Marc Ledoux:Bien, hablemos de Maldiney. La última vez mencioné algo al respecto; acababa de morir y les pregunté si era posible reunirse en torno a él. Y en un impulso un poco maníaco, propuse lo transposible y lo transpasible, pero es extremadamente difícil y, como le tengo mucho apego, quiero respetarlo y, desde mi propia perspectiva, tratar de llegar al fondo de sus textos. Sobre todo porque cuanto más lo leo más difícil me resulta. Así que no sé si podré hacerlo como lo tenía preparado, es terriblemente complicado. Laurence recién me sugirió que contara anécdotas, pero ¿qué podría contar? Él solía decir que era un hombre muy serio.
Georges Pérez: ¿Cómo lo conoció?
ML: ¿Yo?
Laurence Fanjoux Cohen: ¡Sí, tú!
ML: ¡Pero yo no soy nadie!
LFC: Exactamente.
ML: Ya no me acuerdo.
Michel Balat:Deberíamos tener las entrevistas de Oury. Ayer escuchamos en France Culture, los gritos de Marc.
ML: No recuerdo dónde lo conocí por primera vez... fue en Louvain... con Schotte. (enciende un cigarro)
GP: Está prohibido fumar Marc.
MB: ¡Está prohibido!
ML: (Apaga su cigarro) No, no. Tiene razón.
Sé lo que me dijo un día, durante un coloquio que hacíamos sobre Szondi. Schotte estaba ahí y, como siempre, tratamos de abordar cada vector de la manera más amplia posible, podría decirse pluridisciplinar, o yo qué sé. El coloquio era sobre el vector C, y ese texto se encuentra en el libro El contacto y El hombre y su locura. Yo había hecho algo sobre Schumann. Luego, en Budapest, sobre el vector P fue un momento soberbio. Como estábamos en la ciudad de Bartók, yo había preparado algo sobre él1 y Maldiney, a quien ya conocía, dijo que estaba bien. Yo me acerqué a la pintura a través de la obra en sí y nunca por el pintor, ni por la historia. “No hay historia del arte”, es una de sus famosas frases. No la hay. Aun cuando hace cinco años le dedicaron una jornada en Royaumont, donde estaba Didi-Huberman, quien había sido su alumno en Lyon, y había escrito de todo y cualquier cosa, allí, frente a Maldiney, había tratado de matar a su maestro, diciendo: "De hecho, ¡Hay una historia del arte!". Pero, en ese entonces, Maldiney seguía muy animado, y reaccionó ante eso. Dijo que se acercaba a la pintura a través de la pintura misma, del mismo modo que yo, Marc, me había acercado a Bartók y Schumann a través de su música y no a través de su biografía. Es cierto que yo traté de revelar la psicopatología o la estructura existencial de esas personas a través del análisis de su música. Entonces, eso fue algo que nos unió. Lo quería mucho. Y cada vez que venía a nuestra casa, con su esposa, que es pintora, nos encontrábamos. Él contaba historias, por ejemplo, sobre sus últimos trabajos: Abrir la nada. El Arte desnudo. “Marc, ¿lo has leído? Te lo doy. Porque por primera vez, escribí mi propia visión sobre la pintura. Hasta ahora, solo eran pequeñas cosas sobre las que podía desarrollar ideas, pero esta es mi gran obra. La gente me pregunta por qué siempre hablo de los mismos pintores”. Cézanne, Mondrian, incluso un flamenco… especialmente su escultura; le gustaba mucho el barroco. Pero decía que no hay barroco en Europa, sino en Brasil, donde lo acompañé una vez, en Ouro Preto. Eso fue impresionante de todos modos… En El arte desnudo, habla de un señor cuyo nombre no recuerdo, que hizo una escultura en Ouro Preto, frente a una iglesia, en una gran explanada2. Escribió mucho al respecto; Kandinsky, Delaunay, Bazaine, Van Gogh, y por supuesto, Nicolas de Staël. Entonces la gente se preguntaba, ¿por qué siempre los mismos?, ¿por qué no sobre Gauguin? En un momento, era muy hostil respecto a la concepción de los museos, a cómo se diseñaban y para qué servían, etc... Era muy hostil, aunque iba a ver algunas pinturas de todos modos. Para mí, que no sé nada del tema, era muy significativo acompañarlo cuando iba a ver una exposición. Courbet, por ejemplo, en París decía: “Solo escribo sobre pintores que me miran, que me tocan. Es la pintura la que me mira. Y hay algunas que me han mirado, que me han tocado, y sobre eso trabajo. No puedo articular nada sin los pintores, sin las pinturas de las cuales soy espectador…” Es una pequeña anécdota que me ha quedado. Su gran amigo, el pintor Tal-Coat, escalaba montañas con él. ¿Saben lo que me contó cuando hablé con él por teléfono un mes antes de su muerte? Él estaba bien. Esperaba la muerte, pero su mente seguía intacta y aún escribía, aún leía, a Hegel, siempre igual... Me dijo: “Si hay algo que lamento, es no poder escalar otra vez el Cervino. Ahora solo puedo hacerlo en mi mente”. Era una de las primeras montañas que había escalado. Él era alpinista. A menudo habla a partir de su vivencia, cuando estuvo en la cima del Cervino con Tal-Coat, y de repente ve no solo un objeto aparecer, sino también, en esta oposición entre el cielo y la tierra, al aparecer mismo. Y esta sensación que tuvo, la utilizará a menudo para intentar profundizar en su fenomenología.
Del mismo modo, sólo al final de su vida escribió un texto sobre su experiencia en los campos de concentración, su vivencia. Más adelante veremos qué es la experiencia para él. Fue cerca de Besançon, en Notre… no me acuerdo, donde lo pusieron primero en un campo de trabajo y luego en un campo de concentración. Tras su liberación, escribió un texto muy breve titulado La puerta abierta. Cuando estuvimos juntos con Schotte, Roland Kuhn y Jean-Marc Poulard —a quien también apreciaba mucho— dijo: “¿Qué fue lo que hizo que Primo Lévi y Bettelheim no pudieran sobrevivir?”. Y en esto también estaba Szondi.
Fue a través de Schotte que Maldiney se encontró con la psiquiatría. Después de la liberación, Maldiney no tenía un puesto para enseñar en Francia, por lo que fue a Gante, que en ese momento era una ciudad francófona, y allí enseñó en la École des Hautes Etudes, gracias a Schotte y a un jesuita. Enseñó sobre todo a Malebranche. Y fue allí donde enviaron a Schotte a seguir un seminario impartido por alguien a quien no se le entendía nada. Quizás eso es lo que yo imito: no hace falta comprender cuando se habla de Maldiney. Hablamos de Maldiney, comprendemos, ¿y entonces? Por eso me identifico con esta frase, hay que estar un poco turulato igualmente. Schotte fue a escuchar un seminario de Maldiney sobre Malebranche y, al salir, dijo: “No comprendo nada, pero un día lo comprenderé”. Esa fue la frase de Schotte tras su primer encuentro con Maldiney, y se formó una amistad entre ellos, especialmente al tratar de comprender lo que escribía Maldiney. Él venía a escucharnos y… bueno, de vez en cuando había algo que lo impactaba y le ayudaba a seguir desarrollando sus ideas. Por ejemplo, sobre el contacto, había leído textos de Philippe Lekeuche y de Mélon, y eso le ayudó a profundizar en la dimensión del humor y del contacto en el desarrollo del yo. también fue allí donde Schotte tomó esta frase de Maldiney, que solía decir: “Cuando dicte algún curso, trataré de que la gente se interese, pero que no entienda. Para darles ganas de trabajar. Para que tengan ganas de ir a trabajar los textos que cito”. Así nos invita a seguir leyéndolo y trabajándolo. No es solo leer, sino que, para mí, también es trabajar. Entonces, este eje viene de Schotte y Maldiney.
Hubo un momento, en Lyon, donde retomó el tema. Me dijo: “Marc, ¿tú no eres francés? -No, no soy francés. -Bueno inténtalo de todos modos. Intenta asistir, intenta seguir, un taller de poesía de André du Bouchet”. André du Bouchet, que estaba casado con la hija de Nicolas de Staël, estaba organizando un taller de poesía en Avignon. Yo había intentado leer frases de André du Bouchet y… nada, nada, nada… Maldiney me dijo: “-¡No importa, es la nada! -Claro, claro, ¡pero me estás jodiendo con tu nada! -Sí, sí, pero lo blanco es la nada. Si miras bien, siempre es el mismo tema: la nada. Lo blanco, el vacío, en la obra de André du Bouchet”. Y así, él me hizo asistir a un taller de poesía con André du Bouchet en Avignon. En el auto, él intentaba encontrar las palabras para que yo pudiera encontrar el espacio en el que André du Bouchet trabajaba.
De manera similar, en relación con Oury. Encontramos un testimonio en el apéndice de Creación y esquizofrenia, su diálogo en Beaubourg. Fue luego de una exposición que había organizado el taller de pintura de La Borde en Beaubourg, con pinturas de un pensionario que había fallecido, y Maldiney había pedido exponer las obras de ese pensionario en un espacio exclusivo para él. Con espacio alrededor de las obras para poder rodearlas. Es decir, poder girar en torno a las pinturas. Y cuando leemos sus textos, muchas veces entrará en la pintura, la escultura, y las máscaras, a través del contraste entre frente y perfil. Así, durante esta exposición en Beaubourg, por la tarde había pedido estar solo durante tres horas para ir a caminar alrededor de estas pinturas; y por la noche tuvo un diálogo con Oury. Después de dos horas, me propuso: “Marc, ¿quieres venir conmigo?”. Con él, siempre me sentí muy pequeño, pero a la vez confiado, claro, y así pude caminar con él durante una hora, ¡y no fue difícil callarme! Él, al contrario de Schotte, nunca improvisaba un texto, cuando hacía una presentación, había escrito su texto, y para él, la escritura era como para su mujer la pintura. Entonces, se sentaba y trataba de juntar las palabras que surgían cuando lo tocaba este o aquel detalle en una pintura.
también fue a través de Schotte que conoció a Roland Kuhn y Binswanger… Roland Kuhn, el gran especialista en Rorschach, se lo había explicado, y un poco como usó el test de Szondi, recurriría estratégicamente al Rorschach. Aun cuando no podía leer un perfil, cuando analizaba un Rorschach lo hacía muy bien, como la hacía con una pintura. Recuerdo que él reunía las palabras para esa noche, para ese diálogo, de la misma manera en que leía una mancha de Rorschach. Y así, fue un momento magnífico: ese diálogo entre él y Oury para intentar, partiendo de una articulación con la pintura, establecer un vínculo con lo que sucede en la psicopatología. Es un testimonio de algo que él siempre intentó hacer. ¿Cómo la pintura, la psicopatología o la dialéctica entre psicopatología y arte, nos abren para comprender mejor qué es el hombre? Esa era su pregunta todo el tiempo. Esa era la pregunta del filósofo. Era un filósofo y nada más que un filósofo, pero bueno, ¿qué significa eso de “nada más”? ¿Qué es el hombre? ¿Qué es ser?
Abordó esta pregunta desde numerosos campos, pero teniendo como eje a la pintura, la psicopatología y, podemos decir, la filosofía misma. Cada una de sus obras es una colección de textos. Hace tres semanas, en Louvain, habíamos organizado algo y yo hablé sobre "Maldiney y Szondi". No lograba salirme de la cronología, no porque sea obsesivo, sino porque me hubiera gustado trabajar en cómo, en él, se construyen los conceptos y saber si existía la posibilidad de establecer alguna cronología. No hay en ninguna parte una cronología de sus textos. Una vez se lo pregunté. Me dijo: “Sí, Marc, voy a buscar, pero ya no sé…”. Alguien en Louvain me dijo que intentaría encontrar algo, así que ahora, ambos esperamos juntos encontrar la cronología de sus textos para ver cómo se construyen sus conceptos.
Para mí, una de sus obras más difíciles es el libro Atrios de la lengua y moradas del pensamiento3. El atrium, el antepatio de un monasterio por el cual se puede andar. Amigos, si pueden leer eso, nos vemos en diez años. Allí, la cuestión del ser humano es abordada especialmente desde la filosofía griega, centrada en la lingüística. ¿Cuál es la filosofía de la lengua entre los griegos?, retomada por dos grandes especialistas, por un lado, Johanns Lohmann, el historiador que tradujo Schotte, y por otro, este lingüista desconocido hasta que Maldiney lo dio a conocer: Gustave Guillaume, quien se mudó de París a Laval y nunca reunió sus textos. Ahora, varias personas de la ULB en Bruselas están trabajando para recopilarlos. Para Maldiney, Guillaume es un lingüista mucho más importante que Saussure, por ejemplo. Y entonces, en este libro, Maldiney aborda al ser humano por un lado, desde la filosofía griega centrada en la lingüística y por otro, por… brrrrrrrr… ¡la música! La base matemática de la música, como era originalmente en Pitágoras, etc, etc… Y, por ejemplo, en una jornada en Royaumont, hace cinco o seis años, había un conjunto que tocaba música muy antigua, reconstruida para poder interpretarla como se hacía en la antigua Grecia. Yo estaba a su lado, y él estaba extremadamente sorprendido. Para él, fue algo del orden de un acontecimiento. Había encontrado un conjunto que hacía esa música con los mismos elementos de construcción musical. Yo, de pequeño, estudié solfeo y armonía, y pensaba que sabía algo de música… ¡Ni remotamente! Y eso también, no diría que me deprimió, es una palabra fuerte, pero… un poco sí… Entonces, estaba leyendo este libro, este texto sobre la música, y ¡no entendía nada! ¿De qué sirvió haber estudiado armonía?
Ah, sí, ¡otra anécdota! “¿Quién es Tosquelles?”. Es una anécdota que todo el mundo conoce. Oury me contó que un día viajaba con Tosquelles, de Saint Alban a Marvejols… Tosquelles le dijo a Oury: “¿Sabes qué es la esquizofrenia? Es un colapso de la trascendencia”. Oury le cuenta eso a Maldiney. Y, ¡Chan! Esta frase nunca más lo abandonó. Es una frase que aparecerá todo el tiempo. Y me dijo: “Pero, Marc, tú trabajas en La Borde, ¿quién es Tosquelles? Fuiste con Oury y Schotte a casa de Tosquelles después del 1 de enero (es cierto, yo estuve allí el año que hizo tanto frío). Tú que conoces a Tosquelles, que estuviste con él, ¿quién es? ¿De dónde sacó esta frase? ¡Es genial!”.
Cada vez que encontremos algo que Maldiney desarrolla a partir de la trascendencia, como concepto filosófico -la trascendencia en Kant, el ego trascendental en Husserl, textos que se sabía de memoria (bueno, de memoria, que sé yo, pero en todo caso que él trabajó toda su vida)- veremos cómo es a partir de alguien que extrapola este concepto fundamental de la filosofía para intentar circunscribir lo que es la esquizofrenia. Esta es una frase que para Maldiney tuvo el efecto de un acontecimiento. Es verdad. Siempre decía eso: “Marc, es un acontecimiento en mi pensamiento que sigue pensándose”. Siempre encontraremos algún comentario sobre la trascendencia. Siempre lo aplicará sobre la esquizofrenia.
Fue lector permanente de un par de filósofos, Husserl y Heidegger. Decía que nunca dejó, ni un día, de leer a Heidegger. Al principio no podía leerlo en alemán, así que leía las pocas traducciones disponibles. Y nosotros teníamos en Lovaina un maestro, De Waelhens, que había traducido a Heidegger. Schotte y De Waelhens eran buenos amigos, por lo que también fue a través de Schotte que Maldiney empujó a De Waelhens a traducir “Ser y Tiempo”, por ejemplo. Una de las primeras traducciones la hizo De Waelhens, uno de nuestros flamencos. también Von Breda, que era sacerdote, y se convirtió en un guardián extremadamente vigilante de las obras de Husserl. Cuando Husserl fue deportado, su mujer pudo recoger algunos textos, y huir a Lovaina donde fue protegida por Von Breda. Fue allí donde se construyó el Instituto Husserl y donde se almacenaron sus obras. Y mucha gente como Derrida, Levinas, etc., fue allí a trabajar en los textos de Husserl. Maldiney también. Él y De Waelhens estaban juntos todo el tiempo. De Waelhens iba al fútbol y bebía whisky y Maldiney trabajaba. Y cuando se cansaba de ver a De Waelhens bebiendo whisky, se iba a casa a hacer algo de montañismo. Luego volvía al instituto para trabajar en los archivos. Así pasaron tres años. Como también pudo hacer Ricoeur más tarde. Derrida también vino. Los archivos de Husserl aún existen. ¡Todavía estamos un poco orgullosos! ¡No en Louvain la nueva! ¡No entre los valones! ¡En nuestra casa! ¡Están aquí!
Con el tiempo, poco a poco, Maldiney aprendió alemán, tomó lecciones de alemán, pero principalmente aprendió con los textos y al final, en los últimos treinta años, siempre leyó a Heidegger y Husserl en alemán.
Lo que no se conoce realmente es que, durante años, cuando empezó a dar clases en Lyon, comentaba mucho Freud y Lacan. Durante unos veinte años impartió dos seminarios, uno sobre Freud donde comentaba los textos más importantes para Lacan, como Psicopatología de la vida cotidiana, La interpretación de los sueños y los casos clínicos. también daba un seminario semanal sobre Lacan donde principalmente comentaba el primer Lacan: el estadio del espejo, función y campo de la palabra…, la agresividad en psicoanálisis, el informe de Daniel Lagache… En este momento, casi de la mano, conoció a Szondi, de quien decía: "Estoy más en afinidad con el concepto y la dinámica de la pulsión que con el “eje" del inconsciente y del lenguaje. Está bien Lacan, pero esa no es mi afinidad. Mi afinidad es mucho más szondiana”. Porque Szondi probaría todos los clivajes que existen, y en ese momento comenzaba toda esta riña por dentro del psicoanálisis (y ahora, ¿qué sucede? La fragmentación, la disociación dentro del psicoanálisis, hay capillas por todas partes, hay no sé qué, cómo se le puede llamar a eso, cada psicoanalista tiene su propia escuela, etc.) Maldiney decía: “Mi afinidad es con la teoría de las pulsiones de Szondi porque esta teoría puede reunir todo lo que está disociado dentro del psicoanálisis”. Fue el momento en que Lacan era muy hostil al análisis del Ich, el análisis del yo, “qué es el yo, y lalala, todo eso que ya sabemos”… Pero Maldiney decía: “No, no, no, nosotros vamos para salvar el yo, el vector del yo. Pero no tiene en absoluto el mismo estatus lógico que en Lacan. Podemos darle otra estructura a este yo a partir de mi afinidad con la pulsión”.
Estaba trabajando a Freud y Lacan cuando conoce a Schotte, que le presenta a Szondi y ahí, listo... Después, en textos como “Psicosis y presencia”, Maldiney se preguntará: ¿De dónde proviene el concepto de la pulsión? No fue Freud quien conceptualizó la pulsión. Fue Fiche, fue Schering, y Freud tomó la pulsión de estos filósofos, a su manera.
Una de las primeras cosas que hice -no la hice solo sino con alguien que estaba haciendo su tesis sobre la pulsión- fue escarbar un poco, como perversos, para ver qué dejó caer Freud y qué tomó de Fiche, de Schering. Una lectura un poco perversa de eso...
Muy bien, ya está bien de historias. ¿Puedo ahora trabajar un concepto que desarrolló al final? Schotte dice que quizás es el concepto más difícil e importante de toda la psiquiatría. Y cuando Schotte dice psiquiatría, se refiere a la antropo-psiquiatría. Este es quizás el concepto que nos ayudará a ir más lejos. ¡No es un concepto, sino dos! Lo transposible y lo transpasible. Bueno, si ya se hartaron, ¡Levántense y váyanse! (Risas…) Porque es difícil.
Trataré de abordar esto a través de todo su trabajo. Intentaré construir estos dos conceptos poco a poco. también a partir de De Waelhens, Schotte y el Pathei mathos: Aprender por experiencia4. Ese era el nombre de una colección en la que apareció la traducción de “El análisis del destino” de Szondi, y Maldiney dijo que podría ser el epígrafe de toda su obra. ¡Aprender del padecer! ¡Pathei Mathos! ¡Experiencia! ¡Un sufrimiento, una prueba!
Una expresión, Pathei Mathos, también presente en Francis Ponge, a quien Maldiney dedicó dos libros, El legado de las cosas en la obra de Francis Ponge y El querer decir de Francis Ponge. Y cuando uno conoce un poco a Von Weizsäcker… (Esto no puedo decirlo en voz alta, pero como estamos entre nosotros…) Él se alegró cuando pudimos traducir Patosofía. Justo antes de morir Maldiney me dijo: "Pero Marc, la has hecho salir demasiado tarde. Jamás tuve el coraje de leerlo, -es cierto, es terrible en alemán- y ahora estoy demasiado cansado para trabajar día y noche este libro en francés. Lo sacaste demasiado tarde. ¿Por qué esperaste tantos años? -me reprochó un poco– Lo empezaste, me lo dijiste, y luego lo dejaste, ¿por qué esperaste?". Así que ahí lo tienen, se encontró un poco con Von Weizsäcker, pero no con Patosofía. Otro de quien podríamos hablar durante horas es el lingüista de Rennes, Gagnepain. Para nosotros en psicoterapia institucional, los planos que diseñó son importantes. Maldiney lo utiliza mucho menos. Schotte, en algunos momentos, usó mucho este modelo de Gagnepain. Y uno de los títulos de los libros de Gagnepain se titula Del querer decir. Pero entonces, Pathei mathos, aprender por experiencia, es retomado por Francis Ponge a través de Maldiney para definir su obra... Francis Ponge circunscribirá toda su obra como poeta como pateimática, resumirá su obra en un neologismo diciendo: "Si quieren saber lo que hice, bueno, yo sólo hice Pateimática”. En respuesta a la fenomenología clásica, especialmente la versión francesa. Esa es una de las razones por las que Maldiney es tan poco citado por los filósofos franceses, excepto por Deleuze, quien fue alumno suyo en Lyon. Y cuando toma, por ejemplo, la fenomenología de Sartre, es para decir que la filosofía no es algo académico, que la filosofía no es literatura, sino que es una experiencia. La experiencia de aprendizaje de eso que se da a ver: el fenómeno, el aparecer. El retorno mismo a las cosas, como dice Husserl. Pero, ¿qué significa eso? ¿Qué implica? ¡Implica una prueba! Cuando hacemos clínica, ¿es nuestro a priori, es nuestro saber, es eso que aprendimos en la escuela lo que vamos a aplicar? ¿Es eso la clínica? ¡No, para nada! Pero entonces, ¿qué significa? Bueno, es una prueba para aprender a estar abierto a lo que se da a ver. Y en ese momento, como es su forma de pensar, se remite a aquellos que lo acompañan siempre y a quienes lee todo el tiempo… Hegel. ¿Puede enseñarme algo este aprendizaje? En esta dialéctica entre el esclavo y el amo, ¿hay algo de prueba? Sí. El esclavo también vive la muerte, pero a diferencia del amo -si uno escucha bien, esto me tomó años... no sé, si uno entiende de donde sale, esto toma enseguida el acento de Maldiney-, el esclavo también vive la muerte, pero a diferencia del amo, el esclavo aprende a morir. Aprender, erfahren, también se encuentra en el texto de Hegel. El esclavo siempre aprende la muerte, pero no lo sabe. Y para él, aprender a través de la experiencia es mucho más básico, más fundamental que el saber. Pero él siempre decía: “¡No hay que mezclar los dos registros! Cuando digo mucho más básico que el saber (aunque era hostil hacia ciertas cosas, era muy respetuoso con los autores, con aquellos que reflexionan) no vengan a hacer comentarios sobre Lacan; tenemos que extrapolar, no podemos no comparar cosas que no son comparables”.
Luego toma la palabra Erfarhen. Farhen, es como en flamenco, y significa viajar, atravesar, hacer camino. Lo encontramos en un texto magnífico, en una colección que se hizo en homenaje a De Waelhens llamada ¿Qué es el hombre?, que se publicó en Bruselas y donde Maldiney escribió un texto maravilloso llamado La Toma5. Ya lo he mencionado. Pero estoy seguro de que no lo han leído. De nuevo, inténtenlo. Búsquenlo, fotocópienlo y léanlo. En ese texto dice: “Viajar es atravesar, ir más allá, pasar al otro lado”. Esta frase la utilicé en el libro ¿Qué carajo hago aquí?, para comentar un poco la travesía de Tosquelles. Viajar es cruzar, ir más allá, al otro lado, franquear, aprender; es integrar como parte de la experiencia adquirida (el prefijo er de erfahren), todo lo que se descubre durante esta travesía en la que nos abrimos paso por el mundo. Pero esto adquirido no constituye realmente un conocimiento más que si estamos constantemente en movimiento. Él decía: “Todos los días empiezo a pensar”. Nunca deja de pensar. Él nunca crea un sistema. Jamás. Encontraremos artículos suyos. Un libro es una especie de testamento, son capítulos sobre pintores. Pero nunca escribió su filosofía como Hegel escribió La Fenomenología del Espíritu. Nunca. Son artículos, siempre se está pensando. Por eso, dice, se trata de nunca hacer pie.
Todo es imposible. No se puede hablar de lo transposible y lo transpasible sin hablar de lo imposible. Todo es imposible. Y primero, ¿qué es imposible? ¡Existir! Y eso también fue un tema virulento entre él y yo. Aunque yo era muy pequeño, aun así, me animé a decirle: “No, no, no estás siendo honesto con Weizsäcker”. Él hacía la oposición entre lo viviente y lo existente, y siempre decía que Von Weizsäcker había descrito muy bien lo viviente, pero que seguía siendo demasiado biológico, y no bastaba para profundizar acerca de qué es el hombre; y que había que pasar por lo existente. Yo le decía: “¡Pero cuando Von Weizsäcker habla de lo viviente, en otras palabras, está hablando de lo que tú consideras existente!” Me gustaba pasar tiempo con él y discutir. Pero bueno, todo es imposible y ante todo existir… hay que partir para tener lugar. De vez en cuando les arrojaré frases que son frases de Maldiney. Pero no traten de comprender. ¡Que resuenen! Pero no como la poesía. Y es quizás ahí, en ese margen, entre el no comprender y eso que no es poesía, donde hay algo así como la filosofía.
Hay que partir para tener lugar. El itinerario filosófico de Maldiney es empezar y volver a empezar, lo cual es una marcha. Le gustaba caminar. Era alpinista y caminante. A menudo caminaba con Tal Coat, y también lo hacía solo. Una verdadera marcha. A menudo logra lo que él mismo dice sobre la forma artística. Antes decía que no hay historia del arte, que la forma artística está ahí cuando se forma, formándose a sí misma. El inicio de la forma artística está en todas partes y no en ciertos momentos. En su primer libro, cuando analiza la filosofía del lenguaje y cuando comenta a los primeros lingüistas griegos, a los filósofos de la lengua griega, se pregunta: ¿Qué es una frase?, ¿Qué es una palabra? Y volverá a esto con Gustave Guillaume. Cada frase surge de ese instante de silencio, instante tan bien descrito por Goethe en extractos de sus obras de teatro, y que a Binswanger le gustaba citar. también fue a través de Schotte que Maldiney conoció a Binswanger. Tenía una foto… ah, no la encuentro, ¿Dónde está? Ah, Marc Ledoux… Tenía una foto de Maldiney, Binswanger y Kuhn. Se las mostraré mañana por la mañana. Para Maldiney, Binswanger fue uno de los psiquiatras que más le enseñó para poder profundizar en la cuestión de qué es el hombre. De ahí, el famoso texto El hombre en la Psiquiatría: La psiquiatría solo es abordable a través del hombre y el hombre solo es abordable a través de la psiquiatría. Y en ese sentido, no hay riesgo de encontrar una ciencia objetiva con todos los desastres que ello conlleva. Así, cada frase brota de ese instante de silencio, tan bien descrito por Goethe, que Binswanger citay que Maldiney repite a menudo: “Cuando de pronto nos topamos con lo inesperado, cuando lo monstruoso surge ante nuestros ojos, nuestro espíritu queda, por un instante, en silencio. No tenemos nada con qué compararlo”.
Su libro El arte, destello del ser está dedicado a la poesía y a los grandes poetas que lo inspiraron a preguntarse ¿qué es escribir?, ¿qué es hablar?, ¿cuál es la diferencia entre una palabra, el habla y un discurso? Hölderlin, Rilke, André du Bouchet son de esos poetas que lo conmovieron. Especialmente estos tres. Entonces, de la escritura y del habla, él puede decir algo que resuena con los versos de Goethe: que sólo tienen recursos en los momentos críticos en que deben ser. Y surge una palabra. Una palabra surge en la poesía en un momento crítico. Es tener que ser. Tengo que ser. Lo cual se puede retomar en Szondi en el Sch. k: tener, p: ser. El tener que ser está ligado a la exposición de exponerse a lo imposible.
La patología del obsesivo nos muestra el fracaso que es tener para ser y que se detiene en el modo neurótico del tener. Confunde el ser con el tener. ¡Dime cuanto tienes en tu cuenta y te diré quién eres! Así es el obsesivo. Para él, nada es imposible. Es un fracaso. Él paga con su patología. Y nunca tiene suficiente. Y sabemos bien que los que tienen mucho dinero son un dolor de cabeza, porque nunca tienen suficiente.
Este tener que ser está ligado a la exposición a lo imposible y al riesgo de desrrumbarse por no estar a la altura de lo que nos llama desmesuradamente. Y la medida proviene de la música y no de la moral... Maldiney, un año antes de dejarnos, me dijo: "Marc, por fin has comprendido que toda mi tematización de la medida es para escapar de lo que hay ahora, que todo lo que es medible y que lo medible como cálculo ya no tiene nada de sistema musical, que no tiene ningún pasaje hacia la moral”. Siempre estamos en la desmesura, pero ¿podemos escuchar una llamada a la mesura? Esa es una frase típicamente suya.
Aquí es donde Maldiney tomará una frase de Claudel, que es casi el epígrafe de Schotte, en Arte poético, entre conocer y co-nacer. Esa es una frase clave en Schotte. La diferencia entre conocer y co-nacer. En Pensar el hombre y la locura dice: “El acontecimiento es, en sí mismo, sorprendente, sobrepasando todo asidero, excluyendo cualquier sujeción”… A mí me gusta mucho su lenguaje, su escritura. Es un poco pesada al principio, pero cuando uno la trabaja, cuando uno lo lee… Leerlo me ayudó mucho. Sobrepasando todo asidero, excluyendo cualquier sujeción, co-nacemos con él.
Público: ¿puedes repetir?
ML: Aaaahhh… El acontecimiento es, en sí mismo, sorprendente, sobrepasando todo asidero, excluyendo cualquier sujeción, nosotros co-nacemos con él.
Y aún más claramente, un encuentro es un co-nacimiento. El ser encontrado emergiendo de la nada, como lo que también lo encuentra. Y eso es una experiencia. Y ahí es que encontrará a Von Weizsäcker. El propio Maldiney se inspirará más en Gustav Kreis que en la Patosofía, porque todavía no estaba traducida. En el último capítulo de Pensar el hombre y la locura, página 323, en el capítulo sobre la transpasibilidad, capítulo que según Schotte quizás era el más difícil en torno a la psiquiatría, dice: “El acontecimiento nos adviene mientras devenimos nosotros mismos. Indivisibles la prueba y la transformación. ¿Qué nos dice esta prueba acerca de quiénes somos? No es ser un proyecto del mundo lo que me hace ser yo. Es mi manera de acoger, de soportar el acontecimiento y de ser colocado por él frente al abismo, desafío de surgir único en el instante estallado”. Todo lo que voy a decir luego es una explicación de esto.
En otra colección, Lo irreductible, Maldiney dice, tomando la fórmula de Heidegger “Deviene eso que eres”, pero agrega: “pero sólo lo eres realmente en ese devenir”. Eso que Erwin Straus retomó después, a partir de Maldiney: “Devenimos en lo que somos y somos en lo que devenimos”. Pueden ver cómo esa gente se trabajaba entre sí. Y Schotte estaba ahí… el conductor del autobús, iba de a uno a otro con una frase soberbia, y listo, había un cóctel.
Deviene en eso que eres, pero sólo lo eres en ese devenir. Es a esta dimensión de la experiencia a la que Maldiney dedicó sus preguntas y sus encuentros toda su vida. ¿Qué encuentros? ¿Cuáles? A menudo, muy a menudo, retoma la queja melancólica. Y cuando habla de melancolía, va a centrarse cada vez más en la frase paradigmática, canónica, que viene de Kraepelin: “Ah, si yo no hubiera… yo no estaría aquí”. Todo se juega entre estos dos términos, “yo” y “aquí”. Cuantas veces, en variadas ocasiones, comentó este encuentro con la queja melancólica. Pero no es repetitivo, es una reanudación, ¡como Kierkegaard! Una retoma. ¡Cuántas veces comentó la Santa Victoria de Cézanne! ¡Cuántas veces comentó la poesía de Francis Ponge! ¡Cuántas veces comentó el soberbio poema El Lagarto de Francis Ponge! ¡Cuántas veces comentó el poema Los Postigos de Francis Ponge! Solo lean eso. No intenten comprender. Lean eso, y buen viaje. Cuántas veces comentó los poemas de André de Bouchet. Cuántas veces visitó y publicó debates con François Cheng sobre el vacío y lo pleno, en la filosofía china. François Cheng era su amigo. también comentó mucho sobre el arte chino. François Cheng había hablado magníficamente bien durante las jornadas en Royaumont sobre Maldiney. Así, todos sus encuentros, la queja melancólica, la poesía de Francis Ponge, la filosofía china y la filosofía se desenvolverán en la dimensión de lo pático.
No hace falta que les hable de lo pático porque eso, acá lo conocemos de memoria… la diferencia entre el momento gnóstico de saber, de ocuparse de lo que es, de ser; y lo pático, lo que se experimenta. Y lo experimentado no es accesible por el conocimiento sino por el sentir y el resentir. Y así en este diálogo con Erwin Straus sobre todo en el libro Mirada, palabra, espacio, desarrolla su diálogo en torno a lo pático, al sentir, al resentir, en la dimensión de la estética, en la dimensión del estilo, en la dimensión del ritmo, y eso lo encontraremos en toda la dimensión del contacto en Szondi. En ambos sentidos.
Nos ayudan mucho todos los comentarios que dio sobre el sentir, el resentir, para desarrollar el contacto en psicopatología y viceversa. Él, Maldiney usará nuestra tontería sobre el contacto y sobre los factores Szondianos para profundizar su temática sobre el sentir y el resentir. Es muy sorprendente. Y de verdad, me gustaría escribir algo sobre cómo se construyó para él, no como evolucionó, pero sí que forma tomó, antes y después de conocer a Szondi…
Con Von Weizsäcker, lo pático es completamente diferente. Los verbos páticos son: poder, tener, querer, etc… Ya los conocen. Hay un capítulo en Patosofía llamado La realización de lo imposible. Eso que se realiza, es lo imposible. ¡Se imaginan que para Maldiney eso resuena! Existir es lo imposible, y lo que se realiza es lo imposible. Entonces, ¿qué es darse, realizarse? ¿Es algo que se objetivará? ¿Lo imposible será objetivado? ¡No! Así que, a partir de Von Weizsäcker, profundizará en que es lo imposible. ¿Cómo va a abordar este pensamiento de lo imposible? ¡Y ahí, vamos cada vez más hacia el núcleo! De a poco. Si ya no me siguen, me lo dicen, ¿eh? Es mi culpa. Este pensamiento de lo imposible, central en Maldiney, comienza, verdaderamente toma forma con esta frase, ¡olvídense de la tríada de Lacan, real, imaginario y simbólico! ¡olvídense! ¡no hay que estar sobredeterminados por unas pocas palabras de Lacan de todos modos!: Lo real es eso que uno no se esperaba, pero que sucede. Pero hay que estar en movimiento para que algo tenga lugar y lo que sucede, precisamente, es lo inesperado. Esto es lo que él llama lo real.
Para circunscribir mejor en esta fórmula lo que quiere decir, no va a discutir con Lacan sobre lo real, se queda en la filosofía y va a criticar la dimensión de Bergson. Esta dimensión sobre lo imposible y la realización de lo imposible, es un tema importante para Bergson, en el libro El pensamiento y lo moviente, que es un libro que me gusta mucho. En Francia no hablamos mucho de Bergson, hacemos algo así con la nariz cuando pronunciamos la palabra Bergson, no entiendo, el concepto de duración es magnífico... Así que Maldiney intentará circunscribir mejor lo real criticando a Bergson. No retoma la crítica de lo posible de Bergson. En nuestro trabajo en psiquiatría somos incautos con esto, para tratar a la gente… ¡Haz proyectos! ¿Cuál es tu finalidad? ¡Muéstrame objetivos! ¿En qué plazos va a hacerlo? Incluso el duelo… ¡En una clínica de la ansiedad, a los tres meses te tienes que ir! Hay que realizarlo… ¿Qué? ¿Lo imposible? ¡Qué estás diciendo!
Entonces, dice Bergson “La realización trae consigo esa nada impredecible que lo cambia todo”. ¡Nada mal! Hay algo que parece imposible y sucede, porque en todo lo que parece imposible, hay algo impredecible que hace que algo tenga lugar. Siendo esta nada precisamente el exceso de lo real, precisamente eso que esperábamos, dice Bergson. Bueno, no, para Maldiney eso no va. ¡Si están cansados me dicen y paramos! ¡Tenemos el derecho de estar cansados! Él no se formó en la escuela de Bergson sino en la de Kierkegaard. Y ese es el encuentro entre Maldiney y Oury. Oury creció en la escuela Kierkegaard. Si hay alguien que mi papá Oury sigue leyendo todos los días es Kierkegaard, y cuando no lo lee, le doy medicamentos porque sé que no está bien. Como Maldiney. Nunca abandonó Kierkegaard. Se formó en la escuela de la posibilidad de Kierkegaard. Porque Kierkegaard dice que lo posible es quizás la categoría más pesada de toda la filosofía. Y es a partir de ahí, para criticar a Bergson, que Maldiney introducirá el concepto de transposible. Hay un imposible que, al realizarse, quita la vanidad o el carácter ilusorio de lo posible. Cuando se realiza lo imposible, significa que lo posible era ilusorio. Es como el tema de la materia y la forma de Aristóteles. Cuando hay algo que se realiza, significa que la forma era la ilusión que ya estaba presente en la materia. Así que dejemos de hablar de la forma. Dejemos de hablar de lo posible. Cuando se realiza lo imposible, eso significa que lo posible era ilusorio. Eso es Bergson.
Hay otro imposible que no se realiza. Al rasgar la trama de lo posible para salir a la luz, -Maldiney jamás dirá que lo imposible se realiza-, se muestra la fuerza y el sentido de ese imposible, de eso se trata. Posible y poder se dicen en muchos sentidos. Y, correlativamente, imposibles. El punto de partida para esta combinación entre lo posible y el poder es la temática heideggeriana del poder-ser (Sein-können). No es imposible que tengamos, no es imposible que calculemos, no es imposible que nos representemos: es un poder-ser. Eso es Heidegger. Que, en tanto existentes, somos un poder-ser. No calculamos nuestras posibilidades y este poder-ser no tiende a una realización. Y ese es el hallazgo brillante de Heidegger: combina el poder-ser con el poder-morir. Algo genial, entonces ¿por qué va a juntarlos? Para mostrar que el poder-ser no puede realizarse; el poder-morir desaparece con el acontecimiento de la muerte. El poder-morir no encontrará su culminación en la muerte. Lejos de encontrar ahí su culminación. Cuando muera, ya no podré morir. Por eso vamos a decir que todos los días morimos de algo… No sé, cuando tenía 6 meses, ¡ah, estoy muerto en el paraíso!, ¡ya no puedo comerme a mi madre! Estoy muerto. Ese es el poder-morir. Puedo seguir muriendo. Pero, cuando muero y hay muerte, ya no puedo morir. Las posibilidades que tematizo y que me represento ven retirarse su carácter de posibilidad para devenir cuando se realizan en realidades dadas o apuntadas. “Es posible que en septiembre vaya para allá o para allá…” ¡Se acabó! La realidad está dirigida. No hay más posibilidad. “Intenta hacer un proyecto. Veremos si lo haces, si te contratamos, si te damos subvenciones, etc. Haz un proyecto. Ven con tu organización horaria. Ven con tu motivación, etc”. El posible de Heidegger no es posible en el sentido habitual del término. En Heidegger, el posible, por ejemplo, en el poder-morir, es un imposible según el sentido de posible que implica el poder-ser.
Bueno, comienza con el poder-ser, y para poder explicarlo, lo combinará con el poder-morir: cuando yo muera, ya no puedo morir. ¿Qué es lo más importante? ¿El ritual de la muerte o la posibilidad de poder morir? ¿Le estamos dando a la gente la posibilidad de poder morir o vamos a tematizar la muerte? ¿Y de elegir cuándo moriré? Listo. Allí, no hay más posible. Entonces combina el poder-ser con el poder-morir. Maldiney retoma esto con Kierkegaard: lo posible es un imposible en el sentido de lo posible que implica el poder-ser. Esta posibilidad de poder-morir es imposible de realizar. El poder-morir no se realiza.
Es en esta dimensión, la del momento de búsqueda de nuestro poder-ser, que trabajará Maldiney. Y, por ejemplo, respecto a Tal Coat, dice que es una pintura de lo imposible en tanto que nos desafía a ser. ¡Tan pronto como tratamos de representar una pintura, la pintura se arruina, la obra se arruina! La tematizamos, la comentamos, la ponemos en representación, ¡se arruinó! La vamos a mirar como espectador, la vamos a mirar de frente, se acabó. Como les decía antes, él giraba, circulaba, para escapar de poder tematizarla, objetivarla, etc. Tal Coat es una pintura de lo imposible en el sentido de que nos desafía a ser, nos abre la morada del ser y nos obliga a ser nuestra propia posibilidad, que es imposible. ¡Entonces lo imposible no es negativo! No es un imperativo. Lo imposible es una dinámica de lo posible.
O nuevamente en la estética de los ritmos en Mirada, palabra, espacio, en torno a la obra de arte en general, la presencia de la obra de arte -por eso no hay historia del arte-, la presencia de Santa Sofía que ha comentado diez millones de veces. Pero vayan rápido, porque ahora está atrapada en la ideología política en Estambul. ¡Vayan rápido si quieren ver los frescos de arriba, si quieren ver la cúpula vacía, rápido! Por qué ese idiota de allá… Así que es alrededor de Santa Sofía que comenta sobre la presencia de este vacío al entrar a la basílica. Ahora ya no hay más obras y ya no hay más andamios, y cuando uno entra está realmente con y en el vacío. La presencia es su propia posibilidad.
La obra de arte es poder-ser. Y esa es típicamente una frase de Maldiney, no hay que intentar comprenderla, o más bien, intenten comprenderla en el sentido más original del término, tomar las palabras en conjunto, pero no con nuestras cabezas neuróticas: la obra de arte perdida, tirada, varada en medio de su entorno, está allí sólo en su encontrarse allí, se descubre allí al revelarse allí. Encontrarse allí, para nosotros, sólo existe en un punto. Nos encontramos solo ahí, y solo nos encontramos, en un punto de nuestra vida. ¿Que punto? Él lo llama el punto crítico. Nuestra vida es sólo un pasaje de una crisis a otra. Kuhn y Binswanger le brindaron abundantes fenómenos clínicos para que él pudiese profundizar en su filosofía a partir de: “uno solo se encuentra en un punto crítico”. En la crisis. Sólo existe la crisis epiléptica y la crisis histérica. Aquí es donde aprendió mucho de Szondi. Son la segunda y la tercera posición las que son posiciones críticas. No hay crisis toxicomaníaca. No hay crisis en la toxicomanía. No hay crisis en la psicosis. No hay crisis en la melancolía. ¿Qué reemplaza a la crisis en la melancolía? ¡La queja! Ahí está toda su filosofía. Ya no hay decisión que no sea de todos modos un momento crítico de nuestra existencia. Desde donde se abre el mundo. No hay decisión entre eso, esto y aquello. Eso es una estupidez. El director que llega, va a su despacho, no saluda a nadie porque tiene a jornada muy cargada ¡porque tiene que tomar decisiones!… ¡eso es la burocracia!
Una decisión, para Weizsäcker, es este momento crítico de nuestro desgarramiento que hace que a partir de ahí el mundo se abra. En la psicosis ya no hay decisión, es el delirio. En la melancolía no hay decisión, es la queja. En nosotros... y esa fue la crítica (con razón) de Schotte a Maldiney, quien decía que era una visión muy pesimista, muy negativa de nuestro trabajo, que no cierra la posibilidad de hacer cosas de todos modos, y nos toca a nosotros crear a través de nuestro trabajo, y de nuestra mierda, para hacer que haya un poco de mierda en nuestro trabajo de todos modos. ¡Para que pueda haber crisis y conflictos! ¡No vamos a resolver los conflictos! ¡Es la muerte! Tosquelles es soberbio, genial. A Maldiney le gustó cuando Tosquelles dijo ¡necesitamos conflictos! Nuestro trabajo es hacer conflictos y debemos tener las instituciones y el análisis institucional para tratar los conflictos, no para resolverlos. Tratarlos en el sentido de que eso pueda continuar y que no se convierta en algo destructivo. Y, a menudo, cuando hay un conflicto, rápidamente se vuelve violento. ¡Eso no! etc. etc. Por tanto, como él dice, en cada uno de los momentos críticos, una presencia se convierte en lo que es. Sólo en los momentos críticos existe una verdadera presencia. Y es ahí (es soberbio, es realmente cuando amas a Maldiney, cuando entras al interior de su obra), donde él critica a Heidegger. Va a integrar en toda la filosofía de Heidegger, al sentir. Y esa quizás es la dimensión más fundamental en toda la obra de Maldiney, integrar y dar lugar a lo pático, al sentir, al resentir, para toda la filosofía. también lo hace con Aristóteles, con Platón, y es en Mirada, Palabra, Espacio donde intenta integrar la dimensión de lo pático en Hegel. Es un artículo magnífico.
Para nosotros, clínicamente, ¿qué significa la toxicomanía? ¿Qué significa la inmediatez? Para Hegel la inmediatez no existe. Lo sensible sólo puede existir cuando se lo coloca inmediatamente en la dialéctica de la negación. Para mí, gracias a Maldiney, podemos trabajar con la inmediatez. ¿Dónde? ¡En la toxicomanía! "De inmediato". No tiene sentido colocar un negativo en la toxicomanía. Es inútil. Provoco un poco. Michel, espero que pronto puedas ayudarme con este tema de la inmediatez, lo negativo y cómo el sentir, en la inmediatez, se vuelve una dimensión en sí…
Lo imposible de la obra de arte, lo imposible de existir, apela a nuestro poder-ser -y ahí se pasa de lo transposible a lo transpasible-, sin el cual no habría ni respuesta ni respondiente sino un estupor destructivo. Siempre vincula lo transposible al poder-ser. La melancolía es la que nos enseña que es lo transposible, es decir, ser llevados siempre por ese poder-ser. Si ya no se es llevado por el poder-ser, es la destrucción. Afortunadamente, en la melancolía está la queja, que tal vez destruye a quien la escucha, pero no al melancólico. Él, sin embargo, no puede ser llevado por ese poder-ser, eso ya está hecho, ya pasó… y Maldiney dice que algo llegó allí sin haber partido jamás. Si yo no lo hubiera hecho… no estaría aquí. Más temprano Laurence me dijo: “Ah, abrí este libro Psicosis y Presencia… oh cielos, espero que nos des unas pistas sobre como trabajar, por ejemplo, la queja en la melancolía”. Pero hay un artículo más fácil en Crisis y temporalidad, en la página 124, Existencia y psicosis, ¿Qué sucede con la temporalidad melancólica? Aquí pueden empezar, si quieren trabajar sobre la queja melancólica, y luego van al trabajo. El fracaso de la transposibilidad está en la melancolía. El melancólico ya no es llevado por el poder-ser. Ya no hay esta transformación, crítica ni crisis, porque encuentra algo consumado en la queja.
MB: ¿Puedo decir algo? Había inventado una pequeña ecuación. No sé si esto te pueda interesar...
ML: ¡Oh, para! Tienes que formularlo.
MB: Es fácil. Poder-ser/Pasar-a-ser=Sería
ML: ¿Sería? ¿El futuro hipotético? ¿Y cómo haces para ponerlo ahí?
MB: Eso lo escribí hace 20 años, en una revista de filosofía, en un artículo sobre Lacan donde propuse esta ecuación. Oury la retomó.
ML: ¿Oury? ¿Donde? Nunca lo he escuchado.
MB: Sí, en el seminario de Sainte-Anne, a menudo habla de eso.
ML: ¿De esas cosas? ¿Cuál es el significado de esta barra?
MB: El significado de la barra es la marca de una relación. El sería es la relación entre poder-ser y el pasar-a-ser. Lo acabas de decir respecto a la melancolía. Cuando la melancolía ya no puede establecer una relación entre el poder-ser y el pasar a ser, no hay ningún sería. Él no sería6…
ML: Yo, no estaría allí.
MB: Bueno, cuando no hay tal relación...
ML: Yo no estaría allí (je n’en serais pas là), está en la página 129. “Serais” es un futuro hipotético. Mientras que el futuro categórico se abre desde el presente, el futuro hipotético se abre en el presente desde el pasado. Es un presente que no está cerrado, pero no obstante tampoco abierto.
MB: Por otro lado, sería no está tan abierto como eso. Es lo que se llama condicional.
ML: Sí, sí, sí. Es un presente abierto, sin tensión, puramente extensivo. “Esta extensión que hace que parezca una expansión significa que el tiempo ya no se expande. La identidad en él, en el “estaría”, del presente y del futuro, denuncia un estado estacionario del tiempo que ya no se temporaliza”.
Por eso no entiendo…. Poder-ser y Pasar-a-ser… ¿Son sinónimos?
MB: Estas son dos cosas que no están relacionadas. No hay relación entre las dos, excepto el sería...
ML: Siempre me haces pensar… me divierte… me desgasta. Eso musea… vamos mañana seguimos en el transpasible7.
Sábado 12 de abril
ML: Muy bien, vamos. Laurence dijo que trabajemos un poco sobre la transpasabilidad, luego nos tomaremos un descanso. también me pidió que hiciera un perfil de alguien de La Borde y que mostrara cómo trabajamos. Esta tarde presentaré un perfil. Venga, vamos.
Resumo lo que dije ayer acerca de lo transposible. Lo transposible es la dimensión sin coordenadas previas, es decir, ni un real que se realiza, ni un ideal, como a priori del poder-ser. Y en el último artículo, el más difícil, sobre la transpasabilidad, que hay que realmente estudiar y trabajar, y que de alguna manera es la conclusión del libro Pensar el hombre y la locura, pero que va mucho más allá, en el sentido de lo que cuestiona. Por eso Maldiney para mí es no “divertido”, sino fascinante, ya que no dejó de pensar hasta el final de su vida. Él cuestionará la problemática del poder-ser. En este artículo transformará la relación entre lo transposible y el poder-ser. Aclara aún más los términos transposible y transpasible. Critica esta dimensión del poder-ser de Heidegger. ¿Cómo lo hace?
Por supuesto, él siempre piensa que es por la experiencia que se aprende. El pensamiento de la experiencia, sobre el camino, del encuentro del otro. Lo transpasible se concentrará en torno a “¿qué es encontrarse con el otro? ". Y es a partir de este tema de encontrarse al otro, que criticará el poder-ser. Cito, página 404 de Pensar el hombre y la locura: “El ser del otro -el otro con a minúscula, mi vecino, el nebenmensch- está más allá de mi poder-ser. Más allá. No me corresponde a mí el poder "hacer posible" al otro. Eso que hace signo y abre mi llamado, hace signo hacia mi ser, en cuanto éste es irreductible a lo posible, comprendido en mi propio poder-ser”. Y así, todo el artículo sobre la transpasabilidad está construido alrededor de la noción de llamado.
Michel Balat: ¿Se puede decir algo más al pasar? ¿Qué significa mi poder-ser?
ML: Repito: mi poder-ser es lo que hace signo y abre mi llamado, es el otro quien provoca y abre mi llamado... Es a través del otro que mi llamado se abre. Es el otro quien me abre. Hace signo hacia mi ser. En tanto que mi ser es irreductible a lo posible. ¿Qué es lo que me interpela? ¿De dónde viene esta llamada del otro? Eso es lo que está más allá de mi poder-ser.
MB: Me gustaría hacer otra pregunta para estar seguro de poder seguirte. Si el ser es irreductible a lo posible, eso implica ir hacia el existir.
ML: ¡Sí! Existir en sí, es estar fuera de sí. Tener su ser fuera de sí. Todavía estamos en lo posible. Lo imposible y lo transposible. Pero ahí comienza con lo transpasible. Hay algo en el otro que me llama, que me interpela, y que yo llamo, que está más allá de lo posible. Eso es lo que está intentando decir. Él precisa: “Lo transpasible consiste en no ser posible de nada que pueda anunciarse como real a lo posible. Es una apertura sin propósito ni diseño”. Propósito, es un verbo pático, el querer. Podríamos decir, sin algo que se pueda planificar. “Es una apertura a eso de lo que a priori no somos pasibles”. Debemos saber que la palabra pasible proviene de la palabra padecer8, sufrir. Pero, ¿qué es esta nada? Aquí es donde se basa en gran medida en la filosofía china. ¿Qué es esta nada? Esa nada desde la que se nos requiere. Para él, esta nada, significa simplemente el desgarramiento en el ente, por lo tanto, en un otro que se puede tematizar...
Entonces, un desgarramiento de lo que está ahí, del lado de lo que adviene, y del lado de aquel a quien eso le sucede. Si algo nos sucede, nos cae encima, somos despojados de nuestras posibilidades. Y dice que esa nada, ese desgarramiento, está cargado con todos nuestros posibles. Es una nada radicalmente móvil y no una pura ausencia. Lo que más me gusta de este artículo, que es magnífico, es su comentario sobre Juego y Realidad de Winnicott, el espacio potencial y sobre todo el prefacio que hace Pontalis, que Winnicott va a retomar, en fin, retomar la temática en su libro…
Didier Petit: El miedo al derrumbe
ML: Sí, el miedo al derrumbe. Maldiney comenta esta profunda estructura en el miedo al derrumbe, desde la página 413 del artículo sobre la transpasibilidad, para decir que la nada no es pura ausencia. Y para nosotros, cuando trabajamos con bebés, con niños pequeños, esa carencia es importantísima. ¿De qué orden es? ¿Es una carencia móvil o es una carencia que marca una ausencia? “(…) ocurre algo que no tiene lugar. A ese no lugar, corresponde en el sujeto la dimensión de la ausencia. Es una lucha contra la brecha que constituye propiamente la agonía primordial, etc.” Me gusta mucho este comentario de Maldiney de estas 4-5 páginas de Juego y Realidad. Léanlo. Es impresionante. Esta nada no está fuera de posibilidad. Es radicalmente móvil.
Maldiney describirá esta nada bajo varios ejes a lo largo de su obra. Esta nada, que vinculará a Paul Klee, es según éste, la del caos: este momento cosmogenético, este momento del surgimiento primordial. Es también móvil en el tema de la crisis, según Von Weizsäcker, donde, siendo actualmente nada, y potencialmente todo en la crisis... Otro eje, el de la lucidez. Lo decía ayer en el auto: “Ah, como me gustaría que, cuando Michel Balat esté bien despierto, cuando se tome unas vacaciones, hagamos juntos algo sobre Gustave Guillaume”, como anoche, son momentos soberbios. Yo tampoco lo conozco muy bien, así que me ayudaría a estudiar realmente a Gustave Guillaume. Este acercamiento al lenguaje, ¿cómo se une en la semiótica, etc.? Para mí es un sueño poder hacer eso juntos. Te lo digo. Haz lo que quieras con mis sueños… y tú… bla bla bla…
MB: Si...
GP: Bueno, tal vez te dejemos...
Auditorio: risas
ML: por ejemplo, es un tema de Gustave Guillaume, la nada, la lucidez potencial, son palabras pesadas...
GP: Es pesado.
ML: De potencia, que es para Gustave Guillaume, el primer tiempo de la causalidad del lenguaje.
MB: ¿Cuál es el primer tiempo?
ML: Esta lucidez potente. La potencia del lenguaje. El tiempo como duración, la lengua como tensión. ¿Cuáles son las dimensiones de tensión en el lenguaje?
MB: ¿Está diciendo que poder-ser es un subjuntivo?
LM: No.
MB: Está equivocado.
ML: Es un infinito.
MB: sí, por supuesto, pero el tiempo de la posibilidad es un subjuntivo. ¿No dice eso?
ML: No lo sé. Podría ir a buscar. ¿Habrá algún momento, en su comentario sobre Gustave Guillaume, donde inscriba el poder-ser en una estructura gramatical de la lengua? No sé… voy a mirar. Voy a ver en Lohmann.
también elige una nada cargada de posibilidades cuando habla del vacío del pensamiento y del arte chino. Cuando comenta tanto la pintura como la cerámica, habla mucho de la combinación de nada y vacío. Otro eje más: el tema de lo abierto en Hölderlin, que encontraremos en Mirada, palabra, espacio, y la dialéctica entre lo abierto y la nada que encontraremos en su última obra, Abrir la nada. Es el título de su testamento. La consagración de toda su obra, tendrá el título de “Abrir la nada. El arte desnudo”. El título habla. Lo abierto de Hölderlin o en el último Heidegger. O toda la temática que tomó Oury…
Entonces, va a vincular la nada el último Heidegger que, por ejemplo, tomará forma en toda la temática del más allá de la espera. Y cuando mi papá Oury va a tomar algo, es ahí. El narcisismo originario está más allá de la espera9. “Sí, sí… Maldiney habló de eso, ¡pero sobre todo está en Blanchot!” “No, Blanchot me da igual, está en Maldiney...” Y así peleamos... risas.
también es interesante para nuestro trabajo clínico, lo que al inicio era para Heidegger un existencial: la inquietud. Sin embargo, en el último Heidegger encontramos más bien la desinquietud10, opuesta tanto a la inquietud como al Schwermut, la pesadez. Y una palabra intraducible, gelassenheit11, que en las últimas traducciones se ha traducido con los medios que se tiene, como serenidad. No es bonito, pero aun así. No pudimos encontrar otro. Así, a través de su obra, articulará esta nada a varios ejes, a Paul Klee, a Gustave Guillaume, al arte chino, a Hölderlin y al último Heidegger.
Malween: ¿Utilizaba a Kimura?
ML: ¡Ah, sí! Usó mucho a Kimura. ¡Mucho! Cuando Danielle Roulot escribió sus libros, Esquizofrenia y lenguaje y Paisajes de lo imposible, combinó una lectura de Kimura con comentarios de Maldiney. ¡Sí! ¡Pero no puedo hacer todo! Risas.
GP: ¿Por qué?
ML: Porque, por un lado, no soy capaz y por otro, porque me están tomando el pelo.
Público: risas.
ML: Entonces, donde yo creo que podemos abordar mejor lo transpasible es ahí donde es tocado, donde falla, donde está en falta. Lo está en la psicosis y especialmente en la esquizofrenia. Y este es un hilo conductor en la obra de Maldiney. En cada página, a menudo encontraremos que cuando habla de lo transpasible, dice que es un defecto en la esquizofrenia. ¿Qué es? “La psicosis se cierra poco a poco en ese nivel originario de la experiencia de vivir que es la del sentir y del resentir por el cual podemos estar abiertos a la sorpresa del acontecimiento. A algo que nos excede y que está en nuestra posibilidad de ser, nuestra potencialidad”. Cualquier acontecimiento que acontece puede confrontarnos con algo que nos excede, que nos toca, que nos pesa. Podría ser el Atlético de Madrid ganando un partido contra el Barcelona. Podría ser la conmemoración del genocidio en Ruanda.
GP: Los franceses no estaban…
Alboroto – risas
ML: Lo sé. Cuando ganan los franceses, no me importa. Cuando pierden, me pone feliz, pero no es el orden del acontecimiento.
Eso que nos abre al acontecimiento, a ese real que no esperábamos, es la transpasibilidad. Dicho de manera más simple, es la capacidad de soportar que no está limitada por ningún a priori. ¿Podemos soportar lo insoportable durante años? “Ya que, como el acontecimiento mismo, la existencia que acoge, ek-sistere, está fuera de uno mismo”… Esta es toda su crítica sobre lo viviente. Ek-sistere, pero fuera de sí, no quiere decir afuera… “Ya que, como el acontecimiento mismo, la existencia que acoge está más allá de la espera, es infinitamente improbable, no tiene ninguna expectativa, no tiene nada que esperar de alguien o de algo”. Y bueno, como dijo él ayer, un poco precipitado pero bueno, cuando hablaba de la transpasibilidad, hablaste de disposición, esa receptividad acogedora al acontecimiento, eso es lo que falta en la psicosis y en especial en la esquizofrenia. Entonces, es todo nuestro trabajo de acogida, que es una palabra completamente sobredeterminada -ahora todos usan esta palabra-, pero hay que saber lo que significa la acogida.
Público: Hay mostradores de recepción12
ML: Oh la la, sí, es terrible. Para nosotros, la palabra acogida está condenada y preferimos hablar de “función de acogida”. Es completamente diferente. ¿Cuál es el grado de “función de acogida” en tu trabajo? No va a ser igual con un psicótico que vive en un departamento en la ciudad o en el campo o que está en el hospital. ¿Cuál es nuestra función de acogida, por ejemplo, con un paciente al que vemos con Laurence los viernes? Si no vimos el partido de fútbol, pues lo transpasible no funciona. ¡A mí el fútbol no me interesa! ¿Estás en una receptividad acogedora al acontecimiento?
MB: La historia de las funciones de todos modos… las funciones, el pasaje de acogida a “función de acogida” es el pasaje del indicativo al subjuntivo.
ML: ¡Escríbelo! Me quedo con eso. ¿Dónde puedo aprender mejor gramática? Una gramática simple y básica…
MB:…
LFC: Te paso el pequeño Bled, lo tengo en casa.
ML: ¿Cómo se llama el libro de los dos belgas que hicieron gramática?
Público: El... de buen uso. La Bescherelle... la Bled...
Audiencia: Es demasiado difícil
ML: Para mí es demasiado difícil, es para saber lo básico. Porque ahí, el pasaje del indicativo al subjuntivo, con toda la temática lógica… para prepararme, ¿es que la "acogida" como sustantivo… etc., está determinada por la función? ¿Es este el pasaje del indicativo al subjuntivo…? Como pregunta es soberbia, pero…
GP: ¡Es una respuesta!
ML: ¡Es una pregunta! Y entonces, esta receptividad acogedora al acontecimiento falla en la psicosis. Por lo tanto, es de una manera pática… (y esto siempre nos vinculó a Maldiney, nosotros a él, y viceversa). Siempre es en el mundo contactual que contactamos con las personas. Cada sesión psicoanalítica o de otro tipo comienza con el contacto. No se trata de extender la mano indicando que se acueste sin siquiera haber tenido tiempo de ver su rostro para notar si hay una tonalidad depresiva. No son las palabras, ni el contenido, lo que nos dirá que está deprimido.
GP: ¿Qué es?
ML: Es la tonalidad de una palabra o la expresión en el rostro. No se puede leer el humor en una palabra. Por ejemplo, en el libro “Maldiney y Kuhn. Encuentro. A riesgo de existir”, Kuhn comenta una frase de una paciente con quien hace el test de Rorschach. Es una frase aparentemente banal. En la lámina 7, ella dice: “Sabe, hoy no se me ocurre nada, no sé por qué. Cada vez que descubro un lado negativo en otras personas, descubro que yo misma lo tengo”. Durante páginas, Kuhn leerá estas frases, como interpretación de las manchas del Roschach, como el núcleo de la depresión. Pero hubiese sido imposible detectarlo si no hubiera podido proyectar eso que ocurre en la elección de interpretación de una mancha.
Entonces, es de una manera pática que el existente está abierto al acontecimiento. No de una manera gnóstica. Esto no se produce en un mundo ya constituido e independiente de nosotros mismos. No podemos estar en lo transposible cuando miramos la televisión. No es posible. Los noticieros están hechos para escapar de lo transpasible. ¡Ese es también su éxito!
GP: ¿Por qué, cuando mencionas la frase “¿Solo veo cosas negativas en todas partes y encuentro que yo también las tengo”, dices que no se ve en palabras que es depresiva?
ML: Tienes que continuar leyendo. Es a partir de ahí que desarrolla todo el aspecto depresivo.
Es de manera pática que el existente está abierto al acontecimiento. No ocurre en un mundo ya constituido. Por el contrario, es a partir de un acontecimiento, que el mundo se abre cada vez. El mundo no existe. Ek-siste. Es sólo un movimiento a partir de algo del orden del acontecimiento, de algo que nos sorprende, que nos desposee, que sufrimos. Es a partir de ahí que hay un mundo. Para mostrar en qué consiste esta conmoción que produce en nosotros el acontecimiento, Maldiney se apoyará en la distinción que encuentra en Erwin Straus entre Geschehnis, que es un acontecimiento que forma parte de la vida cotidiana, del tiempo ordinario, del tiempo natural, un hecho que se convierte en anécdota, hay diez mil acontecimientos, anécdotas; y Erlebnis, el acontecimiento en tanto que fue apropiado en la trama de las experiencias de mi vida singular. Y para hacer esta distinción, Erwin Straus relata un ejemplo de sus pacientes. Se trata de un hombre atropellado por un automóvil que yace muerto en la calle rodeado de testigos del accidente, incluidos un médico y un joven. El médico anota profesionalmente la muerte del accidentado sin que le afecte personalmente, porque él trabaja en una sala de emergencias. Mientras que el joven, por el contrario, profundamente conmovido por este espectáculo, permanece durante semanas sin poder olvidar la imagen del muerto. Durante años. Queda enquistado, por decirlo de alguna manera. Y Maldiney comenta: si el acontecimiento de estar presente en modo perceptivo en este accidente, no tuvo para estos hombres el mismo destino, es porque la vivencia no fue la misma desde el principio. No es la percepción de un muerto lo que en sí es abrumadora, sino la relación entre el muerto y la muerte, en la cual se ve envuelto el joven. Por lo tanto, no hay acontecimiento en sí, ya que el evento solo tiene sentido en una situación (aquí está toda la obra de Maldiney, la diferencia entre la percepción y lo pático…). Así que todo el tema es que no estamos hablando de un sujeto/objeto sino de alguien en una situación. Alguien en situación, para así escapar a todo el problema de la objetividad. Por lo tanto, no hay evento en sí mismo, ya que el acontecimiento solo tiene sentido en una situación (y aquí también de nuevo aparece cómo metodológicamente no habla de sujeto/objeto, sino que habla de alguien dentro de una situación, para intentar escapar a cualquier tipo de objetividad) y solo puede afectar al existido como acontecimiento de la existencia.
Pero a la inversa, la presencia misma de alguien en la vida, la presencia misma de alguien para sí mismo, estar presente… Para simplificar por ejemplificar, aquí, me gustaría calcular el coeficiente de presencia. En La Borde decimos que si en algún lugar, en una plaza, o en otro lado, hay un coeficiente de presencia de 2 (va de 0 a 10), no está mal, está un poco presente. No es una lista de presencias la que indicará nuestra situación de presencia. Tenemos una escala, y esta escala nos indica la temática de la PREsencia. Es estar por delante de sí. Pre. Entonces, solo a través de la apertura de la persona al acontecimiento es que la presencia misma de alguien es posible. Estar abierto a lo que está sucediendo, a lo que está ocurriendo. Esto es lo que lleva a Maldiney a decir que esta apertura al acontecimiento es lo que hace que la presencia exista y lo que le hace decir, añadiendo a la lista, que el acontecimiento es un existencial. No solo inquietud, poder-para-la-muerte, sino también existencial.
MB: ¿Conoces la definición de acontecimiento de Peirce?
ML: No, en absoluto.
MB: Un acontecimiento es una conjunción existencial de hechos incomposibles.
ML: Si, bueno, es lo mismo, es existencial. ¡De todos modos sería interesante hacer puentes!
MB:…
Público: (Risas...)
MB: Cada vez que le digo eso a Oury, parece que no le importa.
ML: ¡Ay, no! ¡Esto no es cierto! Dices eso porque no has leído lo que dijo. Si le importa. No soy yo quien lo dice. Aquí lo defiendo.
GP: Tal vez no entiende lo que dice Michel.
ML: ¿Quién?
GP: Tu padre, Oury…
ML: Cuando le dijo “no me importa”, es porque entendió. Quizás no “entender”, pero si seguir lo que dijo Michel.
GP: No, porque tiene que repetir.
ML: No, lo retoma con sus propias palabras.
(Risas)
GP: cuando el otro repite es porque no lo entiende.
(Risas)
ML: Sin duda lo retoma varias veces...
GP: No, de lo contrario Michel nos lo habría dicho.
ML: No sé, no sé… (risas).
Entonces, esta apertura al acontecimiento es lo que hace que la presencia exista, y entonces podemos entender por qué, en la psicosis, no hay acontecimiento. Esta es una de sus frases que surge siempre, y que ha sido muy criticada.
Sylvia Dias: Es terrible.
ML: Sí, es terrible.
GP: Es normal.
ML: El melancólico, cuya temporalidad consiste sólo en la retención (¿recuerdan? Estas son las patologías que más comenta, junto a la esquizofrenia), igual que el maníaco que, sin apoyo en el pasado, sólo conoce una temporalidad que llega sin cesar; no tienen un verdadero presente. Y entonces, a partir de ahí, en su obra, incluso como tiempo gramatical. ¿Qué es el presente? ¿Qué es un instante? Así que su primera obra Atrios de la lengua y moradas del pensamiento está en gran parte dedicada a la pregunta ¿qué es el presente? Por esto tanto el melancólico como el maníaco quedan excluidos del acontecimiento. En cuanto al esquizofrénico –y estas son páginas magníficas-, éste se esfuerza en su delirio por encontrarse con el acontecimiento. Eso es lo que decíamos ayer en el auto. El encuentro no es con el otro, es con el acontecimiento. Encontrarse con el acontecimiento, porque el delirio es, para el esquizofrénico, la única manera de comprenderse a sí mismo. El delirio no deja de ser un intento de existir. Ellos intentan a través del delirio dar cuenta de esta metamorfosis existencial que requiere la ocurrencia de un acontecimiento. Me hace algo, me confronta, me interpela, es un llamado. ¿Me llama a una metamorfosis, a una transformación? Kafka siempre le da vueltas en círculos y no se detiene, todo el tiempo poniendo en escena en sus libros metamorfosis, transformaciones, situaciones absurdas que desafían al otro a metamorfosearse. Por eso Maldiney dice que Kafka es una gran melancólico. Toda su enseñanza, desde el principio hasta el momento en que conocerá a Szondi, comentará a Freud y, en particular, durante tres años a Schreber. Comentó durante dos años la interpretación de Schreber por parte de Lacan. El delirio de Schreber fue siempre un intento de metamorfosearse para poder acoger al acontecimiento. El acontecimiento de Schreber fue el devenir padre. Tanto a nivel público, su nombramiento, como a nivel hombre-padre. Esta ocurrencia del acontecimiento, ¿cómo me transformará? El delirio es un intento de poder transformarse. Pero Maldiney también dice que el delirio es una ocultación de esta metamorfosis. Kafka va a encontrar numerosos personajes, animales, para ocultar esta imposibilidad de la metamorfosis. Y Maldiney se refiere tanto a Schreber como a Suzanne Urban, un caso clínico clásico de Binswanger, porque en los dos, La desmultiplicación de los perseguidores en el delirio de Schreber, y la proliferación en el delirio de Suzanne Urban, tienen como efecto -y a mí me encanta este pasaje- dividir la compacidad de lo aterrador. Pág. 284 de Acontecimiento y Psicosis. Dividir la compacidad de lo aterrador. ¿Es una forma de escapar a la proximidad absoluta del propio asedio13 o es un agravante del terror, como piensa Binswanger, en el sentido de que el enfermo ya ha caído por completo en el mundo desde donde le asaltan los perseguidores?
La pregunta sigue en pie, pero el fracaso es el mismo.
GP: Fabrica niñxs.
ML: ¿Quién?
GP: Schreber. La multiplicación.
ML: Sí, los perseguidores, en Schreber no se detienen.
MB: Georges dice más que eso.
ML: Hace muchos, copula con todo el mundo. El delirio es al mismo tiempo una ocultación de esta metamorfosis que es el acontecimiento.
GP: Una presentación.
MB: Una compacidad del padre. Eso es lo que dice Georges.
ML: Maldiney dice que hay que dividir la compacidad de lo aterrador. Es aterrador no poder acoger este acontecimiento. Y aquí está.
GP: Es una forma de acoger.
ML: Absolutamente, es una forma de acoger.
MB: Catastrófica.
ML: Catastrófica, por supuesto.
Malween: Hace unos años, yo estaba en una residencia en una clínica psiquiátrica y me habían pedido que haga alguna actividad relacionada con la escritura. Le pedí a la gente que estaba reunida allí que cerrara los ojos y se sumergiera en la contemplación de un paisaje, de la naturaleza, del lugar que quisieran, la montaña, una playa, etc. Y una vez que estuvieran bien imbuidos en él, les pedí que imaginaran a alguien apareciendo en este paisaje y que luego lo describieran. Lo que me sorprendió completamente, y lo que luego me llevó a leer a Maldiney y a otros, es que ninguna de las personas que estaban alrededor de la mesa hablaba de un descentramiento de uno mismo hacia el otro, sino que, por el contrario, lo que contaban era algo de un cierre, es decir, esperaban que esa persona pasara para volver a la contemplación. Una imposibilidad de ir al encuentro del otro. Y eso realmente me impactó. Notar que ninguna de estas personas pudo descentrarse para ir hacia el otro, fue algo que me interpeló. Y encuentro que aquí, en esta lectura, toma sentido.
Geneviève Feixas: ¿Puede traducirse eso en una fórmula como “soy el paisaje/estoy en el paisaje”? No es lo mismo.
ML: Voy a dar un ejemplo.
GP: Saluda a la señora.
ML: Hace mucho tiempo, la primera vez que Jacques Schotte y yo estuvimos en presencia de Roland Kuhn, un esquizofrénico que había vivido durante casi diecisiete años en un estado de postración casi constante, pero cuya sensibilidad aparentemente paradojal a las formas y los colores había sido notada por Roland Kuhn, fue invitado a observar unas reproducciones de pinturas. (Una vez había sido invitado al taller de poesía de Bouchet, lo invitaban a menudo a ir a talleres de arte-terapia, talleres de animación, en esos espacios donde tratan de encontrar técnicas para poder encontrarnos, y él decía: “Quedémonos con la autenticidad de la vida, les voy a mostrar formas, porque la imaginación… etc. simplemente le da forma a algo”). Yo había elegido los cuadros de tal manera que, por su estilo, su momento de aparición, constituían un momento indivisible de evidencia y de sorpresa. Mientras jugaba con un cordón, el paciente lanzaba una mirada furtiva a lo que le presentaban, como a escondidas, y decía algunas palabras sobre cada uno. Palabras rasgadas –recuerdan, el desgarramiento-. Algunas de sus expresiones se ajustaban tan rigurosamente a la plenitud de la obra que al más agudo de los críticos le habría resultado difícil encontrar otras. Colocado en presencia de una de las últimas bañistas de Renoir (esto es típico de Maldiney cuando comenta una obra), cuyo espacio ambiental es el aura radiante y arremolinada de una forma en expansión y de flujos de color, simplemente dice: “El sol de oro de la vida”. Y entonces se produjo un incidente. Un llamado de afuera, el Dr. Kuhn sale. Tan pronto como se cierra la puerta, el paciente se levanta, y dice a los que aún estábamos sentados: “¿A quién le toca, señores?". Había sido ayudante de barbero en Lausana. Por primera vez en 17 años, algo de su pasado emergía. Tal vez fue la furtiva oportunidad de un intercambio. Le fue preciso encontrar la palabra o el gesto capaz de hacer de este destello, el primer estremecimiento histórico de un pasado sepultado que había devenido absoluto.
Unos meses más tarde, el Dr. Kuhn tuvo una experiencia similar. Le mostró a un paciente esquizofrénico dos litografías de Tal Coat (encuentran la reproducción en Abrir la nada) cuyas manchas negras discontinuas en tensión mutua representan un vuelo de pájaros. No un grupo de pájaros volando, sino la dinámica rítmica de un vuelo en el que las manchas negras se comunican entre sí en la apertura de las energías blancas. Ahora bien, a partir de esta visión y del intercambio de palabras que provocó entre el paciente y su médico, se entabló una conversación tan normal que el Dr. Kuhn llegó a preguntarse si todavía estaba frente a un enfermo; si quien estaba allí era el mismo que conocía.
MB: ¡Ah, hay suficiente para escribirle a Danielle Roulot! Dile algo por mí. Creo que, de hecho, lo que se toca en el contacto, no es la primeridad como tal, sino la primeridad de la terceridad.
ML: Es verdad. Eso, lo entendí.
MB: Me gustaría que se lo digas para saber si está de acuerdo. Como ella conoce muy bien a Pierce...
Geneviève Feixas: Lo retomaremos el lunes, porque ahora… de repente… estamos un poco… valdría la pena.
MB: (Risas…) Sí, sí, volveremos a esto. Podemos ver claramente que la primeridad está bien... pero es la primeridad de la terceridad la que ya no funciona.
ML: Sí, absolutamente. Eso es. Casi podríamos decir, como dice Maldiney: “El delirio niega el carácter de primera vez del acontecimiento”.
MB: ¡Ay! Eso, eso es. Es el acontecimiento tal como es en la primeridad de la terceridad.
ML: ¡Sí, eso es!
MB: ¡No cualquier acontecimiento! Por eso es que la distinción entre acontecimientos está ahí.
ML: ¡La primera vez!
Didier Petit: En otro registro, ¿podríamos hablar de las estereotipias?
ML: ¡Explica!
DP: En relación al primer gesto, que niega el acontecimiento. Antes, teóricamente, la primera vez es negada por la estereotipia.
ML: ¡Sí!
MB: Y es la invención de una forma.
ML: Si. Él comenta a menudo sobre el manierismo. En el manierismo, toda esa temática de la metamorfosis se ha condensado, inmovilizado en la pose. Utiliza como paradigma la pose14, a alguien que en un taller o lo que sea, va a hacer una pose como modelo. Bueno, en el manierismo se tiene esta estructura corporal. La pose. El personaje. Pero en la estereotipa, es la misma estructura. ¡Manierismo y estereotipia! Sí, sí. Dice: “La experiencia psicótica atestigua así que el acontecimiento requiere la colaboración de aquel a quien le acontece y que de ningún modo está, respecto de éste, en total pasividad. De nuevo, allí, sale de la psicosis. En Merleau Ponty se trata de esta paradójica capacidad de espera de la sorpresa, esta pasividad de nuestra actividad; o en Husserl, o en Mélon, quien fue muy valiente, al editar este gran adoquín, La síntesis pasiva de Husserl. Todo esto, es el mismo campo de trabajo… esta transpasibilidad en la terminología de Maldiney, que para él tiene que ver con la fenomenología, siendo el objeto de la fenomenología, el tratamiento de lo transpasible.
Por tanto, su temática siempre es la superación15 de lo oposicional, lo pasivo y lo activo. Si Maldiney acuñó este término transpasibilidad para redescubrir el modo -y allí encuentra a Tosquelles- en el que el humano encuentra su trascendencia, o más simplemente su superación, no se trata de trascendencia escolástica, en cuanto implica una receptividad. La primera patología de la trascendencia es la ambivalencia: alguien que no puede ir más allá de sí mismo es alguien que está en la duda… sí, no… sí, no… Es la problemática del no poder superarse y quedar detenido en la ambivalencia. El fracaso de la trascendencia. Así que en cuanto implica una receptividad, se trata de señalar que la receptividad debe comprenderse como una pasibilidad. Y pasibilidad significa simplemente una capacidad de padecer y de soportar, en el sentido de que implica una actividad inmanente a la prueba. ¿Qué hace que algunas personas logren salir adelante frente a un acontecimiento imposible? Perder un hijo… es imposible… Pero, gracias a lo transpasible, se puede… ser receptivo a lo que nos sucede. Y eso abre el campo propio a la receptividad. Es esta apertura y esta capacidad de espera indeterminada lo que falta en la psicosis. De ahí que, en nuestro enfoque, nosotros siempre marcamos la diferencia entre erwarten y abwarten.
Y tú ayer, con tu paciente, cuando decías que estabas cansado de que solo te hablara del Valium esto, y el Valium aquello, y decías: “¡Me reduce a escuchar esta tontería del Valium! ¡Yo quiero ser psicoterapeuta, quiero ser psicoanalista y quiero ir a lo que hay que ir!” ¡No! ¡Nooooo…! ¡No! ¿Podemos compartir esa espera indefinida? Nosotros, en nuestra práctica en La Borde, vemos al paciente cinco o seis veces al día cuando es necesario. “No pasa nada...” ¿Nada? ¡Este nada! A veces son dos minutos, tres minutos… No se trata del corte lacaniano… en el sentido de… ah ah ah… sesiones cortas para que emerja la tontería… ¡No! Es compartir esta espera indeterminada. Y tal vez, como se dice, algún día nos aburriremos juntos. ¡Ah! Gran victoria.
Es también en este contexto que conoce a Pankow. Estaban muy bien juntos. Había un respeto absoluto entre ellos, cada uno en lo más profundo de su corazón, no tanto en la conversación sino en los intercambios de cartas, de textos, etc. Fue Maldiney quien me dijo que eran muy receptivos el uno con la otra, y que Pankow estaba usando su filosofía, mientras que él, a su vez, estaba usando las técnicas que Pankow empleaba en este compartir la espera, para hacer surgir algo a nivel del espacio... para profundizar su propio pensamiento. Así que había algo muy fuerte entre ellos. En Estructura familiar y psicosis, al final, en el apéndice, ella también comenta textos de Maldiney. Por lo tanto, es esta capacidad de estar en contacto con las cosas lo que falta en la psicosis. Y de ahí se traduce en una incapacidad para habitar el mundo y habitar el propio cuerpo. El acontecimiento por excelencia es el encuentro. Y ese es el final del artículo de lo transpasible. Sólo hay encuentro con la alteridad, y esta alteridad es siempre imprevisible. Lo que caracteriza la existencia es, en efecto, su trascendencia. Esta capacidad de superación. Esta capacidad para lo imprevisible. Entonces, la transpasabilidad es más que solo pasibilidad. Es apertura. Tal vez sea la palabra que mejor va con lo transpasible. La apertura al acontecimiento más allá de la espera. No puedo encontrar una mejor transcripción que esa -y la encontramos en la página 421-422- La transpasibilidad consiste en no ser pasible de nada que pueda anunciarse como real o posible. Es una apertura, sin proyecto ni diseño, a aquello de lo que no somos a priori pasibles. Es lo opuesto a la inquietud. La rosa es sin por qué, florece porque florece, no tiene inquietud más que de sí… existe para nada. Por la nada que la libera de todo apego anterior al ente, y que significa en ella que su existencia es originaria. La transpasibilidad sin inquietud implica la indiferencia que es lo contrario del peso del espíritu, lo contrario del Schwermut que tiende hacia el fondo en una relación oscura. Etc. Etc.
La transpasibilidad implica una apertura absoluta de cualquier proyecto.
1 Marc Ledoux. *Bela Bartok, sólo con su música*. https://www.szondiforum.org/m307.htm (N. de las TT.)
2 Probablemente se trate de Aleijadinho, considerado uno de los grandes maestros del barroco mineiro. (N. de las TT.)
3 Maldiney, Henri: *Aîtres de la langue et demeures de la pensée*. Collection Bibliothèque du Cerf. (N. de las TT.)
4 En el original se utiliza: “apprendre par l’épreuve”. La expresión *Pathei Mathos* ha sido traducida comúnmente como “aprender por el sufrimiento” o “aprender del padecer”. Dado que Ledoux menciona aquí la palabra experiencia, sugerimos esta como una posible tercera traducción. No obstante, en el desarrollo del texto podrían emplearse los términos sufrimiento o padecer según el matiz necesario en cada momento. (N. de las TT.)
5 Maldiney, Henri. *La prise*. https://books.openedition.org/pusl/16306
6 En cuanto a la distinción establecida por Marc Ledoux y la dificultad de traducir el verbo être en francés, es oportuno aclarar que podríamos usar "estaría" en lugar de "sería". Sin embargo, mantenemos "sería", ya que consideramos que preserva mejor la discusión entre Balat y Ledoux y nos permite sostener la ambigüedad en nuestra lengua. (N. de las TT.)
7 En el original se lee: oui… tu me fais toujours réfléchir… ça m’amuse… ça m’use… ça muse… allez demain on continue sur le transpassible. En la traducción se pierde el juego de palabras entre amuser (divertir), user (desgastar) y muser (divagar). Hemos optado por "musea" en vez de "me hace divagar" para preservar en parte el sentido intraducible de muser, en referencia a los términos musement, scribe e interpretant que Balat retoma de Peirce y que Oury desarrolla, destacando nosotrxs que "divagar" podría usarse para captar tanto un movimiento en el pensamiento como la apertura a lo espacial. (N. de las TT.)
8 En el original el verbo es: “Pâtir”. (N. de las TT.)
9 En el original dice: Hors attente. Una traducción posible sería "fuera de la espera" o "más allá de la espera," aunque attente también puede aludir a "expectativa," agregando una dimensión de apertura interpretativa. (N. de la TT.)
10 En el original dice: Insouciance, que habitualmente se traduce como "despreocupación." Sin embargo, hemos optado por "desinquietud" para preservar un juego conceptual con "inquietud." Esta elección apunta a reflejar un estado que trasciende la mera ausencia de preocupación, configurándose como una oposición activa tanto a la inquietud existencial como al Schwermut (pesadez o melancolía). (N. de la TT.)
11 En A qué hora pasa el tren (p. 67), Oury menciona la Gelassenheit, un concepto central que Heidegger retomó de Maître Eckhart. Jean Beaufret, en su traducción de este término, propone tres posibles interpretaciones: serenidad, quietud y "la desenvoltura del ser." (N. de las TT.)
12 En el original dice: "acceuil", que puede traducirse como "acogida", "bienvenida" o "recepción". En La Borde, y en el contexto de la psicoterapia institucional, el término "comité d’accueil" hace referencia a una entidad con un significado específico, relacionado con la recepción y el acompañamiento, que va más allá de una mera bienvenida. (N. de las TT.)
13 En el original dice: *étreinte*, que es abrazo, agobio, asedio, oprimir. Esta polisemia es significativa en el contexto, ya que *étreinte* evoca tanto la cercanía íntima y afirmativa como la amenaza o invasión que sofoca. (N. de las TT.)
14 En el original dice: Pause. Elegimos traducirla como pose en este contexto debido a la fuerte connotación visual y artística asociada con el manierismo. En este movimiento, la inmovilidad estilizada del cuerpo y la postura deliberada tienen un papel central, lo que se alinea más con "pose" en español. Además, la referencia posterior a "pauser comme modèle" refuerza esta elección, ya que alude a la acción de posar en un entorno artístico. (N. de las TT.)
15 En el original dice: Dépassement, que se traduce comúnmente como "superación", pero en algunos contextos podría entenderse como "transgresión", ya que sugiere ir más allá de los límites establecidos, lo que implica una ruptura o superación de oposiciones. (N. de las TT.)
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