciones de fuerza que te lo permitan. Intento no ser ingenua con eso. Hay que tener unas relaciones de fuerza. Pero muchas veces se puede mucho más de lo que una anticipa que se pueda. Muchas veces es mucho más operativo el temor de que en la academia no se puede usar eso, que la prueba de mandarlo y ver lo que pasa. Y a veces pasa. Pero perdón, porque había otras alertas meteorológicas que...
Claudia: Ah, me distraje.
Marie: Es un acto mágico de “what if”. Es una coreógrafa de Estados Unidos, que construyó su práctica a partir del “y qué si”. ¿Cómo es la frase? What if want all the cells of my body... “Y qué si una vez, todas las células de mi cuerpo pueden sobrepasar, derribar el patrón, el modelo, el hábito de hacer frente a una sola dirección”. Eso es su práctica. La práctica que transmite es esa. Es a partir de una serie de preguntas. Que es muy distinto a “el cuerpo sabe”.
Público: Sí, también pensaba, en las citas que vienen del campo de las prácticas de movimiento, que por ahí son orales, ¿no? Por ahí es yo escuché, me dijeron esto y para mí es clave y no está escrito en ningún lado. Yo en los textos académicos cito “en la clase
de tal escuché tal cosa”.
Público: Pero esa citación, por ejemplo, la prohibición de andar en cuero. O sea, es como una... Está citando una... Creo que hablás mucho de lo que vos escuchaste, de lo que te habla. A veces de la alianza y a veces como tratando de desbridar eso que pone como una brida al cuerpo.
Marie: Gracias. No, no lo había entendido. Sí, claro. Poder citar eso, porque nunca me es muy claro cuál es el estatuto de eso. Una cita.
Público: Claro, porque por otra parte, las citas estas... Tengo una experiencia parecida con andar en cuero durante la dictadura. Pasaba caminando frente a la seccional de policía y me pararon los milicos porque estaba en cuero. Y yo en el `76 tenía once años, debe haber sido entre once y quince años. Y esa prohibición de andar en cuero por la calle... Porque eso queda como un predicado que marcó una vergüenza con mi cuerpo. Yo no me di cuenta que era mirado en esa desnudez.
Marie: Y porque citado como cita articula con otra experiencia que es invocada.
Público: Me lo acordé hoy. Es una operación que cuando me voy a poner una malla pienso en la desnudez de torso.
Marie: Que en francés se dice torse nu, o sea, “torso desnudo”. Y cuando yo lo revisité en castellano era “en cuero”. Que “en cuero” en francés es cuir. Que es la traducción sudaca de queer.
Público general: Aaaaah.
Público: es una noche de éxitos.
Marie: Es que cuir es cuero, la prohibición de estar en cuero, en francés lo entendí en ese momento de alguna manera, en castellano se elaboró de otra manera. Vieron que ponen queer... Si quieren ver una performance, es ese chileno que tiene un videito, busquen, que se llama “Decir queer con la lengua afuera”. Y lo hace hasta que empieza a babear, y babear, y babear. Fue una decisión, después de los movimientos de disidencia sexual sudacas, de escribir queer: C-U-I-R. Como diciendo: no podemos, sin transformar nada, recuperar esa palabra inglesa. Y escrito así cuir, que no sé, María Moreno tiene ese texto de gente en cuero, que hace una revisita de esas traducciones del queer al cuir. Y cuir es “cuero”. Es una cita.
Público: Pero pensaba, el cana hace eso. Esa indicación. Porque él me miraba, muy bicho. Y esto que vos decís respecto. Y también en la orientación, o sea, a mí lo que me sorprendió es que miran sexualmente.
Marie: Sí. Totalmente.
Que incluso es como una cita con la que se puede sentir el efecto de pensar esa cita en términos de hay una palabra que marca el cuerpo como un cuerpo extenso con limites claros, que es la palabra, o es una co intervención de desorientaciones entre palabra y corporalidad. Es una cita en la que se puede pensar... Porque podríamos decir: sí, esa palabra prohibitiba, pura linguística, se impuso sobre ese cuerpo extenso. ¡No! En el cuerpo del cana... Ahí es donde necesitamos ralentizar, perdemos tiempo, para poder dar cuenta de que algo en esa cita no es decidible en términos de marca social sobre el cuerpo. No es eso lo que está en juego. Entonces, ¿de qué manera son desorientaciones y reorientaciones entre materialidades e inmaterialidades que impregnan modos de orientarse? Obviamente lleva más tiempo. Es una cuestión de cronómetro, es muy...
Claudia: Claro, a mí me impresionaba... Después lo saqué de lo que escribí, pero había puesto...
Marie: Ahora, señora, por favor cuéntenos lo que sacó.
Claudia: Me llamaba la atención la extensión de las oraciones. En el modo de escritura.
Marie: Que eso te lo sansionan las ediciones. No mi editor, pero...
Claudia: No, claro. Oraciones más cortas. Puntos.
Marie: No andes en cuerpo y No hagas frases largas y No uses gerundios. Todo junto.
Claudia: Claro, pero aparte después... Hay una página que es toda de preguntas que empiezan y terminan con su respectivo signo, como decía Marie, “abre y cierra”. Entonces uno, cuando está resumiendo algo, quiere ahorrar. Entonces dice: bueno, a ver, limpiemos un poco de adjetivos. Saquemos la idea.
Marie: Pobrecita. La pesadilla era esta.
Claudia: No, no. Era impresionante porque con otras cosas por ahí una lo puede hacer, pero acá no lo podés hacer. Porque si no se dice de ese modo, si no hay ese gasto, si no hay ese no ahorro no ingresa eso.
Marie: Qué bueno que lo digas.
Público: A mí lo que me pasó cuando estaba leyendo el libro, el día que lo compré, lo llevé al consultorio para empezar a leer entre paciente y paciente, una paciente me dice: tengo un problema, es estudiante de teatro, porque el profe de teatro me dice que yo pienso mucho y al cuerpo lo dejo afuera.
Marie: “Llame a ese profesor de teatro”, dijo la analista.
Público: Me enrosco mucho con la cabeza y no puedo conectar con el cuerpo y no sé qué. Nada, me contó eso. Y cuando empecé a leer el libro dije: ¡guau!, la papa. Contra el dualismo, ¡vamos a ver qué dice! Y después empecé con un mareo, un vértigo, en espacios completamente incómodos a mi entendimiento porque realmente me sentía así. Yo sentía que de este dualismo vamos a un opuesto, y no vamos a un opuesto. Con ese dualismo vos decís bueno, lo binario, lo jerárquico y la oposición quedan al margen del pensamiento y vos hacés todo el tiempo ese ejercicio. Que a mí me resulta muy difícil hacerlo, una invitación a dejar de pensar así. Porque discursivamente uno lo puede decir muchas veces, pero después te encontrás con estos desafíos en donde son... más que saltos de sapo son deslizamientos a pozos que no tenés idea para dónde. Y son lugares incómodos. Yo me sentía incómoda mientras lo leía, y decía, bueno, y entonces ¿qué?
Realmente. Y quedaba con frases cortitas como no tenemos un cuerpo, somos un cuerpo. Yo decía bueno, acá me quedo, esto lo entiendo. Esa fue la experiencia que yo tuve al leerlo y lo volvería a leer de nuevo, con esto.
Marie: Tal vez uno de los problemas es llegar al límite de poder usar la palabra “el cuerpo”. Eso es lo que desarrollo en algún momento. O es una evaluación situada, un sopeso. Les juro que ese ejercicio de sopesar es lo único que me tranquiliza en la vida. Sopesar cuánto la palabra “el cuerpo” trae consigo, en la manera que tengo de enunciarlo, su artículo definido. Porque un artículo definido es lo que trae la definición de “cuerpo” como extensión, que es justamente su exigencia de definición. En el sentido de tener un contorno claro. Acá, inmediatamente, hay algo, o no inmediatamente. Pero algo que deja de ser un artículo definido. Entonces llegamos al punto de un límite de poder seguir hablando de “el cuerpo”. Que es otra cosa. O son otras, y otra cosa, y otra cosa, y otra cosa. Por eso no es ni tener un cuerpo, ni ser un cuerpo. Lograr hacer del cuerpo un gerundio. En cada situación, en cada momento, en cada ejercicio, en cada escucha, imagino. Pero entonces, ese reproche de que son demasiados pensamientos, y que se concentra en el rostro, es prohibir el pensamiento o es hacer circular de otra manera la musculatura. Porque el rostro también es músculo.
Público: Claro, la cabeza es cuerpo.
Marie: Claro. Imagínense la cantidad de días, años, semanas, meses, siglos, para lograr convencernos de que la cabeza no era parte del cuerpo. Fue un ejército. Lo ... . O sea, fumás un porro, se te... ¡Es un músculo! ¿Cómo puede empezar a circular ese músculo? No porque lográs sacar el pensamiento, sino porque lográs hacerlo circular de otra manera. O te proponés hacerlo circular de otra manera.
Porque tal vez lo que cae por el oído, la oreja, se te cae al hombro. Circula de otra manera con la panza, qué se yo. O los labios con el culo. Y muchas veces, la propuesta es: dejá el pensamiento en el vestuario. Es como el ginecólogo/la ginecóloga que dice relájese, señora (...) En ese momento me decís vos relajame y vos tenés que saber que en ese momento no hay ningún acto de tu palabra. En esta situación lo único que no me podés decir es que me relaje. Dejá el pensamiento en el vestuario. Hacer circular. ¿Cuál es el tono de tu mejilla y cuál es el tono de tu bíceps? ¿Cuál es el tono de esta escucha y cuál es el tono con el que estás emitiendo la voz? A ver si podés empezar un circuito de preguntas por el tono que hace circular de otra manera. Eso me lo robo todo de la clínica somática, no soy yo. Porque si vas y decís al profe no, porque yo reivindico el pensamiento o yo reivindico el cuerpo. Ping-pong, ping-pong, ping-pong. Y te agotás.
Público: Lo que es A, no es B y lo que es B, no es A.
Marie: Claro.
Público: Muchas veces, se dice de la práctica de un analista que puede ser nombrada como una práctica muy mental. Que los analistas no ponemos el cuerpo.
Marie: Pobrecitos, cómo tienen la cintura.
Público: Cuando lo leí pensaba. Qué bárbaro. Yo me había creído que no ponía el cuerpo. Y digo ¿con qué estoy ahí?
Marie: Imagínense. Si no vas con el cuerpo, ¿con qué vas?
Público: Siglos de práctica de...
Marie: Ahora, sí. Cuándo en el modo de escuchar y en el modo de estar se sigue sosteniendo la ficción de no estar con el cuerpo. O sea, cuánto en el modo de intervención seguimos... O sea, yo desde la danza diciendo sí, sí, dejen su mente o sus pensamientos en el vestuario. O ustedes diciendo bueno, dejé el cuerpo... Igual ahora que atendieron en sus casas, atendían de la cocina y el baño, ¡no me mientan!
Público: Y con los niños dando vueltas por ahí.
Marie: Imaginate. El laburo para pensar que emitir la voz no es poner el cuerpo. Hay que trabajar, eh.
Claudia: Claro, es que en ese punto a mí realmente me parece trabajoso el libro, en el de asumir el trabajo que ha sido... Por eso decía esto de tener como tres atmósferas encima. Llegar a convencernos de esto. Y a funcionar, y vivir y sentir de esa forma.
Marie: Sí, por eso ojalá sea también... Este es el momento idealista... Ojalá sea una pequeña invitación a registrar todas las veces que no es así. Porque si una se pone a pensar, hay muchas veces que no es así. Es decir, si cambiás el chip o la escucha, te das cuenta de que la mayor parte del tiempo que pasa algo importante, es otra cosa lo que está pasando. No es ir a buscar, porque es muy complicado, entonces tenemos que cambiar toda la vida. No, mirá... Estás haciendo esto pero básicamente tenés una cantidad de oportunidades de que algo, otra cosa, está pasando. No sé. Llega alguien que te gusta a una fiesta y sentís la mirada en la espalda. Es evidente que mirada y tacto no están tan disociados. Hay un montón de situaciones, no es tan lejano. No es la gran conquista de otro planeta que tenemos que hacer una nave para viajar. Volví a ver E.T. esta tarde, perdón. Pero es mucho más a mano. Por eso es tan importante para mí lo que descubrí sin... La verdad que si puedo decir a la Universidad que hice una investigación, pero lo que descubrí es esa simple cuestión de distancia y cercanía. O sea, la pre suposición de lo que es cercano y lo que es distante está totalmente marcado por el dualismo. Conjuntamente con la delimitación del cuerpo como cosa extensa, como materia extensa, junto con la higienización entre mirar y tocar viene la distancia, viene la espacialidad como medición de distancia y el distanciamiento como garantía de un pensamiento claro y distinto. Todo esto es junto. Por eso no es viajar a otro planeta, es ah, mirá: esto está pasando, esto está pasando, esto está pasando. Ralentar para elaborar el modo de dar cuenta de esto tirando del mantel.
Público: ¿Se puede sopesar el tono de la escucha?
Marie: Sí. Depende cuando tenés ganas de contestar o no. Las ganas de contestar para mí son un buen modo de sopesar el tono de la escucha. Hay escuchas que yo no tengo ganas de contestar. Cuando no tenés ganas de contestar, cuando tenés ganas de emitir una palabra para esa escucha. Para mí es vital.
Público: Sí, a mí me surgía la duda del cómo se sopesa...
Marie: Ahora lo único que me viene son las ganas de contestar. El quiero-ganas. Tuve un muy buen aliado en un momento de mi vida que cuando empezó a hablar dijo quiero ganas o no quiero ganas. No quiero ganas de contestarte.
Público: Ahora que estamos hablando de eso, pensaba recién que cuando terminaste de hablar quedó un ratito de silencio. Y justo antes de que hablara Milton yo estaba pensando en la cualidad de ese silencio. Y pensaba que así como no está lejos el tacto de la vista, tampoco está lejos el tacto del oído, porque las imágenes que se me venían eran todas táctiles. En relación a los silencios. Hay silencios que son tensos, silencios que son profundos, silencios que son relajados. Y hay algo que se percibe del tono de ese silencio.
Marie: Gracias. Es una mucho mejor respuesta que la que pensaba. Como el silencio puede ser una experiencia de sopesar esa escucha. Es mucho más pertinente lo que dijo. Que tal vez es una de las cosas que se cortan por pantalla, la risa y el silencio. Porque siempre en el silencio está el riesgo de que esté cortada la comunicación. ¿Estás ahí? Cuando tenés que decir ¿Estás ahí?
Claudia: Qué feo.
Marie: Porque lo que nos indignaba es que funcionara tan bien.
Claudia: Estábamos enojadas porque funcionaba muy bien la virtualidad.
Marie: Voy juntando argumentos en contra. Creo que porque está relacionado con la respiración. O a mí me pasó en las clases por Zoom que me quedaba sin aliento. Es lo único que pude hacer durante dos años, escribir un pequeño texto que se llama “Conspiración”. Porque la verdad que en el contacto de los cuerpos no creo que sea mucho más maravilloso en un aula de una universidad que por Zoom. Ahí esa mitología del contacto no me mueve mucho. Pero sí no podía respirar. No tenía el apoyo de la escucha para poder recuperar, inhalar. O sea, daba dos horas de clase y estaba (imita voz ronca). Y cerraba la compu o lloraba o estaba recuperando el aliento. Ahí dije, che, algo nos está pasando con la respiración.
Público: A mí me pasaba cuando empezó la pandemia, algo que no me pasó nunca que es que me empecé a quedar difónico. Me empecé a dar cuenta que... Y lo que me pude decir con para eso es que me faltaba el eco.
Marie: Totalmente. Bueno, buenísimo. Es que siempre que respiramos, de alguna manera estamos conspirando. O sea, tener una palmera o tener una persona, pero tener algo con el que o con la que podamos respirar. No respiramos solxs.
Público: Ni soles ni sombras.
Marie: Pero es como... Yo terminaba el Zoom y estaba así (mímica de garganta seca). Llorar a veces me permitía recuperar la inspiración. Pero era muy papelón. Terminar todas las clases por Zoom llorando. Me dediqué a llorar básicamente. Pero era una manera de recuperar... El problema es cuando me invitaron a dar clases afuera.
Público: No podías llorar.
Marie: ¡No! Hacía llorar a la gente que estaba escuchando. Mi amiga de Chile me dice: che, terminaron tres llorando. Ahora podría tener otra respuesta: estaba recuperando la respiración.
Público: Un ejercicio.
Claudia: Qué bárbaro eso. La apoyatura del cuerpo...
Marie: No era tanto el contacto, esa mitología de la presencia que me parecía un riesgo que volvía a traer una eucaristía, de la gran presencia del cuerpo. Le da un terror. Ahí hay un alerta meteorológica, tipo: che, ¿qué estamos haciendo? ¿Vamos a volver a celebrar la presencia del cuerpo? El cuerpo extenso que milagrosamente... Perdón, viajo en subte, es un asco la presencia de los cuerpos. ¡Por favor! Viste estamos como en esta de volver a comulgar el cuerpo de Cristo. Yo sentía que veía el auto y el precipicio.
Público: Igual hubo una cosa que pasó, que fue muy fuerte que fue que hubo un aumento de consultas por vértigo, durante...
Marie: Quiero saber más.
residencia Transducciones, “Intimidad de lo Común”, con Silvio Lang, 2021,
en Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, avec Alan Borsini/Flor Sánchez Elia/Jaguar Dorado/Julia Hadida/Julián Dubié/Lucía Amico/Nehuén Zapata/Rodolfo Opazo
Coordinación Artística: Damiana Poggi / Luciana Dáspolo
(Área de Danza del Conti)
Público: Ya voy a preguntar a quien me dijo. Que por desorientación y por vértigo. O sea, gente que salía, iba a algún lado y se perdía en un lugar muy conocido, y que era asociado a uno de los síntomas del Covid, se dijo mucho. Y que a mí me llamó la atención cuando le pregunté al neurólogo era con pacientes que no habían tenido Covid. Estaba todo el mundo aislado. Y no habían tenido Covid y se producía eso. Esas dos cosas: vértigo y desorientación. Entonces consultas por si se estaban produciendo fenómenos de anticipación de Alzheimer o de...
Marie: Deterioro neurológico.
Público: Claro, por eso la consulta a los neurólogos. Ya te voy a averiguar si hay data estricta y te la paso.
Público: Conjuntamente con la data de que aumentó el nivel de venta de alcohol y de psicofármacos.
Marie: Sí, yo estoy ahí. Vos sabés todas las botellas de gin que tengo que no quiero tirar porque son una más linda que la otra. Viste que la mitad del precio del gin es la botella. Y abro el placard y las veo y digo: esto es... Ahí, invento ¿no?, o no tanto... Pero ¿cuál va a ser el marco de lectura de esa desorientación por un neurólogo? ¿Cuánto la propiocepción va a entrar o esa conspiración o ese eco de la escucha? Y no simplemente proxemia de cuerpos, límite a límite o referencia visual. Es decir, ¿cuáles son los datos para dar cuenta del cuerpo en un análisis de un neurólogo sobre un vértigo? Hago una pregunta porque hace mucho que no frecuento, pero no quiero presuponer. Pero sí me parece importante hacer la pregunta, porque obviamente de eso van a derivar todas las lecturas de lo que nos faltó en la pandemia. A mí me inquietó mucho y pude pensar poco porque estaba mayormente llorando en el balcón, pero cuando podía pensar algo decía: ah, tal vez no me falta el contacto visual o el contacto tactil con los estudiantes. Falta ese eco de la escucha con la respiración. Entonces es otra corporeidad la que fue aislada. Es otro vector del estar juntes que fue cortado durante el aislamiento. Que fue una mierda, no es una cuestión de justificar... Pero de qué cuerpo damos cuenta en esos análisis.
Público: También pienso que hay algo de compartir la respiración que también es compartir el ritmo. Si uno lo piensa bailando. Y al compartir el ritmo se comparte un tiempo más o menos cercano. Y yo pienso el mareo como algo sin tiempo.
Público: Este neurólogo me pasó a mí una investigación que se hizo creo que en los 70 o los 80, en Estados Unidos, porque hubo aumento de la muerte súbita de los bebés. Entonces entre las investigaciones que se hicieron vieron que estaba pasando en todo el mundo que estaba teniendo relación con el psicoanálisis.
Marie: Ah, muy bueno.
Público: Me parece que tengo el trabajo, me lo pasó.
Marie: ¡Mata niños!
Público: Que tiene que ver con que el psicoanálisis fue una ideología de la separación, de la individualización del cuerpo del niño. La investigación habla de lo que pasa en Japón, que es que los japoneses dicen que el niño respira porque respira el adulto. Entonces duermen en la misma habitación, de hecho se coge en otro lado, pero se duerme para que esté la respiración. La rítmica del modo en que uno respira, le da la rítmica a los niños, entonces ellos no tienen súbita. Eso es lo que los yanquis estudiaban buscando las causas.
Marie: En el psicoanálisis... muy bueno.
Público: O sea, yo digo porque los psicoanalistas existían en ese contexto. Que duerme en la otra pieza, sin el eco de la respiración.
Marie: Igual, de manera totalmente partisana propondría pensar que puede haber una compaginación de la respiración sin colecho. Pero eso es por pura militancia propia.
Público: No, no hablo de colecho. Sino de que esté en la misma habitación.
Marie: Es muy bueno. Ahora estoy conviviendo con una perra cordobesa que se mimetiza con la respiración. O sea, el ritmo de respiración es según con quién duerme a la noche. Se mimetiza el compás de la respiración. El tema es que pierde mucho pelo. Qué bueno.
Público: A mí me queda una cosa más para decir sobre esto de la respiración. Hiciste una cita en inglés. Que al final decía algo sobre la frontalidad. También pienso en cómo nos afectó a quienes pasamos a atender sesiones por video llamada. No poder sacar la cara de acá. Me estás viendo, pero ahí. Sin eco y no poder sacar la mirada a una pantalla, encima la del celular, te tenés que enfocar en algo chiquitito.
Marie: Yo tuve muchas clases donde propuse que nos pongamos de costado o dorso a la pantalla, durante un rato que puedan elegir, y que podamos hablar y escuchar más o menos así. Porque tenían todas las clases, durante todo el día por pantalla y todos así. Y con los hombros así. Intentando que no se corte el Fibertel. La cita en inglés es: “¿Y qué si, o qué pasa sí, una vez todas las células de mi cuerpo pueden soltar o abandonar el patrón o modelo o hábito de enfrentar una sola dirección?” De Déborah 1:34:28, la gurú setentosa.
Público: ¿Qué pasaba?
Marie: Creo que ahí es asestar con la pregunta, creo que nunca contestó a la pregunta. Sino que era su herramienta de docencia y de procesos creativos. Yo digo una de las versiones, pero iba declinando esa pregunta, y en cada situación iba transformando esa pregunta y los agujeros que se abren con la pregunta eran las fuerzas propositivas, no las respuestas a esa pregunta, sino qué iba ocurriendo como modo de componer entre los cuerpos que estaban ahí presentes en el agujero hecho por esa pregunta. A mí, por ejemplo, ya respirar no solamente hacia adelante me es un montón. No registrar solamente la respiración como la panza que hace así, sino que se mueven las costillas respirando ya para mí es un montón. Y probablemente haga que entre y salga del espacio de otra manera. Y que me relacione con las otras personas de otra manera. Es lo que a mí se me abre con esa pregunta. Pero ella insistía con que -tomé un taller una vez con ella- la formulación en la formación de la pregunta. Así, cabeza dura con eso.
Público: Tengo dos cosas para decir. Una: ya dijo la profesora de teatro.
Marie: ¿De qué?
Público: Lo que contaste de la paciente con el profesor de teatro que dice ¡Estás pensando mucho! Puedo ser yo... No. Lo que en los procesos creativos, teatrales sobre todo, en los procesos de laboratorio de exploración. El trabajo sobre el personaje no es sobre todo sobre esparciendo de sí mismo. Estoy pensando mucho, y el cuerpo está diciendo otra cosa y yo tengo que... Como si fueran dos cosas separadas y además como si el cuerpo no pensara. Y la necesidad casi dictatorial de que eso no se note tanto.
Marie: Y más querés que no se note y más se nota. Y estás en una.
Público: No dejo de pensar en eso, como forma de estar, incluso, en lo escénico. Y esa forma de estar como también una imposición del estar aquí y ahora, que en el teatro se menciona todo el tiempo. Y la forma de estar dispuesto o disponible para el otro. Con el cuerpo se escucha. Que eso viene a forma de cita de lo teórico y de lo implícito en el trabajo. En lo académico, en todas sus concepciones es eso. La forma de responder y en el teatro de manera presente y física a lo que dice el cuerpo que tiene que ser en la presencia del escenario. Pienso que ese docente, pobre mi alma, pero en realidad, lo hacemos todo el tiempo en el proceso de creación en el escenario. Que viene heredado de citas, y citas, y citas. Pienso en eso y después pienso en otra cosa. Pienso en las personas sordas. En ese cuerpo, y en el gesto y en el rostro y en la respiración de la forma de estar con el otro. No sé. Tengo una sobrina sorda, no hablo lengua de señas, ella me lo enseña todo el tiempo pero de que ella aprendió a poner en señas lo que sabe, nos obliga a todxs lxs que estamos con ella a estar ahí. No hay otra forma de no estar, que ahí. Bueno, eso.
Marie: Un montón. Gracias. Es una estudiante sorda, que me salvó el último cuatrimestre, porque nos hizo conspirar, porque nos pusimos simplemente en todas las clases a encontrar cuál iba a ser el apodo de las personas citadas. Y Foucault es, por ejemplo, una “F” y “calvo”. Yo desde que supe esto estoy hecha. Yo ya gané. Después, al último, le pregunté cuál era mi apodo y es “flequillo”. En todo el problema que planteás de la cita que viene, que viene, que viene, en la manera de formularlo hay una posibilidad de volver a rastrearlo diciendo: el cuerpo escucha. El problema es que tengo muchos pensamientos y que el cuerpo escucha. Eso es: ¿cómo escucha tus pensamientos? ¿Cómo se puede filtrar ahí esa afirmación repetida, citada, recitada, recontracitada? Te fuiste hasta los griegos, de que el cuerpo estaba para escuchar dónde, cómo está escuchando tu pensamiento. Es decir, cómo eso que llamás e identificás como pensamiento, que probablemente se sitúe más por acá, o por acá, o por acá, ¿cómo se puede volver escucha? Digo, en la misma manera de plantear el problema están algunos de los hilos para tirar y probar ese juego de la... No de la inversión de valores, sino de tirar del mantel. Y eso que estás tan perseguido, como de estoy con el pensamiento, estoy con el pensamiento, estoy con el pensamiento, ¿en qué lugar está escuchando algo? Y en mí proceso formativo que no hice personajes porque me sentía incómoda con el teatro, pero Julia Hamilton decía Hay que darle un huesito al perrito. Encontrar el huesito que le tirás al perrito, mientras estás haciendo lo que estás haciendo. Y a mí me salvó. Encontrar el huesito que le das de roer al perrito. En tu intervención para mí sería ¿desde dónde está escuchando ese pensamiento? No correr el pensamiento, sino traficarle, contagiarle, ese factor que atribuís al cuerpo, que sería de escucha. Migrarle, contaminarlo con eso que te parece tan claro que está escuchando tu cuerpo porque es una cita sobre la que te relajás tranquila porque vienen los griegos. Bueno, si está escuchando tu cuerpo, ¿por qué no está escuchando tu pensamiento? O ¿por dónde puede estar escuchando tu pensamiento? Mirá, ya en el pelo está evidente. Si tu sobri te llama por el pelo, imaginate.
Público: Es como otra versión del “¿qué pasa si...?”
Marie: Que ahí es como muy gráfico para mí ese gesto, porque no es juiiii. Es más de la filtración.
Público: Disculpame, a mí me queda resonando mucho, yo vengo de teatro y de la puntuación. Digo, tal vez soy yo el profesor que le dijo... Esta idea de dualismo en la actuación, siempre tratando de que no se separe y esto que decíamos de decirle todo el tiempo a les pibes: ¡Cuerpo! Porque si ponés la voz descansás en el discurso, en la significación de lo emitido. Y en vez de decir que hay una persona sorda, dicen están también actuando para una platea de chinos que no entienden el significado del discurso, pero entienden todo lo otro. Entonces insistir mucho con “Cuerpo” como presencia integral. Y esta interrelación. Tampoco está dividido en interior-exterior. Es el diálogo permanente. Y esto a veces sirve para pensar la actuación como un gerundio. Hacer pensando y pensar haciendo, algo que está sucediendo, para acortar esa distancia. Pero a veces pasa eso, cuando decimos estás mucho en la cabeza, es porque se retiró de la escena. Decimos eso: es un cuerpo ausente, porque se retiró. Y decís: volvé a traer todo acá y la estrategia que armamos a veces es decir piensen qué pasaría si transformo la mente en consciencia. Estar todo el cuerpo atento. Con esa predisposición del cuerpo como una atención.
Marie: Sí, que no es lo mismo que consciencia.
Público: No, pero es tratar de encontrar palabras.
Marie: Ahí por suerte tenemos una diferencia entre dos palabras que hacen (junta las manos). No es lo mismo ser consciente, tomar consciencia que estar atente. No es lo mismo. No es lo mismo la consciencia que la atención. La consciencia: sci es una raíz indoeuropea para decir cortar y separar. Estar consciencia es estar con un objeto claro de consciencia. Estar atente es otra cosa, perdón que te interrumpí.
Público: Bueno, sí, pero era eso. La ejercitación no es solo física, es pasar al plano de lo expresivo porque ya reconozco. Eso que dicen que la sensibilidad es reconocer cómo y dónde está cada parte del cuerpo. Interior-exterior. Cuerpo, mente, emociones, todo. Y eso es lo más difícil.
Marie: Pero creo que porque cada situación y en cada momento lo que está en juego y para mí lo que se tiene que negociar es cómo se está produciendo sentido. Entonces eso es el problema de escribir, el problema de hacer una obra... Es que en algún momento se tiene que tomar, porque no es vos la tomás, pero se tiene que tomar la decisión de qué es lo que da consistencia a lo que está ocurriendo. En una relación también. Entonces decir que solamente es lo que expresa el cuerpo, imaginemos que hay una platea de chinos, es una apuesta muy fuerte y es una decisión muy concreta que puede estar disputada, que se puede disputar, de cómo se produce el sentido en una escena. Y yo creo que dar consistencia a los pensamientos de las prácticas es en algún momento abrir a la conversación de quién está en condición o quién está habilitado para decidir cómo estamos produciendo el sentido de lo que estamos haciendo.
Público: Sí, pero yo no sé cómo a veces se obvia todo lo otro.
Marie: Ajá. Porque a la vez se piensa que hay una sola manera de producir sentido.
Público: Bueno, pero eso pasa también en actuar en la cotidianidad del enojo. Cuando estás enojada tenés que estar así, así y así. Tenés que estar roja, colorada, hablando fuerte, demente, gritando, hablando. Cuando una desarma esa imagen de lo que debe ser y encuentra el gesto a lo que es tuyo.
Marie: Lo que es genial es que ayer me invitaron a dar una clase sobre mi obsesión, y di una clase sobre Loie Fuller, en el siglo XIX. Bailarina. Se va de Estados Unidos a Francia y viaja por Europa. Velo, luces cambiantes, una torta bárbara, que diseñaba unos dispositivos lumínicos. Escribe, porque las bailarinas también tenemos palabras. Escribe su autobiografía y dice mucho nos hemos concentrado en decir “temblando de miedo”, “transportado de ira”, pero nos concentramos en la ira y no en la transportación o nos concentramos en el miedo y no en el temblor. Y propone que bailar es olvidarse de la coreografía e intentar transmitir el impulso de ese transporte. Quince años después Virginia Woolf va a ver la primera proyección del Doctor Caligari y dice algo muy similar a lo que estás diciendo sobre la ira. Dice el día que el cine deje de guiarse por la literatura y por la expresión de las emociones y preste atención a esos movimientos que hay en la tela en el momento de la proyección, será realmente cine, caminará sobre sus piés, dice Virginia Woolf. Entonces hay algo ahí de cómo se pone en juego en cada momento, con cada medio esa decisión que para mí es una decisión política. De cómo se pone en juego y cómo se abre al juego o a interjugar a dónde vamos a confiar, o en qué procedimientos vamos a confiar que se está tomando y dando consistencia a un sentido, haciendo sentido. Como no darlo por sentado al momento de la reunión. Sino que la reunión sea parte de hacerse cargo en algún momento cuando sea el tiempo, cuando sea el momento, cuando esté el vino y las papas fritas, poder decir che, a qué estamos apostando como lugar o como momento o como vector de producción y escucha de sentido o de dar o tomar consistencia a un sentido.
Público: Por eso estaban tan preocupadas por el fracaso y esto es una sucesión de éxitos.
Marie: Porque hay mucho vino. Por suerte no leímos durante 48 horas.
Claudia: No, no. Yo leí. Yo no inventé nada.
Marie: Yo no lo soñé.
Claudia: O sea, en el momento en que la Caro me estaba avisando por mensaje que no se podía hacer la presentación en Puerta 276, porque estaba enferma, yo estaba soñando que fracasaba la presentación. O sea, que íbamos a un lugar que...
Público: Tengo una más yo. Cuando vos me escribiste bueno, no lo hagamos.
Marie: Yo fue la primera respuesta. Che, por favor, suspendamos. Que no sea ningún problema la posibilidad de suspender.
Claudia: No, claro.
Marie: Pero eso, no son siempre las posibilidades que tenemos, los espacios que tenemos para decir no es un problema suspender. Son bastante pocos. Entonces está bueno tomarse el lujo de decir: parte de la manera de que se toma y da consistencia a este encuentro es la posibilidad de que se suspenda y que no es ningún drama.
Público: Y es acá porque se suspendió la actividad que había acá. Había dos actividades y hoy se presenta Barrio Limbo, que está produciendo acá y hoy se presenta en el Centro Cultural España Córdoba y no vino. Y las que vienen se iban a hacer una actividad pedagógica que es teatro espontáneo y dicen: No Griselda, lo tenés liberado.
Claudia: Claro, porque no se podía en principio acá.
Marie: Entre cada expiración y la próxima inspiración hay una suspensión.
Publico: Sí, esto tuvo más suspensiones que…
Público: Estuvimos en apnea un rato.
Marie: Para que sigamos respirando. No, es que la apnea forma parte de la respiración. No es una oposición a la respiración estar en apnea.
Público: Sí, me acuerdo del profe de natación. Hay un tiempo en que vos terminás de exhalar, y antes de inhalar tenés que tener en cuenta ese tiempo en que tenés que tener a flote la cabeza, porque no podés sacar la cabeza y querer inhalar. Hay un momento que terminás de exhalar y empezar a inhalar que tenés que tener en cuenta para ver cuánto tiempo tenés que flotar.
Marie: Es que la apnea es necesaria para respirar. No es tan contradictorio a contra b, b contra a. Respiramos porque tenemos momentos de apnea. Después de cada exhalación tenemos un momento de apnea. Sino no estamos respirando. Forma parte.
Público: Cómo me está tranquilizando esto.
Marie: Lo que vos me dijiste no sabés cómo me tranquilizó. Vamos y vamos.
Público: De hecho cuando llegamos, venía Marie caminando…
Marie: Me dijo “Marie”, le digo “Flore”, me dice “ah, no veo nada”. Le digo “bueno, algo viste”. “No tengo ojos, me dice”.
Público: Bueno, Marie, gracias.
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